La crisis de alimentos se vuelve un tema electoral en Venezuela
ARAURE—El candidato por el que voten los venezolanos en los comicios presidenciales del domingo dependerá en parte de cómo respondan esta pregunta: ¿Por qué le cuesta trabajo a este país rico en petróleo de casi 29 millones de habitantes alimentarse a sí mismo?
Los partidarios de Nicolás Maduro, el sucesor designando del fallecido Hugo Chávez y quien lidera ampliamente en las encuestas, le creen al gobierno que responsabiliza de la gran escasez en los supermercados al acaparamiento de las empresas que quieren derrocarlo.
Los simpatizantes del candidato de la oposición, Henrique Capriles, por su parte, tienden a creer que la culpa de la escasez la tienen las políticas socialistas de Chávez que asfixiaron la producción de alimentos.
El tema podría afectar a Venezuela por muchos años. El país ahora depende de los ingresos del petróleo para comprar en el exterior 70% de los alimentos que consume, lo que genera temores entre economistas y expertos agrícolas de que si los precios del petróleo caen, el país encarará una severa escasez de alimentos.
El motivo es que el otrora abundante sector agrícola venezolano ha sido golpeado por años de controles de precios, falta de suministros y la amenaza de expropiaciones de tierras por parte del gobierno, indican economistas y agricultores.
"Hay un alto nivel de inseguridad", dijo Rodrigo Agudo. "Si el gobierno nacional no cambia su política y realmente decide apoyar en forma real la producción nacional, es casi imposible evitar una crisis de alimentos".
Durante sus 14 años en la presidencia, Chávez nacionalizó grandes porciones de tierras agrícolas para formar cooperativas, asumió control de los recursos agrícolas e impuso límites sobre los precios de los alimentos como parte de su proyecto socialista para asegurar alimentos baratos para todos.
Maduro, el presidente interino, ha reconocido la carencia de productos en los estantes de los supermercados, pero él y sus seguidores le echan la culpa a los acaparadores. Las grandes empresas de alimentos han negado la acusación.
Julio Crecencio, un guardia de seguridad y seguidor apasionado de Chávez, dijo que el sector privado se rehúsa a distribuir alimentos a menos que consigan grandes ganancias. "La revolución siempre ha cuidado a los pobres, esto no es culpa del gobierno", aseveró.
Capriles ha prometido que abordará el déficit apoyando la agricultura nacional y frenando los embargos de tierras.
El gobierno "ha sacado a tantos del sector privado, que ¿cómo podría ser su culpa?" expresó Ángela Calvo. La ama de casa de 59 años agregó que su esposo es agricultor y tiene dificultades para vender alimentos a los precios estipulados por el Estado.
La producción de muchos alimentos ha caído significativamente. Aunque las cifras oficiales son pocas, Carlos Machado, un experto agrícola en la escuela de negocios IESA en Caracas, calcula que entre 2004 y 2012, la producción de maíz cayó 25% a unas 1,5 millones de toneladas; la de arroz 34% a 650.000 toneladas y la de producción de ganado en 27% a unas 300.000 toneladas, según datos dispersos del gobierno y de agricultores.
Para llenar el déficit en 2012, el Estado y el sector privado gastaron unos US$8.000 millones en importaciones, frente a unos US$7.000 millones el año anterior, según estimaciones de analistas y datos oficiales.
Buena parte de las importaciones de alimentos de Venezuela vienen de EE.UU., el gran enemigo ideológico de Chávez. Las exportaciones estadounidenses de productos como maíz o harina de soya a Venezuela totalizaron US$1.700 millones en 2012, convirtiéndolo en el mayor proveedor del país después de Brasil, informó el Servicio Agrícola Exterior de EE.UU.
David Rees, un economista con Capital Economics en Londres, apuntó que si el petróleo desciende por debajo de US$100 por barril por un año, el gobierno estaría obligado a recortar las importaciones. El miércoles, el crudo Brent cerró en US$105,6 por barril.
"Es muy poco lo que podrían hacer para incrementar rápidamente la producción local", afirmó.
—Ezequiel Minaya contribuyó a este artículo.
The Wall Street Journal