La crisis aún es evitable
Recientemente se ha intensificado el clima de pesimismo sobre el futuro de la economía argentina. El riesgo país está por las nubes (hoy se paga el 9% anual por un seguro contra el default); hay una desconfianza generalizada en las estadísticas del Indec, y la Argentina ocupa malas posiciones en los rankings internacionales. Además, el contexto externo dejó de jugar a favor, lo que exacerbó el pesimismo: el mundo se desacelera; la crisis financiera internacional está lejos de resolverse; los precios de las commodities caen; hay fuerte salida de capitales de los países emergentes, y se devalúan sus monedas. En este contexto, hay temores de que la Argentina repita la historia de crisis macro que caracterizó su pasado. Ocurre que siguen muy presentes en la memoria colectiva los períodos de inestabilidad macroeconómica, que dieron lugar a fuertes caídas del PBI y aumentos del desempleo.
Repasando la historia, se advierte que las turbulencias macro se originaron en crisis cambiarias, bancarias, default del sector público y/o espiralización de la inflación. La pregunta que surge de inmediato es ésta: ¿hay hoy riesgo de volver a las andadas? En nuestra opinión, pese al pesimismo generalizado, no creemos que se avecine una crisis macro de magnitud en el corto plazo. Es que las condiciones objetivas que muestra hoy la economía son diferentes a las del pasado. Veamos.
* Riesgo de crisis cambiaria: a diferencia de otras ocasiones, hoy el BCRA no sólo cuenta con "tanques y artillería pesada" (reservas por US$ 47.090 millones) para sortear una corrida cambiaria, sino que ha mostrado que está dispuesto a ponerlos todos en el campo de batalla. Ello quedó en evidencia durante la crisis con el campo. Recuerde que, en mayo y junio, los ahorristas huyeron del peso y se volcaron al dólar u otras monedas, lo que llevó a una salida de capitales récord de US$ 8374 millones en el segundo trimestre del año. En dichos meses, la demanda de divisas superó a la oferta, pero el Central no dudó en usar todo su "poder de fuego": así, salió a vender nada menos que US$ 2324 millones de sus reservas para abastecer la demanda excedente de dólares. En las últimas dos jornadas, volvió a vender fuerte.
* Riesgo de crisis bancaria: pese a la fuerte pérdida de depósitos en pesos de mayo (entre la primera y la tercera semana del mes se perdieron $ 8887 millones), las cosas no pasaron a mayores. Sucede que hoy el sector bancario está mucho más sólido que otras veces:
1) tiene más liquidez ($ 52.000 millones; 25% de los depósitos) para atender cualquier salida de fondos;
2) el grado de morosidad es bajo (la cartera irregular equivale a tan sólo el 3,3%);
3) es baja también la exposición de la banca al sector público (25,1% del activo neteado si se incluyen las letras del BCRA contra el 50,6% en diciembre de 2003);
4) con la alta rentabilidad de los últimos años, los bancos han podido fortalecer su situación patrimonial (la integración de capital se ubica en el 16,5% de los activos ponderados por riesgo, por encima de lo recomendado internacionalmente y de lo exigido por el BCRA); y, por último,
5) no hay descalce de monedas (los préstamos en dólares representan el 81% de los depósitos en dólares).
* Riesgo de default: si bien las obligaciones financieras son crecientes para 2009 y 2010, los mercados de deuda están cerrados para la Argentina; colocar deuda al Tío Hugo es caro y no se cuenta con desembolsos significativos de organismos internacionales, el riesgo de default de la deuda en 2009 es casi nulo. A diferencia de otras épocas, hoy sí el Gobierno tiene cómo financiarse domésticamente. La estrategia de "vivir con lo nuestro" por un año más es perfectamente factible. En efecto, el agujero financiero (pagos de deuda menos fuentes de fondeo), que debe cubrirse en 2009 es de unos US$ 9000 millones, pero al Tesoro le sobran "ventanillas" donde golpear:
1) puede recurrir a la transferencia de adelantos transitorios y utilidades del BCRA (US$ 3650 millones)
2) o colocar títulos intrasector público (la Anses contaría con unos US$ 4500 millones entre ahorros acumulados y el superávit de 2009);
3) puede pedirle prestado al Banco Nación unos US$ 3200 millones (de aprobarse el artículo 18 de la ley de ampliación presupuestaria en el Congreso);
4) puede recomprar títulos, según exige el prospecto de canje de deuda, sólo intercambiando bonos en poder del propio sector público (US$ 900 millones);
5) puede "solicitar" a las AFJP el 50% del flujo anual de su recaudación (US$ 2000 millones).
Por último, puede pedir a los bancos, AFJP y compañías aseguradoras un canje de préstamos garantizados. La suma de esta larga lista arroja un total de disponibilidades de nada menos que US$ 16.300 millones... La Argentina tiene de donde "manotear" en el plano local, lo que ahuyenta los fantasmas de default al menos hasta comienzos de 2010.
* Riesgo de llamarada inflacionaria: no hay indicios de aceleración de la tasa de inflación y de las expectativas inflacionarias. El Gobierno ha aflojado un poco con el bombeo a la demanda agregada. En el frente fiscal, ha disminuido el ritmo de expansión del gasto público (frenando gastos de capital), mientras que los ingresos crecen casi al mismo ritmo que un año atrás. De hecho, el gasto primario del sector público nacional pasó de crecer al 47,8% anual en 2007 a 35,5% en lo que va de 2008.
Impulso fiscal
Consecuentemente, el impulso fiscal -si bien aún es positivo- se ha desacelerado con respecto a 2007 (aunque habrá que ver si esto no se revierte en el próximo año electoral). Otra señal positiva es el proyecto de movilidad de haberes jubilatorios enviado por el Ejecutivo al Congreso, que revela la intención de poner cierta cota al incremento del gasto de seguridad social. Por el lado de la política de ingresos, el Gobierno está intentando frenar una reapertura anticipada de las paritarias.
En suma, tenemos mejores condiciones objetivas que en el pasado: las causas de nuestra volatilidad macro están algo más acotadas. Una crisis macro es aún evitable. El paciente no está tan mal; el problema está en el médico. Nuestra mayor preocupación radica en que su "mala praxis" termine agravando al paciente. Todavía estamos a tiempo de dejar de menospreciar el componente técnico en la toma de decisiones, de revalorizar el rol del BCRA y del Ministerio de Economía y de acabar con la improvisación (como en el caso del Club de París, donde primero se pagaba la totalidad de la deuda, después sólo la parte en default y ahora no se sabe si se paga). En definitiva, la capacidad técnica y el arte de lograr credibilidad son cruciales para transitar con éxito un camino que se ha tornado más resbaladizo y sinuoso. Muchos piensan que el "graN maKroeconomista" no coincide con este diagnóstico y, por lo tanto, no va a cambiar. Ojalá se equivoquen.
- El próximo domingo: el columnista invitado será José Luis Espert.