La corrida cambiaria le costará al Gobierno más dólares, más inflación y mayor caída de la economía
El Banco Central tuvo que desprenderse de al menos US$115 millones para intervenir en el mercado cambiario; surge la duda de cuánto tiempo podrá sostener esta dinámica con sus escasas reservas, sobre todo teniendo en cuenta que el dólar soja no está funcionando como se esperaba
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En un año electoral, mayo y junio son meses relevantes porque es cuando se definen las candidaturas. Para esta altura del año, el Gobierno esperaba llegar sin mayores sobresaltos económicos, pese a que ya se conocía el shock negativo que generará la sequía. Sin embargo, todo cambió hace 15 días, cuando el Indec informó que la inflación de marzo había sido 7,7%, muy por arriba de las proyecciones del mercado financiero.
A partir de ese momento se desató una corrida cambiaria. Tras dos meses sin grandes movimientos, los tipos de cambio libres se despertaron y pegaron un salto cercano a los $100 en cuestión de unos pocos días. El blue, la cotización más difícil de controlar, aumentó casi 20% a lo largo de abril. La situación empantanó los planes del oficialismo. Las proyecciones de inflación se deterioraron, las liquidaciones del agro se detuvieron y en el mediano plazo se estima una mayor caída de la actividad económica.
Para detener la escalada de los tipos de cambio financieros, el ministro de Economía, Sergio Massa, se vio obligado a notificarle al Fondo Monetario Internacional (FMI) que incumpliría una de las prohibiciones impuestas: intervenir las cotizaciones a través del mercado de bonos. Desde el martes pasado, eso le significó al Banco Central (BCRA) desprenderse de al menos US$115 millones de sus escasas reservas.
Se trató de un cambio de estrategia con respecto a los meses anteriores. Si bien el Gobierno empezó a estar muy presente en el mercado de bonos para contener los dólares financieros desde finales de enero, cuando anunció la recompra de deuda, en los últimos dos meses solo había operado un volumen de 3,6 millones de nominales, según datos de Portfolio Personal de Inversiones (PPI). En esta ocasión, ya con dólares genuinos de por medio, las cifras crecieron exponencialmente. El volumen operado fue de 240,4 millones de nominales el martes, 159,1 millones el miércoles y 103,7 millones el jueves.
Pero el poder de fuego del Banco Central no es eterno. Más bien al contrario: para ello necesita divisas y, últimamente, no está logrando conseguirlas. “El inconveniente de esta intervención es que solo puede ser limitada, básicamente porque la Argentina prácticamente no cuenta con reservas. Son apenas US$1200 millones, según nuestros cálculos”, señaló el último informe de 1816.
Debido a la falta de dólares, el Gobierno transitó la mayor parte de su gestión intentando convencer a los agentes económicos de que no va a devaluar el tipo de cambio oficial –que actualmente está en $223–, pese a que la brecha cambiaria superó ampliamente los tres dígitos en tres oportunidades. Fue en octubre de 2020 (brecha de 130%), julio de 2022 (160%) y este mes (120%).
En 2020 y 2022 el Gobierno pudo calmar las expectativas gracias a un fuerte ingreso de dólares, un aumento del cepo a las importaciones y una mayor certidumbre política. El año pasado, por ejemplo, un par de meses después de asumir como ministro de Economía, Massa anunció un nuevo esquema de permisos de importaciones (SIRA) y ofreció dos veces un dólar más alto a los productores de soja para incentivar las liquidaciones.
En esta ocasión, sin embargo, el Gobierno parece tener menos margen de maniobra. Las elecciones presidenciales y el ascenso del candidato liberal Javier Milei en las intenciones de voto impide lograr un nivel de certidumbre política acorde a la fragilidad económica. En cuanto a los dólares, la sequía generará que ingresen US$20.000 millones menos de lo esperado y el nuevo esquema renovado de dólar agro que lanzó Economía, por ahora, no alcanzó las expectativas iniciales. Al mismo tiempo, el Gobierno está cada vez más lejos de cumplir las metas acordadas con el FMI, que permiten liberar nuevos desembolsos para el país.
“Todo el mundo cree que habrá una devaluación, el tema es cuándo y de cuánto. Lo único que hace el Gobierno con las medidas de dólar agro es confirmar esa expectativa porque admite que necesita devaluar para que ingresen dólares, pero no quiere hacerlo, entonces lanza esos programas para ganar tiempo. El problema ocurre cuando las medidas no funcionan y el mercado cree que la devaluación se va a anticipar. Ahí se gatilla la corrida”, dice Gabriel Caamaño, economista de la consultora Ledesma.
Al momento, el dólar soja/agro III logró que el Banco Central deje de perder reservas en el balance mensual, pero todavía no permite acumular divisas. Incluso a pesar de que se siguieron pisando las importaciones y que en el mes hubo dos días de feriados virtuales. Esta semana, la entidad cerró con un rojo de US$49 millones y en el mes, tiene un saldo positivo de apenas US$33 millones, muy por debajo de las expectativas previstas para el Programa de Incremento Exportador. En el año, sigue con una pérdida en intervenciones en el mercado cambiario en torno a los US$3000 millones.
Las proyecciones del Ministerio de Economía, cuando lanzó el tercer dólar agro con un tipo de cambio de $300, era que ingresen US$5000 millones. Como ese dólar no se actualiza por inflación, los exportadores suelen anticipar las ventas porque luego pierde valor, algo que en esta ocasión no ocurrió. “En las 13 ruedas desde que se inició el dólar soja III, se liquidaron US$1621 millones, 11% menos que en el mismo lapso del dólar soja II (US$1824 millones) y bien por debajo de los US$5010 millones del dólar soja I. Los principales determinantes de esta dinámica son el reciente paro en los puertos, la demora en la cosecha, un precio pagado al productor que no incentiva la venta y la incertidumbre cambiaria”, dijeron en la consultora Ecolatina.
“Si no mostraban mucho interés cuando los paralelos valían $400, menos probable es que muestren interés con los paralelos más cerca de $500″, agregaron en la consultora 1816.
La otra fuente de ingreso de dólares que tiene el Gobierno es el FMI. Por ello, un grupo de funcionarios del Ministerio de Economía viajará a renegociar el acuerdo luego de que se incumpliera en el primer trimestre con las metas de déficit fiscal –el rojo primario fue de $690.000 millones, $250.000 millones por encima del compromiso asumido, según la consultora LCG– y de acumulación de reservas –quedaron cortas en US$1800 millones, según la consultora EcoGo–. Además, se usaron reservas para intervenir en los tipos de cambio paralelos, algo prohibido por el Fondo.
Hasta fin de año, la Argentina tiene que pagarle al FMI US$12.800 millones en vencimientos, según cálculos de la consultora 1816. Para ello, el país cuenta con un stock actual de US$2408 millones y el FMI debería girar US$10.800 millones entre junio, septiembre y diciembre.
“Para nosotros no cambia mucho tener los DEG [dinero del FMI] con anticipación. Distinto sería, por supuesto, si en lugar de adelantar desembolsos, el FMI está dispuesto a incrementar el financiamiento neto; es decir, a girar divisas que sean de libre disponibilidad. Pero ese escenario luce a priori improbable, salvo que sea a cambio de un drástico giro en la política económica. Como mínimo imaginamos que el Fondo exigiría una devaluación, algo a lo que se va a seguir rehusando el Gobierno, al menos hasta que se resuelva lo electoral”, analizaron desde 1816.
Mientras que Economía está a la expectativa del dólar agro y de las negociaciones con el FMI, en los últimos días se multiplicaron los anuncios de préstamos conseguidos con organismos multinacionales y con China. Pese a ello, el mercado sigue sin creer que el Gobierno cuente con los dólares necesarios para sostener un tipo de cambio oficial que cotiza a la mitad de los paralelos. Esa lectura se desprende del mercado de dólar futuro, donde las posiciones se recalentaron de cara a las PASO.
Para contener la situación, en el mes, el Banco Central subió 13 puntos porcentuales la tasa de interés y la llevó a 141% efectivo anual (TEA), lo que equivale a una tasa efectiva mensual de 7,5%. Al mismo tiempo, aceleró el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial en torno a 8% mensual. Ambas medidas implicarán más inflación y menor nivel de actividad.
“Tuvieron que endurecer el cepo; están empezando a devaluar más rápido y, como el incentivo al exportador no está funcionando, hay expectativa de que habrá un nuevo programa soja IV, con un desdoblamiento más generoso. Por lo tanto, el costo de la corrida es más intervención cambiaria, mayor suba de tasas, menor actividad y más inflación”, concluyó Caamaño.
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