La competencia de monedas y la inflación impactan en la actividad económica
Vivimos tiempos convulsionados en el mundo, que atentan contra la estabilidad de las divisas y de los precios, que hoy, a diferencia de 2020, fortalecen al dólar
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En las últimas semanas vimos algunos fenómenos monetarios a nivel mundial que a los argentinos nos resultan algo alejados. Básicamente, porque acá el “dólar siempre sube” o, de otra forma, “el peso siempre baja”. En general, esto no es así en el mundo. Hoy hay 162 monedas oficiales, de las cuales 47 están vinculadas a otras divisas a un tipo de cambio fijo. Por caso, la libra llegó a tocar el mínimo histórico desde 1972, de US$1,03. Sucedió algo similar con el Euro, que se depreció frente al dólar, alcanzando niveles que no se veían desde 2002.
La competencia de monedas existe, aunque no la veamos. En general, los argentinos compramos dólares como forma de ahorro. ¿Por qué dólares y no euros, soles peruanos o libras? La respuesta es intuitiva, dado que el 67% de las reservas de divisas de los distintos bancos centrales a nivel mundial están invertidas en activos dolarizados. Además, los contratos para la compraventa de materias primas se suelen fijar y pagar en dólares y la gran parte de las transacciones financieras internacionales se realizan en esa moneda. Sin embargo, en 2020, el dólar cayó 7% respecto de una canasta de monedas, perdiendo poder de compra.
En el mundo volvió un fenómeno que había sido eliminado en los 80 por las economías desarrolladas y en los 90 por las emergentes, sobre todo de Latinoamérica: la inflación, que ronda el 10% anual en la Zona Euro y supera el 8% en Estados Unidos. Ante esta situación, la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) comenzó a subir las tasas de interés con una velocidad nunca antes vista para ponerle paños fríos a la situación, golpeando la actividad económica. La Zona Euro, mucho más afectada por el impacto de los precios de la energía y la falta de provisión de gas a partir de la invasión de Rusia a Ucrania, se acerca mucho más rápido a la recesión. Para que el efecto en la actividad económica no sea tan fuerte, el Banco Central Europeo realiza una suba de tasas mucho más suave. El Reino Unido, en tanto, rebaja impuestos para traccionar la actividad (ningún inversor consideró que pudiera ser sostenible). Esto los llevó a salir de inversiones ligadas a la libra, para posicionarse en activos atados al dólar, impactando en el tipo de cambio.
Muchos análisis calificaron a la inflación como un fenómeno que hay que quebrar. Vivir con inflación alta es necesariamente negativo para el crecimiento económico y por eso los países afectados harán lo posible para que no se sostenga en el tiempo. Mientras tanto, el precio de la libra en picada tiene sus consecuencias. Si cae frente al dólar, podría impactar en el precio de los locales que ahora buscarán vender sus productos más caros para igualar la cantidad de dólares que le significaba previamente. En segundo lugar, las importaciones se hacen más caras, se encarece el costo de vida y reduce el ingreso disponible. Por último, las exportaciones y el turismo internacional se verían favorecidos.
Vivimos tiempos convulsionados en el mundo, que atentan contra la estabilidad de las monedas y de la inflación, que hoy, a diferencia de 2020, fortalecen al dólar. Localmente, los desafíos no cambian y, mientras que los países de la región han logrado bajar la inflación en los últimos meses, la Argentina coquetea con el 7% mensual. Esperemos aprender con igual contundencia que la alta inflación atenta contra la posibilidad de crecer.
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