La clase media reacomoda gastos a la espera de que mejore su poder adquisitivo
Cada vez más familias optan por comprar lo justo y necesario en lugar de stockearse; crecen las compras con tarjeta de crédito, se reducen las salidas y la estética y la moda se consolidan como rubros “de lujo”
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La última vez que Liliana Fernández (73 años), jubilada y vecina del barrio porteño de Saavedra, se dio el “gusto” de cenar en un restaurante con su marido fue en el verano pasado, cuando se encontraban de vacaciones en Mar Del Plata. “Para nosotros, una salida es imposible de pagar. Ya ni siquiera pedimos delivery: cocinamos todo en casa, menos carne, algo que hace dos años no compramos”, comenta a LA NACION.
Su economía familiar se vio fuertemente afectada con la llegada de la pandemia, en 2020, momento en el que su pareja -repartidor de productos- no tuvo otra opción que dejar de trabajar. “De ahí en más, todo empeoró para nosotros. Éramos de clase media y ahora somos de clase baja”, dice Liliana.
Comprar ropa en la calle Avellaneda -“solo si es necesario”- y buscar segundas y terceras marcas, son algunos de los tantos cambios que tuvieron que implementar en su consumo para sobrellevar la crisis económica que atraviesa la Argentina. “Nos conformamos con lo que tenemos”, agrega, apenada.
Frente a un contexto económico marcado por la incertidumbre, casos como el de Liliana se repiten entre cientos de familias. En junio pasado, la inflación registró un alza de 4,6% -la primera aceleración desde que asumió el gobierno de Javier Milei, sin contar el salto que disparó la devaluación de diciembre-, y acumuló en el primer semestre del año una variación de 79,8%, según el Indec.
En julio, el consumo de servicios de electricidad, gas y agua cayó un 2,7% intermensual, según el Indicador sintético de servicios públicos (ISSP) del Indec. A su vez, un 67,5% de los hogares argentinos tomaron alguna medida paliativa para reducir el costo de su servicio de internet fijo frente a la complejidad del contexto económico de los últimos meses, de acuerdo a un reciente estudio publicado por la Cámara Argentina de Internet (Cabase). En el mismo sentido, el 65,3% de los hogares lo hicieron buscando reducir el costo de su servicio de televisión paga.
Por otro lado, durante el primer trimestre de 2024, las ventas de electrodomésticos y artículos para el hogar descendieron un 40,1% interanual, así como también cayeron un 45,3% respecto al último trimestre de 2023 debido a la devaluación y la reducción de los ingresos de la población. Las cifras se desprenden de una publicación realizada por Somos Pymes.
En lo que respecta a combustibles, un informe de la consultora Economía y Energía informó que, en lo que va del año, las ventas de nafta grado 3 sufrieron una disminución del 22% frente al mismo período de 2023, mientras que la demanda de naftas grado 2 disminuyó solo un 2% interanual.
A días de conocerse el nuevo Índice de Precios al Consumidor (IPC), se informó que la inflación en la Ciudad de Buenos Aires fue del 5,1% en julio y acumula 98,5% en el año. Así lo reflejan las cifras del Instituto de Estadística y Censos porteño (Idecba). Los aumentos se dieron, principalmente, en productos estacionales, las expensas, las tarifas de agua y el segmento de restaurantes y hoteles.
Además, de acuerdo al último informe publicado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas minoristas pymes cayeron un 15,7% anual en julio pasado, a precios constantes, y acumulan un declive de 17% en los primeros siete meses del año. Los rubros más afectados fueron Perfumería (32,6%), Farmacias (26,4%) y Alimentos y bebidas (20,9%).
Especialistas consultados por LA NACION explican que la lenta desaceleración de la inflación en los últimos meses, sumadA a una leve recuperación de los salarios, está impulsando a la clase media a dejar de stockearse y comprar lo justo y necesario. “El stockeo fue parte de un período en el que abundaban los pesos y los productos se encarecían semana a semana. Hoy, con gran restricción de dinero circulante e inflación a la baja, se retoma un proceso de compra más natural, aunque restringido por la pérdida de poder adquisitivo”, sostiene Osvaldo Del Río, titular de la consultora Scentia.
Según el último informe de la Secretaría de Trabajo, la capacidad de compra del promedio de los salarios creció 7,5% en términos acumulados durante los primeros cinco meses del año; sin embargo, a pesar de ese crecimiento, en mayo de 2024, el salario real medio se encontraba un 4,6% por debajo del observado en noviembre de 2023, el mes anterior a la aceleración inflacionaria provocada por la devaluación de la moneda nacional en diciembre.
Bajo esta línea, Fernando Moiguer, analista de consumo masivo, señaló: “La gente entendió que entramos en un modo de restricción y los productores pudieron liberar sus precios dando un salto relevante respecto a sus montos anteriores. Entonces, se consume solo lo necesario”.
Cuidado del bolsillo
Lo único que Carolina Vacarezza, coach deportiva, de 43 años, tiene para decir sobre la crisis económica es que espera que “todo mejore”. En el último año se vio obligada a dar de baja el servicio de televisión por cable, así como también optó por pagar una prepaga más económica. “Hay que trabajar el triple para ganar lo mismo que hace unos años”, expresa con resignación. A su vez, remarca que redujo considerablemente las salidas a restaurantes y cines.
Otro hábito de consumo cada vez más presente entre los argentinos son las compras con tarjeta de crédito. “Para regalos, ropa o electrodomésticos, lo aprovecho muchísimo”, indica Karina Corti (53 años), preceptora de un colegio secundario de Merlo.
Cristina Daliaglio, jubilada de 70 años, también utiliza este método de pago para amortiguar el impacto de los precios en su bolsillo. “Soy pedaleadora nata. Siempre compro con cuotas y uso todos los descuentos que haya en billeteras virtuales y aplicaciones”, dice a este medio.
Según el índice Payway, en el segundo trimestre del año, las transacciones de compra con tarjeta de crédito crecieron 9,83% contra el mismo período del año pasado y 6,97% si se compara contra el primer trimestre de 2024.
Al respecto, Moiguer explica que, ante la expectativa de la población de que la inflación continúe en baja, la compra con tarjeta de crédito aparece como una alternativa atractiva para ganar 30 días respecto de sus salarios. Además, para los productores funciona como una herramienta para aumentar su volumen de ventas e impulsar el consumo.
Movilidad
Para muchas familias, el uso del auto también representa una gran preocupación en términos de gasto. Silvia Pons y Jorge Cabana, ambos de 73 años y vecinos del barrio porteño de Núñez, señalan que, en el último tiempo, empezaron a evaluar si es “realmente necesario salir” por los altos costos del combustible, los peajes y el estacionamiento. “Si tenemos un turno médico en el centro, no dudamos en ir en colectivo”, dice Silvia.
Edgardo Anitori, personal trainer de 56 años, atraviesa una situación similar: “No puedo dejar de usar el auto por mi trabajo, pero es la primera vez que me pasa que tengo que aumentar significativamente el valor de la clase por todo el gasto que implica moverme de un lugar a otro”.
Ropa y estética
Hasta el mes pasado, Ignacio Márquez (38 años), piloto, y Lorena Maserín (38 años), médica, podían darse el gusto de comprar ropa de marca en shoppings. Hoy, aquello está cada vez más lejos de sus posibilidades, motivo por el que acuden prendas de segunda mano, como las que ofrecen algunos supermercados minoristas. “Un pantalón de marca está mínimo $60.000 y, en otros lados más baratos, consigo lo mismo a la mitad de precio”, comenta Ignacio.
Además, Lorena cuenta que hace un año redujo la compra de productos de cuidado facial, así como también dejó de ir a la peluquería para teñirse el pelo por su cuenta. Julieta Sirolli, empleada de un call center, no tuvo otra alternativa que hacer lo mismo: “Es una depresión”, dice sin vueltas.
Por los golpes a su bolsillo, Julieta decidió depositar dinero en un fondo de inversión, priorizar segundas marcas y aprovechar descuentos en todos los rubros posibles, al igual que varias de las familias consultadas por LA NACION.
Con respecto a proyecciones sobre el poder adquisitivo en los próximos meses, los especialistas sostienen que no es posible pensar en un escenario positivo. “Si bien los salarios están en un proceso de recuperación, según datos oficiales, es posible que tome tiempo achicar la brecha contra la inflación de diciembre de 2023 a abril de 2024″, afirma Del Río.
Por su parte, Sofía Ruano, ingeniera especializada en consumo, estima que los consumidores podrán recuperar sus ingresos de diciembre de 2023 recién en diciembre de 2025. “La población jubilada está muy complicada, sobre todo los que no cobran la mínima, al igual que los trabajadores informales, que son de los más golpeados en este contexto”, concluye.
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