La caída del petróleo torpedea la ambición de Vladimir Putin
CAMPO PETROLERO IMILOR, Rusia—En las ciénagas heladas de Siberia Occidental, las plataformas de perforación del gigante petrolero OAO Lukoil están ayudando a elevar la producción de crudo de Rusia a sus mayores niveles desde la disolución de la Unión Soviética, hace 25 años.
Sin embargo, el descenso de los precios del petróleo, las sanciones impuestas por Occidente y una menor actividad de exploración amenazan la industria de hidrocarburos del país y plantean dudas sobre su capacidad para seguir financiando las ambiciones de Vladimir Putin tanto interna como externamente.
Aunque los recientes aumentos en la producción petrolera de Rusia han ayudado a amortiguar la drástica caída de los precios, Putin está tan necesitado de efectivo que su gobierno pospuso una reducción de los aranceles a las exportaciones de crudo. Ejecutivos dicen que temen que el aplazamiento pueda ser extendido y desvíe hacia Moscú un dinero que de otra forma podría ser usado en nuevas perforaciones y exploraciones para sustituir los yacimientos desgastados.
Las sanciones que Estados Unidos y Europa impusieron en los últimos 18 meses también pesan sobre las perspectivas de Rusia al bloquear financiación occidental para explorar potenciales descubrimientos en el océano Ártico y para aprovechar formaciones de esquisto en Siberia.
Los hidrocarburos aportan casi la mitad de los ingresos del gobierno central de Rusia, y las exportaciones equivalen a un tercio de la producción nacional. Los ingresos del sector energético son clave para el poder de Putin en momentos en que se enfrenta a las potencias de Occidente por el conflicto en Ucrania y la anexión de Crimea en 2014. El mandatario también ha desplegado tropas en la guerra de Siria para apoyar al presidente Bashar al-Assad.
El dinero del petróleo extiende el alcance de Putin, aportándole los recursos financieros para otorgar préstamos baratos que favorecen a líderes y para pagar sus emprendimientos militares en el exterior.
Putin supervisó una rápida expansión de una industria petrolera mellada por la caída de la Unión Soviética. En 1996, la producción en Rusia cayó a 6,1 millones de barriles al día, frente a un máximo durante la era soviética de 11,4 millones al día en 1987.
Conforme los precios y la producción subieron en la década de 2000, el líder expandió el gasto social para mejorar los estándares de vida, afianzando su posición de autócrata y ganando niveles de aprobación que llegaron a superar 80%.
A fines del año pasado, Putin dijo que el precio de US$50 por barril de petróleo usado para calcular el presupuesto de Rusia era demasiado optimista, y los ministros han advertido en las últimas semanas sobre recortes de gastos y, potencialmente, un "estancamiento prolongado". La semana pasada, los precios del petróleo cayeron a menos de US$30 el barril, antes de repuntar a U$$31,80 el martes.
Los ingresos del sector energético de Rusia también son amenazados por nueva competencia en Europa, región a la que exporta cerca de un tercio de su producción de gas natural.
Pocos advierten sobre una amenaza inmediata para Putin. Las sanciones de EE.UU. y Europa restringieron nuevas fuentes de producción petrolera rusas, pero tuvieron muy poco impacto de corto plazo en la producción. Fueron impuestas en 2014, cuando los precios del crudo bordeaban US$100 por barril, y la preocupación era que la oferta global se quedara corta frente a la demanda.
China, que no participó en las sanciones, le vende a Rusia los suministros y equipos que necesita para impulsar la producción en los campos petroleros existentes, como el de Imilor, donde las plataformas ayudaron el año pasado a Rusia a producir 10,73 millones de barriles al día de petróleo y condensados de gas, un tipo de crudo ultraligero, frente a 10,58 millones de barriles diarios en 2014.
Lukoil y la estatal OAO Rosneft —el mayor productor de Rusia— tienen bastante efectivo y generan fondos suficientes para cumplir con los dividendos, mientras que algunos de sus contrapartes estadounidenses y europeas tienen problemas para cubrir gastos. Las acciones de algunas petroleras rusas han subido, pese a que sus ganancias se han reducido, mientras que las acciones de las energéticas occidentales han caído.
Sin nueva inversión, el futuro petrolero de Rusia es menos brillante. En Siberia Occidental, donde se produce cerca de 65% del petróleo del país, las empresas batallan contra las decrecientes tasas de producción luego de décadas de extracción. "Es poco probable que podamos estabilizar la producción en Siberia Occidental", dijo Alekperov, de Lukoil. "Sólo podemos desacelerar el declive".
El Ministerio de Energía de Rusia proyecta que la producción nacional se mantendrá en los niveles actuales hasta 2035. La Agencia Internacional de Energía prevé que la producción de Rusia deje de crecer este año. Para 2020, la producción petrolera rusa podría caer a 10,5 millones de barriles diarios, dijo la AIE, y para 2040 podría hundirse a 9 millones de barriles al día.
Las petroleras rusas se han beneficiado de tres factores que pueden no perdurar: un sistema tributario favorable (los aranceles de exportación y los impuestos a la extracción están ligados al precio del barril), costos de producción bajos y la depreciación del rublo.
Algunas empresas son optimistas de que pueden producir más porque la mayoría del crudo ruso está en tierra firme, lo que abarata su extracción. Gazprom Neft, el brazo petrolero de la gasífera estatal PAO Gazprom, es rentable incluso si los precios caen a US$15 por barril, dice Alexander Dyukov, presidente ejecutivo de la empresa.
La depreciación del rublo, que el martes rondaba 79 por dólar, ha reducido costos para una industria que vende su producción en dólares mientras cubre sus costos de personal y equipos en moneda local. En los primeros nueve meses de 2015, el rublo se depreció 40%.
"Si antes podíamos comprar dos bombas rusas por el precio de una de Occidente, ahora compramos cuatro", dice un ingeniero de depósitos de los campos petroleros que Rosneft tiene en Siberia Oriental.
Los rublos extra no sólo están comprando bombas baratas. También ayudaron a impulsar el uso de tecnologías occidentales como la perforación horizontal y la fracturación hidráulica en formaciones petroleras no afectadas por las sanciones. Este tipo de perforación, que subió de 11% en 2010 a casi 33% en 2015, según una agencia del Ministerio de Energía, puede impulsar hasta en cinco veces la producción de un pozo, comparado con la perforación vertical.
La tecnología, sin embargo, está apenas manteniendo a raya lo inevitable, dicen ejecutivos. Muchos de los grandes yacimien-tos de petróleo de Siberia Occidental han producido durante más de cinco décadas y sus rendimientos son menores cada año.
En la división Varyeganneftegaz de Rosneft, en Siberia Occidental, la producción de petróleo cayó casi 6% en los primeros nueve meses de 2015 en comparación con el mismo período del año previo.
Moscú esperaba que el crudo de esquisto impulsara la producción en los próximos cinco a 10 años, pero las sanciones truncaron esos planes. Exxon Mobil Corp., Total SA y Royal Dutch Shell PLC tuvieron que suspender proyectos de esquisto en el país. Según IHS Energy, las sanciones podrían resultar en la pérdida de 1 millón de barriles diarios de producción en el Ártico y de las formaciones de esquisto hacia 2035.
James Marson y Selina Williams
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