La bomba de tiempo Snowden
Luego de la crisis financiera global, los líderes globales repitieron un mantra tranquilizador. No podría haber una repetición de la Gran Depresión, no sólo porque la política monetaria fue mucho mejor (lo fue), sino también porque la cooperación internacional está mejor institucionalizada. Y sin embargo un hombre, el ex contratista de inteligencia estadounidense Edward Snowden, ha mostrado lo lejos que está esa afirmación de la realidad.Los períodos prolongados de tensión tienden a debilitar el tejido de la cooperación institucional. Las dos instituciones que parecían más dinámicas y efectivas en 2008 y 2009 fueron el Fondo Monetario Internacional y el G-20; la credibilidad de ambas se ha visto erosionada sostenidamente en el largo curso de la crisis.
Debido a que las principales economías industrializadas parecen ir en camino de la recuperación -aunque débil- a nadie parece importarle demasiado que los mecanismos de cooperación se hayan desgastado. Debiera. Es probable que haya muchos más incendios financieros en diversos lugares, y el mundo necesita una brigada de bomberos para apagarlos.Los recursos del FMI fueron aumentados en 2009, y la organización supuestamente debía ser reformada para dar a los mercados emergentes más voz. Pero se ha hecho poco progreso.
El Fondo fue la pieza central del sistema económico global pos-1945. Cumplió subsiguientemente un rol central en el manejo de la crisis de deuda de la década de 1980 y en la transición económica poscomunista después de 1989. Pero cada crisis internacional importante desde entonces ha minado su autoridad. La crisis financiera asiática de 1997-1998 socavó su legitimidad en Asia, ya que muchos gobiernos de la región creyeron que la crisis estaba siendo explotada por Estados Unidos y las instituciones financieras estadounidenses.La Gran Recesión pos 2007 desacreditó aún más al FMI por tres motivos. Primero, la fase inicial de la crisis se vio como un fenómeno estadounidense.
Segundo, el fuerte involucramiento del FMI en la crisis prolongada del euro se vio como un trato preferencial a Europa y los europeos. En particular, la demanda de que, debido a que el mundo estaba concentrado en Europea, otro europeo (y otro francés) debía suceder al entonces director ejecutivo, Dominique Strauss-Kahn, resultó incomprensible para los países que son mercados emergentes grandes. Eventualmente, tal como sucedió con la crisis asiática, los gobiernos europeos y la Comisión Europea terminaron enfrentados con el Fondo y comenzaron a achacarle a sus análisis la situación de confusión e intranquilidad en los mercados.
Respecto de las grandes cuestiones que subyacen a la crisis financiera global -el problema de los desequilibrios de cuenta corriente y decidir qué países deben ajustarse y reconciliar la reforma financiera con un plan a favor del crecimiento- el FMI no puede decir mucho más ni más efectivamente que antes de la crisis.El G-20 fue el gran ganador de la crisis financiera. Las viejas cumbres (el G-7, o con el agregado de Rusia, el G-8), así como las reuniones de los ministros de finanzas del G-7, ya no eran legítimas. Consistían de países que habían en realidad causado los problemas, estaban dominados por Estados Unidos y sufrían de un fuerte exceso de representación de países europeos de tamaño mediano.El G-20 en cambio incorporó los grandes mercados emergentes y su promesa inicial fue proveer un modo de controlar y dirigir al FMI.
El nuevo ánimo en favor de un cambio de régimen económico global quedó reflejado en la foto oficial (www.whitehouse.gov/assets/hero/hero_g20class.jp) que fue utilizada ampliamente en la cobertura de la más exitosa de las cumbres del G-20, realizada en Londres en abril de 2009.Al corto plazo, la cumbre de Londres mitigó el contagio financiero que emanaba del sur de Europa, dio al Banco Mundial recursos adicionales para responder al problema de la financiación del comercio para las exportaciones de los mercados emergentes, pareció dar al FMI más poder de fuego y legitimidad, y pareció catalizar el estímulo fiscal coordinado para restaurar la confianza.Pero sólo los más técnicos de estos cuatro logros -los primeros dos- soportaron la prueba del tiempo. Todo lo demás que se acordó en la cumbre de Londres se agrió.
Las siguientes cumbres fueron débiles. La idea del estímulo fiscal coordinado se volvió problemático cuando resultó obvio que muchos gobiernos europeos no podían asumir más deuda sin intranquilizar los mercados y empujarse a un ciclo insostenible de endeudamiento cada vez más caro.Revelaciones que desacreditanY sin embargo, por limitados que demostraron ser los logros de la cumbre de Londres, el proceso mismo de la cumbre no quedó totalmente desacreditado hasta las revelaciones de inteligencia de Snowden. Puede ser que los líderes y su personal fueran ingenuos al creer que sus comunicaciones eran realmente seguras.
Pero las revelaciones de Snowden, que los anfitriones británicos de la cumbre de Londres monitorearon supuestamente las comunicaciones de los participantes, hacen difícil imaginar que la intimidad genuina de anterior cumbres pueda ser recreada jamás. Y con el espionaje dirigido aparentemente de modo principal contra los representantes de las economías emergentes, la brecha entre los países avanzados y los que vienen en ascenso se ha ensanchado aún más.Los líderes mundiales aparecen en parte como ignorantes y en parte como mentirosos al responder a las denuncias. Probablemente tengan razón al subrayar lo poco que saben de la vigilancia. La naturaleza de los programas complejos de recolección de datos es que nadie realmente tiene una visión general.Pero la falta de transparencia que rodea la vigilancia de datos y su "minado" significa que, cuando alguien denuncia dando a conocer información, todos pueden a partir de allí usarla para crear su propia versión de cómo y por qué se generan políticas.
Las revelaciones alientan así teorías conspirativas alocadas.Lo sustancial de lo que siguió a la cumbre de Londres ya ha causado un desencanto generalizado con el proceso del G-20. El affaire Snowden ha hecho estallar cualquier ilusión respecto de la confianza entre líderes y también respecto de que los líderes sean competentes. Al otorgar a Snowden asilo por un año, el presidente ruso Vladimir Putin, tendrá al bombardero en su medio cuando organice la cumbre de este año en San Petersburgo.
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