Sturzenegger ocupa el centro del ring y trae nuevas reformas
El sinceramiento de los precios y el proceso de indexación en marcha tensarán la relación entre discurso y realidad; la apuesta a la competencia y los riesgos de avanzar por decreto
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Federico Sturzenegger sacó a Luis “Toto” Caputo del centro del ring por unos días. La agenda del ministro de Economía, el gran protagonista de la primera semana de mandato de Javier Milei, transcurrió últimamente en un discreto segundo plano.
Esta vez fue el expresidente del Banco Central del gobierno de Mauricio Macri el encargado de recorrer los medios para explicar los alcances de su creación: el mega decreto de desregulación de la economía, un voluminoso cuerpo de medidas que intervienen profundamente en distintos ámbitos de la vida económica, laboral y social del país. Siempre en un tono entre didáctico y desafiante, el economista advirtió que el DNU es “una partecita de las reformas” que quiere hacer Javier Milei. “Veremos si las castas están dispuestas a hacer explícitos sus intereses”, provocó, en una veloz adopción del lenguaje libertario.
El resto de las reformas propuestas se desvelará en horas. Sturzenegger terminó de darle los últimos retoques al proyecto de ley ómnibus en la tarde del sábado y el conocimiento de su contenido es inminente. Se sabe que impulsa reformas impositivas, electorales y administrativas. Se verá entonces el cuadro completo del trabajo que el economista, junto a un equipo de 100 personas, estuvo elaborando durante meses para Patricia Bullrich y que finalmente aterrizó en la góndola mileista.
Milei se hizo amigo de Sturzenegger a fines de 2015, cuando lo llamó para felicitarlo por sus primeras semanas al frente del Banco Central y por haber conjurado, según él, una hiperinflación casi imposible de evitar. Desde entonces han estado en contacto y el vínculo se reforzó luego de las PASO, aun antes de que Macri hiciera explícito su apoyo a Milei. Mientras Sturzenegger todavía formaba parte de los equipos de Bullrich, los libertarios ya habían tendido puentes con él, interesados en su rastrillaje de miles de regulaciones.
El dúo tiene una afinidad natural. Ambos creen que está en juego un objetivo superior que no puede ser demorado y, frente a las críticas, antes que recular, suben la apuesta. Las objeciones que recibió el mega decreto de parte del kirchnerismo, abogados constitucionalistas, gremios y partidos de izquierda fueron rechazadas una por una por Sturzenegger, que también minimizó los cacerolazos en distintos puntos del país. Milei escenificó esa sintonía total con su colega ubicándolo a su derecha en la cadena nacional y a la par de sus ministros. Un golpe de efecto buscado.
El mensaje hacia el interior del Gobierno fue el mismo. “El debate sobre el instrumento, nunca cuestionado y usado ad-nauseam, quiere decir que lo que no se quiere discutir es el contenido. No vamos a jugar en la cancha en la que la oposición quiere que juguemos. Que vengan a discutir el contenido”, les dijo Sturzenegger a sus colaboradores más cercanos tras su raid mediático. “Que me expliquen por qué es tan difícil voltear un DNU en el Congreso; si las reglas de juego son las que impuso el kirchnerismo, hay que preguntarles a ellos por qué las pensaron así; que lo explique algún jurista peronista”, afirmó, reconstruyeron fuentes oficiales.
Pero lo cierto es que, más allá de eventuales oportunismos políticos, no solo hay reparos en ámbitos judiciales, sino también entre economistas y empresarios. Hay en ese universo un consenso de que, como señaló el banco de inversión Morgan Stanley, la aprobación de reformas estructurales como la laboral, la impositiva, la jubilatoria y la desregulación de mercados darían un horizonte al ajuste, alentarán la inversión, el empleo y el crecimiento, pero también existen dudas genuinas. No todo es reacción de la “casta”.
El Presidente plantea la construcción de un modelo “para los próximos 35 años”; la contradicción es que quiere sustentar partes importantes -la laboral y la vinculada a futuras privatizaciones, entre otras- con un decreto. El razonamiento más extendido es que, si al libertario le va mal en los próximos cuatro años, el péndulo volverá al otro extremo y la reversión de las medidas que ahora busca imponer con un DNU se hará de la misma manera.
La seguridad jurídica, vital para la inversión extranjera, tuvo en las últimas horas un defensor inesperado: Juan Grabois. “El que gana no puede pensar que porque ganó las elecciones puede hacer lo que se le dé la gana”, se quejó el exprecandidato presidencial de Unión por la Patria. Certero y paradójico análisis desde el espacio político de Cristina Kirchner, quien en 2012 acuñó el famoso “vamos por todo”. A propósito, ni con el 54% de los votos, logrados en primera vuelta, y el dominio del Congreso -requisitos que Milei no reúne- la expresidenta consiguió su objetivo.
La política argentina tiene un principio rector: si lo hago yo está bien, pero si otro hace lo mismo está mal. En el país se han deshecho leyes y medidas a instancias de un partido opositor que se convierte en oficialismo tras ganar las elecciones; a instancias del mismo partido pero en períodos distintos y según su facción dominante, y hasta por iniciativa de un mismo político, cómo el caso de Milei y su intención de dar marcha atrás con los cambios en el impuesto a las ganancias que él mismo apoyó como legislador.
La estrategia del libertario, más que “vamos por todo” es “a todo o nada”, asumiendo el riesgo político de que sus iniciativas sean rechazadas en el Congreso o bloqueadas en la justicia. Milei acaba de referirse a esos mecanismos republicanos como “rutina administrativa” y da a entender que un resultado adverso a sus objetivos no sería analizado como una derrota, según los cánones de la política tradicional, sino como una oportunidad para dejar en evidencia a los enemigos del cambio y preparar el terreno para consultas populares. Plebiscito mata cacerola.
La carrera de los precios
Un posteo en la red X del dueño de Mercado Libre, Marcos Galperin, quizás haya hecho el aporte más certero a ese relato en construcción que cualquier ocurrencia de los estrategas de comunicación de La Libertad Avanza. “Te mintieron durante 80 años, ayer te dijeron la verdad en 10 minutos”, señaló tras conocerse el decretazo desregulador. Algo así como la píldora roja de la película Matrix traída al contexto político económico argentino. La “casta” mantenía al pueblo engañado, pero Milei llegó para animarlo a conocer la verdad, por más dura que sea y pese a los sacrificios que ésta exija, porque al final del camino hay una vida mejor. Enojada por la revelación, la “casta” reacciona ahora para proteger sus privilegios.
Es una visión mística de las cosas en la que el profeta pide ser seguido sin dar demasiadas explicaciones. No todos la comparten. Juan Llach, integrante fundamental del equipo de Domingo Cavallo cuando fue ministro de Economía de Carlos Menem, entiende que el mega decreto encontró tanta resistencia porque falló la comunicación. “La gente no es tonta y son tantos los que votaron a este gobierno que habría que haberle explicado al pueblo claramente por qué se está haciendo esto, artículo por artículo”, analizó quien era viceministro de Economía cuando Menem presentó el también mega decreto de desregulación de 1991.
El sinceramiento de los precios de bienes, servicios, tarifas de luz y gas, transporte y combustibles que corre en paralelo a estas batallas de fondo, junto al recorte de los salarios y las jubilaciones en términos reales (y quizás nominales si se da marcha atrás con Ganancias), pondrá a prueba el nuevo relato este verano. Por eso la necesidad y la urgencia del Gobierno es introducir competencia para tratar de morigerar el impacto inflacionario. Es una carrera contra el tiempo: ya asoma la indexación mensual de las tarifas, las prepagas, los impuestos y las paritarias, que se sumará a la ya vigente en, por ejemplo, las cuotas de los colegios privados, y que podría trasladarse rápidamente a otros rubros ya indexados aunque con una frecuencia algo menor, como los seguros y los contratos de alquiler.