La atípica familia tipo
Sembrando ideas para una sociedad igualitaria
Los supersónicos, serie animada futurista de los sesenta, presentaba cada capítulo con una introducción que, vista desde hoy, ha quedado como un estereotipo de museo. El papá maneja un auto volador y eyecta con un botón a cada hijo (nena y nene) hacia la escuela; luego, saca la billetera, le extiende la mano con dólares a su esposa, quien los esquiva para agarrar la billetera completa y salir volando en su cápsula transparente al shopping. El papá supersónico continúa el viaje hasta llegar a su trabajo, el auto se convierte en maletín y una cinta transportadora lo deposita sonriente en su silla de la oficina espacial. De este futuro imaginario solo nos queda la promesa de autos inteligentes de Tesla; todo el resto ha cambiado radicalmente.
Un estudio de Heather Boushey (2016) muestra que en 1960, en los Estados Unidos, el 65% de los niños menores de 15 años vivía en una familia supersónica con padres casados en la que el papá trabajaba y la mamá era ama de casa; sólo el 18% tenía padres casados y ambos trabajando fuera del hogar. Uno de cada 350 niños vivía con una madre soltera. En cincuenta años esta imagen se transformó: hoy sólo el 22% de estos niños estadounidenses viven en una familia en la que el padre es quien sale a ganarse el pan y la madre es ama de casa full time. Un cuarto de ellos viven sólo con su mamá (la mitad, además, son madres solteras). Un tercio de esos niños tienen padres casados y que trabajan ambos fuera del hogar. Es muy difícil hablar de una familia típica en el sentido de los 60.
Estos cambios en la estructura de las familias tuvieron su paralelo en la Argentina. El censo 2010 muestra que más de cuatro millones de mujeres en el país son jefas de hogar y representan un tercio de los hogares (y la tendencia viene en aumento desde 2001).
El 70% de estas mujeres están al frente de un hogar monoparental, es decir, son el único sustento económico de su familia. Entre las jefas de hogar hay unas pocas profesionales con buenos ingresos, divorciadas -que son cada vez más- y la gran mayoría son mujeres pobres.
A su vez, los hogares con jefa de hogar también tienen una brecha de ingreso con respecto a los que tienen jefatura masculina. Se estima que los ingresos de esos hogares rondan sólo entre el 71 y el 82% de los últimos. El conurbano de Buenos Aires es en donde más hogares a cargo de mujeres hay, alcanzando el 48% del total. Y es entre estas familias en donde más impacta la pobreza. No sólo porque hay un único ingreso, sino porque además las mujeres con hijos tienen dificultades para conseguir trabajos full time y bien remunerados. El cuidado de niños y ancianos y las tareas del hogar demandan gran parte de su jornada.
Otros obstáculos que enfrentan todas estas mujeres son estructuras laborales y un Estado que aún conciben a las familias de acuerdo con el modelo supersónico.
Las nuevas configuraciones familiares desafían las formas de pensar el trabajo en muchos planos, desde lo psicológico hasta lo económico y lo político. Los cuidados, que hoy caen en la órbita de lo privado y bajo la égida de las mujeres necesitan escindirse del género y de la familia. Entrar al futuro para el Estado y las empresas no es sólo incorporar tecnología, sino también asimilar estos cambios.