La Argentina promete, pero el mundo ya no le cree
Buscar ser creativos servirá en el corto plazo, pero tiene sus costos en materia de credibilidad; en el FMI crecen las dudas sobre adelantar dólares al Gobierno, mientras que varias empresas piensan en irse
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“Las autoridades les están pidiendo a nuestras empresas que operan en la Argentina, que les pidan a sus matrices en Europa que les facturen en yuanes, usando para ello a los proveedores o filiales que puedan tener en China”, relataba, con asombro, un diplomático europeo. Lo que para el Gobierno se ha transformado en una genialidad, o al menos una salida creativa ante la escasez de dólares, para el mundo es incomprensible y geopolíticamente inviable.
Pero la Argentina se ha transformado en el país de las anomalías. Lo más preocupante es que ninguna autoridad se sonroja por ello. Ya en Washington está asentada la idea de que las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no avanzarán hasta tanto no se definan las listas de candidatos, el próximo 24 de este mes, y hasta que Sergio Massa no tenga la certeza de haber conseguido el lugar que considera que le corresponde. “Sergio ya pasó el mensaje de que no trabaja para otros”, confió una fuente con acceso al Tesoro de los Estados Unidos. Cerca del presidente Alberto Fernández insisten, con todo, en que la vocación del Gobierno es cumplir con el FMI y no entrar en default. Por ahora, la aspiración del Presidente coincide en los márgenes con el plan de Massa. Pero recién se sabrá a ciencia cierta una vez que se definan las candidaturas.
No importa que la estabilidad cambiaria del país esté en juego ni mucho menos que una vez más la reputación de la Argentina como deudor vuelva a resquebrajarse. Si bien el país debe pagarle al FMI US$2700 millones entre el miércoles y jueves que viene, ya en el Gobierno especulan con que el pago no se hará hasta fin de mes, el máximo plazo antes de entrar en mora. Consciente de las limitaciones que tiene un Gobierno en campaña, el Fondo ahora está negociando con el Gobierno nuevas metas fiscales, monetarias y de reservas, pero además le está pidiendo que avance en una suerte de nuevo desdoblamiento cambiario, imponiendo un sobrecosto a la compra de dólares y a las importaciones .
El staff del FMI ya aprendió de forma acelerada que con la Argentina vale ante todo la creatividad, sobre todo para un Gobierno en el que pesa más el parecer que el ser. Si hay que devaluar que no se note. También el FMI exigirá un esfuerzo fiscal adicional. Massa podrá con su poder de lobby conseguir mucho, pero no lo imposible.
“Hay muchas resistencias de los accionistas y del staff del FMI –reconoce una fuente al tanto e las negociaciones–. Pero el acuerdo será un acuerdo de naturaleza política, que es lo que se viene trabajando con la Casa Blanca, más allá lo que desee el Tesoro de los Estados Unidos”, confió.
Lo que está claro a esta altura es que tampoco el FMI cederá al pedido de la Argentina de un adelanto de divisas para volcar al mercado de cambios, como vienen deslizando desde el ministerio que conduce Massa. Ya saben en el Fondo que, con la elección en puerta, será una tentación para el ministro usar ese dinero para anclar al dólar. De hecho, esta semana volvió el ruido en el BCRA entre quienes consideran en Economía que hay que intervenir para contener los dólares financieros comprando bonos contra divisas y quienes consideran que es demasiado arriesgado seguir perdiendo reservas.
En el FMI gana cada vez más terreno la idea de ir haciendo desembolsos paulatinos. “Los banqueros tenemos un dicho: nunca poner plata mala sobre plata mala. Al mal deudor que pide de nuevo plata y dice que va a ser lo último que pide y que después va a pagar no hay que darle nada”, ilustró un banquero privado, que sin embargo por estos días no tienen más remedio que seguir financiando al Tesoro suscribiendo letras. Siempre es más objetiva la evaluación de la situación de un tercero que la propia…
Tampoco la Argentina tiene fuentes de financiamiento alternativas a las del FMI. El swap (préstamo) con China representa poco más de un mes de importaciones. Y en muchos sectores ni siquiera corren. La crisis que está viviendo el comercio exterior, puntualmente con los fletes marítimos, pronto va a dar qué hablar. “Estamos en un punto crítico; está pasando que en origen, no importa cuál sea, nadie te embarca un contenedor hacia la Argentina si no pagás el flete antes en una cuenta en el exterior”, relató un empresario del sector. Anoche, en el restaurante Puerta del Inca, en San Telmo, se juntaron 59 empresas del sector para idear una estrategia conjunta; algunas ya están operando al límite de la solvencia. “Esto afecta a transportistas, despachantes de aduana, camioneros locales, terminales portuarias, depósitos de mercaderías, todo lo relacionado con el comercio exterior. Y nadie está abordándolo”, dijo el empresario, sumido en una gran frustración.
Por más impulso que intente dársele a la actividad, los números que manejan en privado en el área de Programación Económica ya están convalidando para este año una desaceleración de la actividad del 2%, con una inflación que en el segundo semestre –si no hay una devaluación del tipo de cambio– la están estimando en torno al 5% mensual. En el Excel todo es más sencillo. También en el Presupuesto 2023 se había estimado inicialmente una inflación para el año de 60%, contra el 148% que ahora estiman las consultoras privadas que cada mes participan del Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) que hace el Banco Central.
La realidad siempre termina por imponerse. A poco más de un mes de haber participado del anuncio de un nuevo plan de Ahora 12 con el Gobierno, los banqueros ya están solicitándole al secretario Matías Tombolini una revisión de las tasas de interés contempladas en el plan. Hoy la tasa para financiar las cuotas del Ahora 12 es del 72,75% –muy por debajo de la inflación esperada–. Ningún banco quiere dar préstamos con semejante brecha, de ahí que pocos estén cumpliendo con aquella promesa de elevar de forma generalizada los límites para el consumo en cuotas con tarjeta.
La única economía que se mantiene rodando, y con fuerza, es la informal. No sólo es la única que genera empleo en el último tiempo, sino que plantea un gran desafío hacia adelante. En la Argentina de las singularidades, hoy a quien quiera sacar ahorros al exterior por el canal blue se le paga una tasa de entre 1,5% y 2%, mientras quien quiera ingresar divisas no declaradas tiene que pagar entre el 5 y hasta el 6%. Evidentemente la economía de quienes viven de rentas o prestan servicios no declarados en el exterior es mucho más grande de lo que las autoridades reconocen.
La palabra argentina está devaluada y no sólo en la economía. El presidente Fernández no dejó la mejor impresión esta semana cuando pegó el faltazo, con apenas horas de preaviso, al evento organizado por la Unión Europea en un hotel céntrico, en el marco de la visita al país de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen. De salida, es cierto que es poco lo que puede ofrecer Fernández, pero hoy todos los equipos económicos de la oposición anticipan un interés por avanzar con acuerdos como el de la Unión Europea-Mercosur. La Argentina tiene, en ese sentido, una nueva oportunidad de acercamiento con el bloque a partir de julio, cuando España se haga cargo por seis meses de la presidencia del Consejo de la Unión Europea. Tradicionalmente España es quien pone la lupa sobre las cuestiones vinculadas a América latina. Y el 17 del mes próximo tendrá lugar en Bruselas la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea y de la Celac (la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).
Si bien la Argentina, de la mano de Brasil, viene coqueteando con un acercamiento al bloque de los BRICS –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica–, las tensiones geopolíticas obligarán a los equipos que asuman a partir de diciembre a manejarse con extrema sutileza. Esta semana, Canadá decidió suspender sus vínculos con el banco de desarrollo asiático, Banco de Inversión en Infraestructura de Asia (AIIB, por sus siglas en inglés), bajo el argumento de que el Partido Comunista Chino se había infiltrado en la institución.
Buscar ser creativos u originales servirá en el corto plazo, pero tiene sus costos. El Banco Itaú no es la única compañía dispuesta a salir del mercado argentino antes de ver un nuevo gobierno. Hay más casos. Una petrolera grande, que lleva más de un siglo en el país, tiene todo listo a la espera de que surja una oferta de compra atractiva. No importa el potencial que puedan tener sus activos en Vaca Muerta: la Argentina es demasiado riesgosa, demasiado impredecible. Agotadora.
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