La Argentina no ha podido, en 200 años, resolver la cuestión de su federalismo
En 200 años de historia no hemos resuelto la cuestión federal. Y van ya 25 años de incumplimiento de la Constitución Nacional de 1994 que mandaba, para 1996, una nueva ley de coparticipación federal.
A partir de 1880 se pacificó el país y llegó el crecimiento. La demanda externa modeló una geografía centrada en la ciudad y en la provincia de Buenos Aires y en la pampa húmeda. Polos menores se construyeron en Cuyo (con cabecera en Mendoza), en el NOA con el azúcar, luego en la Patagonia y, más tarde, en Córdoba, con la industria. Pero la mayoría de las manufacturas ya estaba en el Gran Buenos Aires. Muchas provincias recurrieron a las promociones y, más aún, al empleo estatal, sin resultados satisfactorios. Pese a la Constitución de 1853, la recaudación se concentró en la Nación, y luego surgió el esquema de la coparticipación para distribuir lo obtenido por los impuestos entre la Nación y cada provincia.
El actual sistema, heredado de tantos avatares, es malo, con provincias sin actividad económica ni recaudación suficientes para mantener sus estados y con un círculo vicioso de empleo público que aumenta el costo laboral para eventuales inversiones. Solo dos jurisdicciones, la provincia y la ciudad de Buenos Aires, generan renta fiscal mayor a sus gastos y, así, financian la coparticipación; otras dos provincias, Córdoba y Santa Fe, son autosuficientes, pero no aportantes netas. Y Mendoza y Neuquén están cerca de vivir de sus recursos. Las restantes dieciocho dependen, en distinto grado, de la coparticipación.
Enumeramos posibles soluciones.
1. Cambio de rumbo del país hacia una economía capitalista e inclusiva.
2. Apertura gradual en el marco de un Mercosur renovado y potenciado con acuerdos comerciales, como con la Unión Europea y el Asia Pacífico.
3. Todas las provincias están en condiciones, reprimidas por malas políticas nacionales y locales, de preparar un plan estratégico, productivo e inclusivo, con estimación de atracción de inversiones y su impacto en el empleo, que podría ser financiado por la coparticipación y por organismos multilaterales.
4. En ese marco, hay que analizar la productividad de los trabajadores del Estado y su probable excedente.
5. En la Nación y en las provincias, el crecimiento de la economía debe ser mayor al del sector público. Se deben eliminar o reducir malos impuestos, como retenciones e Ingresos Brutos y bajar la grotesca evasión tributaria, del orden del 50%. Urge una solución sólida a la cuestión federal que, en buena medida, puede lograrse cumpliendo las leyes.
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