Muchos consumos típicos de la clase media, como las prepagas, los colegios, el servicio doméstico y los combustibles, tienen subas mensuales definidas con anticipación y, en algunos casos, según un índice; qué implica haber entrado en esa dinámica
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La gran incertidumbre reinante en la economía argentina derivó en una virtual indexación de los valores en muchos de los consumos típicos de la clase media, como una búsqueda de una mínima previsibilidad a la hora de acordar precios o de firmar contratos. El problema es que el mecanismo de reajustar las cifras con una alta frecuencia predeterminada dificulta aún más el objetivo de bajar el índice de inflación. Así, se configura un verdadero círculo vicioso del que solo se puede salir, según afirmaron los economistas consultados por LA NACION, con señales sólidas de austeridad fiscal y monetaria, algo que requiere decisión política y, además, tiempo.
Las cuotas de medicina prepaga y de los colegios privados, las expensas, los seguros de autos, los combustibles, los salarios del servicio doméstico, las tarifas de telefonía, internet y televisión por cable y los importes a pagar en los clubes, entre otros tantos rubros, están hoy afectados por aumentos mensuales que se fijan con anticipación.
Si bien no se trata estrictamente de una indexación, ya que para que esta forma de actualización se configure los incrementos deben estar atados a un índice específico, y eso no sucede en la totalidad de los casos, lo cierto es que los reajustes se producen de una manera muy similar y con idénticos efectos.
Hace dos semanas, por caso, el ministro de Economía, Sergio Massa, anunció la inclusión de las cuotas de los colegios privados en el programa Precios Justos, con lo que tendrán aumentos mensuales de 3,35% hasta junio. El precio promedio de lo vinculado con la educación –el rubro incluye colegios y útiles escolares– subió en 2022 un 91,1%, según la medición nacional del Indec. En la Ciudad de Buenos Aires en particular, el alza fue de 105,4%, de acuerdo con el índice local.
“La indexación es un camino de ida. Es terriblemente costoso a la hora de encontrarle una salida; limita el poder de compra y, si todos quieren indexar, se vuelve muy difícil bajar la inflación” - Marina Dal Poggetto (Consultora Eco Go)
Marina Dal Poggetto, economista y directora de Eco Go, consideró que la virtual indexación es el síntoma de una economía desordenada e inflacionaria. “Cuando se entra en zona de alta inflación, arriba del 100%, hay tres problemas: el ritmo de aumento de los precios, la distorsión de precios relativos y la brecha cambiaria. Frente a ese esquema, la lógica es que cada sector trate de cubrirse y, ahí, lo más fácil es indexar”, analizó.
Opinó también que la indexación es previsible en un escenario de alta inflación, pero que no por eso deja de ser un mecanismo pernicioso. “Es un camino de ida. Es terriblemente costoso a la hora de encontrarle una salida, limita el poder de compra y, si todos quieren indexar, se torna muy difícil bajar la inflación”, acotó.
En sintonía con esas advertencias, Lorenzo Sigaut Gravina, director de Análisis Macroeconómico de la consultora Equilibra dijo que, a medida que la suba de precios se acelera, se tiende a ver este mecanismo. “Por ejemplo, si uno trabaja con una contadora, le pide que trate de hacer que los honorarios sigan a la inflación y, además, se empiezan a ver cláusulas de ajustes en otros rubros. Cuando los precios aumentan al 6% mensual, todos tratan de encontrar mecanismos para actualizar sus ingresos”, dijo el economista.
Esto, según Sigaut Gravina, genera mucha inercia inflacionaria, porque, si se viene con un incremento de precios de 4% mensual y hay un shock que lo lleva a 6%, en unos meses todo va a ir al 6%. “Por lo cual, se termina con una inflación más alta y es cada vez más difícil bajarla”, agregó.
“Se empiezan a ver cláusulas de distintos tipos de ajustes en varios rubros. Cuando los precios aumentan al 6% mensual, todos tratan de encontrar mecanismos para actualizar sus ingresos” - Lorenzo Sigaut Gravina (Consultora Equiibra)
En la lista de rubros que aceleraron su período de ajuste está incluido, entre otros, el servicio doméstico. Los salarios aumentaron 5% este mes, como parte del acuerdo de la Comisión de Trabajo en Casas Particulares que prevé un total de 24% entre diciembre y marzo. Luego de haber aumentado 8% en diciembre y 7% en enero, la remuneración también subirá otro 4% en marzo
Más y más consumos
En tanto, los combustibles tienen un sendero de alzas mensuales. Tras el acuerdo del Gobierno con YPF, Shell, Axion y Puma, se fijó un aumento del 17%, fraccionado en cuatro meses. En virtud de eso, esta semana hubo una nueva suba de 4%, luego de las aplicadas en enero y diciembre, de igual porcentaje. En marzo habrá otro aumento, de 3,8%.
“Para salir de este esquema se necesitaría un plan muy integral, que tenga componentes fiscales para atacar la inflación y una serie de elementos que permitan cambiar las expectativas” - María Castiglioni Cotter ((C&T Asesores Económicos)
Otro tanto sucede con los servicios de telefonía móvil, Internet, telefonía fija, cable y televisión satelital. Las firmas licenciatarias fueron autorizadas para aplicar este mes una suba de hasta 4%, tras el aumento, también de 4%, que hubo en enero. En marzo podrán aplicar otro incremento de hasta 3,5%, y en abril, otro de hasta 3,5%. Todo ello, según lo autorizado por el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom).
Claro que el problema para el bolsillo es que los salarios no tienen una actualización acorde y van perdiendo poder adquisitivo. Según el Indec, las remuneraciones en el mercado laboral aumentaron el año pasado, en promedio, 90,4%, es decir, 4,4 puntos porcentuales por debajo de la inflación, que trepó a 94,8%.
Diana Mondino, economista y profesora de Finanzas en la Universidad del CEMA, explicó que muchos de los bienes y servicios que consume la clase media, como colegios o medicina prepaga, son altamente intensivos en personal calificado, y esos salarios tienen que subir para que el servicio siga existiendo. Pero, ocurre que las familias no pueden los incrementos a menos que, a su vez, suban sus propios ingresos. “Esperar que se mantenga el poder adquisitivo de unos a costa del de otros es ingenuo”, opinó.
“Con los salarios que suben cada tres meses, un dólar que avanza dando saltitos y tarifas que no se sabe cuánto y cómo se ajustarán, se arma un gran lío de precios relativos” - Diana Mondino (Universidad del CEMA)
La economista explicó que la indexación en sí misma no es más que cambiar la unidad de cuenta a algo flexible, pero en la Argentina tiene el problema de que algunos precios son más flexibles que otros. “Con salarios que suben cada tres meses, un dólar que avanza dando saltitos y tarifas que no se sabe cuándo y cómo se ajustarán, se arma un gran lío de precios relativos”, remarcó la economista.
María Castiglioni Cotter, economista de C&T Asesores Económicos, recordó que durante la Convertibilidad se había prohibido la indexación, después de varios años con una inflación por las nubes. “Ahí se cortó durante años y por eso hay limitaciones para indexar contratos; sin embargo, a medida que se aceleró la inflación, hasta un nivel superior al 25% anual desde hace ya una década, la economía empezó a generar mecanismos de indexación y hoy en la Argentina casi todo está indexado”, indicó.
Para la economista, esta indexación también se ve en la financiación buscada por el Gobierno en el mercado doméstico, donde ha tenido que pasar de bonos a tasa fija en pesos a mediano plazo, a tasas más altas con plazos más cortos, o bien permitir ajustes por tipo de cambio o por inflación. “De hecho, esta alta inflación es inestable, y por eso los mecanismos de indexación a veces se quedan cortos y hay que renegociar contratos, lo que reduce los negocios, eleva la incertidumbre y disminuye el crédito”, describió.
Eugenio Marí, economista jefe de la Fundación Libertad y Progreso, subrayó que tener una inflación alta rompe con el buen funcionamiento del sistema de precios. “La elevada incertidumbre hace que firmar contratos a plazos largos sea solo para valientes. Ante esto, es natural que surjan mecanismos de ajuste automático. Esta indexación por la incertidumbre hacia adelante se ve incluso en las licitaciones de la deuda pública, en las que aparecieron los títulos ajustables por CER, los dólar linked y los duales”, comentó.
¿Cómo reacciona la clase media ante esta indexación virtual de sus gastos? Guillermo Oliveto, especialista en tendencias sociales y consumo, sostuvo que hasta ahora hubo una propensión a consumir, producto de la salida de la pandemia y de haber sufrido el encierros, pero que a partir de marzo se volverá a la realidad. “Ahí se va a sentir la restricción; la vocación por consumir no se va a frenar, pero la clase media se va a ver obligada a elegir entre lo que puede y lo que no”, estimó.
“Para restituir el equilibrio de precios, el Gobierno debe dar señales de austeridad fiscal y monetaria aún más duras y, además, mostrar que eso podrá sostenerse en el tiempo” - Eugenio Marí (Libertad y Progreso)
Para Oliveto, se vienen meses en los que “empatar” será negocio. “En marzo vas a pagar la inflación de 2022, no la de 2023. Entonces, hoy no hay modo de eludir la suba del colegio, del alquiler o de lo que compra la clase media. Y los sueldos subieron, pero no para todos”, analizó.
En este contexto, según Oliveto, la clase media va a tener que ver qué recortar. “Lo que hoy se dice es que hay tres cosas que no se piensan tocar: el colegio, la medicina prepaga –que son las dos cosas que dan proyecto en un país que no da proyecto–, y la tecnología, porque también permite proyectar, porque es empleo, información y conectividad. Todo el resto del consumo típico de la clase media puede entrar en revisión. ¿Y qué te da esta ecuación? Fastidio. Encontrarte con la restricción es encontrarte con un límite”, concluyó el especialista.
Salir del círculo vicioso
Ahora, ¿cómo se corta el círculo vicioso de la indexación? Dal Poggetto señaló que depende mucho del juego político-económico, pero que en su opinión lo que se necesita es un plan de estabilización. “El Plan Austral, por ejemplo, estableció una tabla de desagio [un mecanismo para desarticular la indexación] para los contratos. Y Brasil, por su parte, tuvo un programa de estabilización con el real. Hoy la Argentina está en un escenario híbrido, porque no tiene hiperinflación y no está totalmente indexada”, concluyó.
Castiglioni Cotter consideró que se necesitaría un plan muy integral, que tenga componentes fiscales que ataquen las causas de la inflación, pero también una serie de elementos que permitan cambiar las expectativas de manera rápida. Y que se requiere pensar un mecanismo de compensación inicial, para luego ir a un ajuste que algo de indexación podría llegar a tener, pero más en línea con la inflación futura que con la pasada.
Según Marí, para restituir el equilibrio de precios, el Gobierno debe dar señales de austeridad fiscal y monetaria aún más duras y, además, mostrar que la tendencia podrá sostenerse en el tiempo. “De lo contrario, los efectos serán transitorios, como se vio con Precios Justos. Ahí, el Gobierno apostó a un acuerdo ‘desindexatorio’ que bajara la dinámica inflacionaria, pero sin tener las bases para una desaceleración de la inflación; en menos de dos meses, el viejo acuerdo quedó sin efecto y hubo un relanzamiento”, refirió.
Mondino no ve una salida ordenada. “Supongamos que, de pronto, hay una dolarización, se congela todo y los precios no suben. ¿Nos vamos a quedar con estos sueldos y jubilaciones? Como también quedarían congeladas las tarifas de los servicios públicos que requieren subsidios perpetuos, en seguida tendríamos déficit de nuevo”, razonó la economista. “La única solución es un salto en la productividad, pero es muy difícil de concretar en el actual contexto”, agregó.
Sigaut Gravina coincidió en que la salida de este laberinto es bajar la inercia inflacionaria, y eso, en su opinión, se logra con un plan de estabilización que se proponga reducir la inflación anual a un dígito. “Eso, por ejemplo, se hizo cuando se apeló a la convertibilidad para dejar atrás la hiperinflación”, recordó.
La salida de este círculo vicioso requiere, sin dudas, medidas de fondo que vayan más allá del mero síntoma. Mientras eso no exista, la clase media seguirá atrapada en esta virtual indexación, casi sinónimo de “mala palabra” para varias generaciones de argentinos.
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