La Argentina decadente: el chat de empresarios ve un futuro muy complicado
Impuestos, regulaciones y falta de plan económico son algunas de las quejas compartidas; también se expresan en Twitter
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Están peor que molestos: más bien, decepcionados. Probablemente como nunca. La diferencia es que, esta vez, el enojo y el desánimo parecen bastante ecuménicos: abarcan al Gobierno y a la oposición. Nuestra Voz, el grupo de WhatsApp que nació en la era Macri con el propósito de defender principios como la libertad de mercado y la propiedad privada, volvió a sacudirse por la bronca del establishment económico. El desencadenante fueron los aumentos en las categorías más altas del impuesto a los Bienes Personales y la firma del Consenso Fiscal, que habilita a las provincias a crear tributos.
Por eso las críticas no se aplacan, e incluyen desde el lunes a los gobernadores radicales que estuvieron ese día en la Casa Rosada con Alberto Fernández. Este chat, que tiene más de 250 integrantes, nació el 29 de mayo de 2019, el día de un paro general que los puso en alerta y los llevó a elegir un slogan que pretende definirlos, pero que, a estas alturas, se parece más a una utopía: “No queremos atropellos”, dicen.
Atropellos es la categoría en que los empresarios ubican todo impuesto nuevo. Bastó que la Cámara de Diputados aprobara la semana pasada los cambios para que Eduardo Borri, de la empresa de maquinaria agrícola Metalfor, iniciara en el grupo una amplia conversación que sigue activa. Lo hizo a través de un posteo de un diario de Mendoza que anticipaba lo obvio, que el pacto fiscal supondría una mayor carga tributaria.
Es probable que Borri viniera con ganas de expresarse y que eso haya contagiado al resto. Porque Martín Migoya, de Globant, uno de los fundadores del grupo, instó enseguida a todos a manifestarse al respecto, y así lo hicieron unos cuantos. El día de Nochebuena, por ejemplo, con apenas una hora de diferencia, Borri; Luis Baumele (hijo) y Guibert Englebienne, también de Globant, publicaron en Twitter el mismo mensaje: “Esta voracidad fiscal con mayores y nuevos impuestos tendrá un único y funesto resultado: que suban las exportaciones, pero de capitales, empresarios y emprendedores. Cada día menos empresas, menos empleo y más pobreza! #noalasubadeimpuestos”, decía. Nada muy distinto de lo que, por ejemplo, había posteado un día antes en la misma red Pierpaolo Barbieri, fundador de Uala. “Bienes Personales tributa sobre bienes brutos, no netos. Eso implica que, si tengo una casa que vale 100, pero con deuda de 90, pago sobre 100. Grava pasivo como activo. Ningún otro país con impuesto al patrimonio (que son cada vez menos) hace eso. ¿Por qué acá sí?”, dijo.
Cuando Cristiano Rattazzi, de Fiat Auto, leyó en el chat la propuesta de Migoya, aprobó con escaso optimismo: “100% de acuerdo, pero hace 90 años que estamos en decadencia y estos otros dos años van a ser tremendos”, escribió. Diego Álvarez, del banco de inversión Sophia Capital, fue al fundamento del asunto y resultó más drástico: “El capitalismo con este nivel de impuestos no funciona”, agregó. Es cierto que no todos estaban de acuerdo con la efectividad del método. “Con todo respeto -intervino Diego Manfio, de Ingeniería SIMA, una empresa de servicios petroleros-. Creo que tenemos que ser más inteligentes: pedir la baja de impuestos no va a generar ningún eco hoy”. Pero el momento bien valía al menos una descarga personal. Sentirse acompañados en la carga tributaria. “Encima, Bienes Personales ya es un impuesto a la herencia anticipado”, se quejó Gabriel Martino, expresidente del HSBC, que volvió al tema ayer, publicando en Twitter una columna de opinión de Diego Cabot en LA NACION que advertía sobre las consecuencias negativas de la mayor presión fiscal. “Esta es parte de la Argentina decadente a cambiar: de seguir así, seguiremos exportando capitales, empresarios y emprendedores”, dijo Martino. Bameule retuiteó el posteo.
La Argentina tiene un gasto público récord. Hace rato que el establishment económico no alberga esperanzas de que se bajen impuestos. Y es indudable que eso afectará más la inversión. En Nuestra voz juzgan el aumento en Bienes Personales como “un manotazo al ahorro, al empresariado y al crecimiento”. Es el modo en que tituló Ricardo Estévez, otro de los integrantes del grupo, una columna de opinión el domingo pasado en Infobae. Oscar Pemán, dueño de una exportadora de semillas, la publicó en el chat. “Felicitaciones”, le dijo al autor Silvia Torres Carbonell, del IAE, la escuela de Negocios de la Universidad Austral. “Muy buen artículo, Ricardo”, se sumó David Lacroze, exdirectivo de la Rural. Bameule fue, como Martino, a la objeción técnica del tributo: “Bienes Personales se hizo justamente como reemplazo y mejora del impuesto a la herencia”.
Si no partiera de quienes podrían estar invirtiendo, esta catarsis generalizada no tendría ninguna incidencia sobre el futuro de la Argentina. Pero la indignación de un emprendedor se mide en primer lugar por lo que deja de hacer.
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