La ‘agricultura vertical’, de la ciudad a la ciudad
En el futuro, los alimentos podrían provenir de invernaderos urbanos de varios pisos de altura
¿Quiere ver de dónde podría venir su comida en el futuro? Alce la vista.
Las semillas de una revolución agrícola están echando raíces en ciudades de todo el mundo, un movimiento que los impulsores dicen que cambiará la forma en que las personas obtendrán sus frutas y verduras y en el proceso resolverían algunos de los mayores problemas ambientales del mundo.
Se la llama agricultura vertical, y se basa en un principio simple: en vez de transportar alimentos en camiones desde el campo a la ciudad, los frutos se cultivan tan cerca de casa como sea posible, en invernaderos urbanos.
En Suecia se erige un edificio triangular de 12 pisos, donde las plantas viajarán desde el último piso hasta el primero para aprovechar la luz solar y facilitar la recolección. Luego está lo que alguna vez fue una empaquetadora de carne en Chicago, donde las verduras se cultivan en balsas flotantes, alimentadas por los residuos de los acuarios cercanos.
Como sea que se implemente la agricultura vertical, sus promotores dicen que los beneficios inmediatos serán visibles. No habrá tantos camiones de entrega consumiendo combustible y botando humo por sus tubos de escape, y los comercios en las ciudades tendrán un acceso más expedito a alimentos frescos y saludables.
Más adelante, dicen sus defensores, la agricultura vertical podría traer cambios más radicales. La agricultura bajo techo reduciría el uso de pesticidas y herbicidas que contaminan el medio ambiente. La preservación o recuperación de los ecosistemas más naturales podría desacelerar el cambio climático y mientras más comida se produzca en interiores, menos susceptibles seremos a crisis ambientales que alteran los cultivos y elevan los precios hasta las nubes.
Dickson Despommier, profesor de microbiología en la Universidad de Columbia, que desarrolló la idea de la agricultura vertical con un grupo de estudiantes en 1999, piensa que la técnica se volverá más y más atractiva a medida que el cambio climático aumente el costo de la agricultura convencional y los avances tecnológicos abaraten la agricultura de invernadero. De hecho, espera que el mundo pueda producir la mitad de sus alimentos en granjas verticales dentro de 50 años.
Numerosas granjas verticales ya funcionan en varias partes del mundo, y otras están en construcción. Algunas están respaldadas por organizaciones sin fines de lucro orientadas a promover causas ecológicas o la creación de empleo. Otras serán empresas con fines de lucro destinadas a satisfacer la demanda de frutos locales. Y otras, como una en Corea del Sur, son financiadas por los gobiernos que buscan aumentar la seguridad alimentaria.
Hasta ahora, las granjas verticales producen sólo una pequeña cantidad de comida. Sus impulsores todavía están desarrollando diferentes diseños de construcción y técnicas para mejorar la eficiencia del cultivo en interiores. Sin embargo, todavía no ha surgido un modelo de negocio probado basado en el concepto.
Un ambicioso proyecto en construcción está tratando de resolver esos retos. La granja triangular en Linköping, Suecia, será una de las granjas verticales más altas del mundo. Plantagon, la empresa sueca detrás del proyecto, no sólo venderá sus alimentos en la ciudad, sino que también alquilará espacios para oficinas en la mayoría de los pisos del edificio.
"Es mucho más costoso, por supuesto, construir un invernadero vertical que uno convencional", reconoce Hans Hassle, presidente ejecutivo de Plantagon. Sin embargo, las fuentes de ingresos previstas ayudarán a compensar los gastos y los costos de energía serán menores debido a que la instalación utilizará los residuos procedentes de varias fuentes, como el calor de una central eléctrica cercana y el biogás producido por la conversión de la propia basura orgánica del edificio. En total, las medidas de ahorro previstas reducirán el consumo de energía del edificio entre 30% y 50%, dice Hassle.
Sin embargo, muchos expertos no están convencidos de la agricultura vertical. El argumento central en su contra es que las granjas convencionales son los lugares más simples y más eficientes para producir alimentos. El cultivo de alimentos en invernaderos, utilizando luz artificial y otros equipos especiales representa más esfuerzo y gastos y anula las ventajas de estar más cerca de los consumidores, dicen los críticos.
George Monbiot, escritor y activista ambiental de Inglaterra, dice que no hay "ninguna posibilidad" de que técnicas más complicadas como las de la agricultura vertical puedan contribuir sustancialmente a la producción mundial de alimentos. R. Ford Denison, profesor adjunto de ecología agrícola de la Universidad de Minnesota, cree que el uso de las granjas verticales anularía cualquier ahorro de combustible del transporte. "Movilizar alimentos de la granja a la tienda es una fracción ínfima del consumo total de la energía en la agricultura", sostiene.