La AFIP necesita un innovador plan de gestión
El contexto que se le presenta a la AFIP después del blanqueo es harto complejo, ante la reducción de la recaudación impositiva por cambios legislativos. Además, la reforma tributaria integral que se discute se da en un escenario cuyo objetivo es reducir la presión tributaria.
En esta transición, la situación aparece también complicada como consecuencia de las denuncias penales, los cambios de estrategias y las auditorías internas, en un marco de importante restricción presupuestaria como no se observaba en los últimos tiempos en la administración tributaria. Ello trae aparejadas demoras en la renovación tecnológica, con graves falencias en las cuentas corrientes y abandono del concepto de "ciclo completo".
Desde lo operacional, se observan en la AFIP importantes asimetrías en las áreas de investigación, fiscalización, determinaciones de oficio y en lo contencioso. Además, ambas determinaciones de oficio se encuentran al límite de la prescripción, lo que provoca que muchas denuncias penales se hacen cuando se encuentran también al borde de la prescripción. A su vez, las fiscalizaciones electrónicas han alcanzado un volumen tal que dejan a la AFIP en una situación de marcada inoperatividad, siendo un sistema de muy baja efectividad. Así, hay un importante desaprovechamiento de la información disponible.
Buena parte de las operaciones se concretan en las agencias, que a su vez presentan dotaciones inferiores a las de hace algunos años, con un bajo impacto de la fiscalización como productora de percepción de riesgo para los contribuyentes. Sin embargo, la AFIP cuenta con una dirección férrea, con un importante compromiso de su personal y un muy poderoso centro de cómputos.
Existe una importante experiencia institucional, de un organismo que hoy es técnico y profesional y no político. El momento requiere un innovador plan de gestión, liberando, gracias a la ley de sinceramiento fiscal, buena parte de la capacidad operativa. Se requiere, pues, intensificar la interacción entre las áreas y lograr mejoras en los procedimientos y procesos de la gestión.
En tal sentido, se requieren la adecuación normativa pertinente y la reingeniería de procesos para mejorar la prestación de servicios. El futuro de la administración tributaria necesita del mejoramiento de la atención y calidad del servicio al contribuyente, aspecto liminar en las mejores agencias tributarias del mundo. Se requieren también una adecuada capacitación y una interacción fluida con otros organismos.
Debe generarse una percepción razonable de riesgo en los contribuyentes, que actúe como disuasivo de conductas disvaliosas.
Muy importante es también la visión de la imposición internacional, con los conocidos BEPS y otras medidas antielusivas. La AFIP cuenta con muy amplias facultades, pero deben ser utilizadas con procedencia, criterio y sentido común, para evitar aventuras que termine pagando toda la sociedad.
El autor es presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad