La admisión del Presidente y qué pasos faltan aún para un acuerdo con el FMI
El Presidente dijo que aún no hay acuerdo y que no tiene apuro; señaló que todavía no logró las modificaciones que Cristina Kirchner pidió sobre las tasas y el plazo del nuevo programa con el organismo internacional
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WASHINGTON.- Cuando ya transcurrieron casi dos años desde el primer contacto del gobierno de Alberto Fernández con el Fondo Monetario Internacional (FMI), las conversaciones para delinear un nuevo programa y refinanciar la deuda con el organismo continúan y aún resta por recorrer un largo camino antes de que el acuerdo final esté escrito, firmado y aprobado.
“No está cerrado el acuerdo con el Fondo”, dijo Alberto Fernández en declaraciones radiales, pese a las versiones que se ventilaron esta semana. “Vamos bien; no hay un límite temporal”, afirmó, pese a que el ministro de Economía, Martín Guzmán, se comprometió con el Club de París a tener un acuerdo antes del 31 de marzo.
El Presidente dijo que todavía resta discutir con el Fondo el pedido que surgió del cristinismo de obtener una quita en la tasa de interés eliminando una sobretasa que cobra el organismo para préstamos altos, un reclamo que el Fondo dijo que evaluará, y requiere el respaldo del G7. Fernández insistió además en buscar un acuerdo de más de 10 años, un reclamo inviable hoy por hoy ya que es el límite máximo previsto en las líneas de crédito del organismo.
“No estoy apurado por firmar ese acuerdo. A mi los que me apuran por firmar ese acuerdo, lo que quieren es que yo me haga cargo de la deuda de ellos”, remarcó el Presidente en su entrevista con Radio 10.
Guzmán anunció en noviembre del año pasado que el Gobierno buscaría refinanciar la deuda por unos US$45.000 millones que dejó Mauricio Macri transformando el Acuerdo Stand-By de 2018 en un Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF, según sus siglas en inglés), la línea de crédito más larga que ofrece el Fondo, diseñada para un programa a diez años que incluye un período de gracia inicial de cuatro años.
Desde entonces, Guzmán y los funcionarios del FMI mantienen reuniones técnicas –virtuales y presenciales– para delinear el plan económico oficial que debe recibir la aprobación, primero, del mismo staff, y luego del board del Fondo, controlado por las naciones del G7. La ambición inicial de Guzmán era tener listo ese programa a principios de este año, pero los cálculos políticos del Frente de Todos lo forzaron a cambiar la estrategia y postergar todo hasta, al menos, después de las elecciones , un escenario que en Washington y en Nueva York consideran intocable desde hace meses.
Paradójicamente, la postergación de las negociaciones le impedirá al Gobierno utilizar los 4334 millones de dólares que giró el Fondo a las reservas del Banco Central (BCRA) para apuntalar la recuperación a la pandemia del coronavirus, tal como anhelaba el cristinismo. Guzmán utilizará esos fondos casi con certeza para cancelar los vencimientos de septiembre y diciembre del préstamo original de Macri, que suman unos US$3900 millones. De haber cerrado la negociación, el nuevo acuerdo hubiera permitido cancelar los vencimientos del préstamo de Macri con desembolsos frescos del nuevo programa, y tener más recursos para paliar el golpe de la pandemia del coronavirus.
El camino para el acuerdo en el organismo
Pero para llegar a un nuevo acuerdo con el FMI deben completarse varias etapas previas. Guzmán debe finiquitar las discusiones técnicas con Julie Kozack y Luis Cubeddu, los dos funcionarios del Fondo que llevan el caso argentino, y alcanzar un “acuerdo a nivel técnico”, o “Staff-Level Agreement”, en la jerga del organismo. Ese primer acuerdo marca el fin de las negociaciones del Gobierno con el staff, lo que implica que ya se llegó a definir un sendero de ajuste del déficit fiscal, las metas monetarias, de inflación y de crecimiento de la economía, además del menú de reformas estructurales, una condicionalidad habitual en los programas EFF.
Una vez cerrado el acuerdo técnico, el Gobierno deberá ir al Congreso. Este fue uno de los pedidos centrales del FMI. Luego del fracaso del programa de Macri, que nunca contó con el respaldo del kirchnerismo, en el Fondo apuntan a evitar repetir la historia, y por eso quieren que el nuevo acuerdo esté blindado con un fuerte consenso político.
Además el EFF tiene una vida de 10 años que supera al actual gobierno de Alberto Fernández aun en el escenario de que el Frente de Todos gane la elección de 2023, y el Fondo quiere garantizar su continuidad ante un eventual cambio de gobierno. Para eso, el nuevo programa deberá tener el respaldo del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio.
Asumiendo que el programa acordado por el Gobierno y el staff consigue ese apoyo político interno sin sufrir cambios o retoques –la oposición puede exigir modificaciones para aprobarlo–, el paso siguiente es la aprobación final del Directorio Ejecutivo del Fondo. Para conseguir esa aprobación, el Gobierno necesita la venia del G7, en particular del gobierno de Joe Biden ya que EE.UU. es el socio principal del Fondo y el único que tiene poder de veto en el board.
Las primeras señales que ha ofrecido la Casa Blanca han sido positivas. El Tesoro dijo que “un marco sólido de política económica” obtendría el apoyo de Estados Unidos y la comunidad internacional, y los principales gobiernos europeos –acreedores en el Club de París– también han mostrado buena predisposición. El acuerdo de Macri generó roces entre el gobierno de Donald Trump y los socios europeos, que pretendían un acuerdo más duro. Ahora, dado el contexto de la pandemia del coronavirus, el gobierno de Alberto Fernández contaría con un poco más de margen político. Pero de todos modos debería presentar un plan sustentable. Nadie quiere otro fracaso.
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