Kirchner, entre el reactor y los bombos
El Presidente anunció el plan nuclear y apuntaló la candidatura de su mujer
El Gobierno le insufló ayer al acto por el inicio de las obras en la central Atucha II, en la localidad bonaerense de Lima, una doble intención: demostrar la reanudación de una iniciativa que lleva 20 años de atraso y consolidar la candidatura de la senadora Cristina Kirchner.
Bombos y euforia partidaria se congregaron desde temprano en las instalaciones, recorridas por afiliados a la Uocra y Luz y Fuerza. "Cristina, te quiero", gritaron varias veces al escenario, montado para celebrar la soldadura del circuito primario de la central. Además de la candidata, estaban el presidente Néstor Kirchner; el vicepresidente Daniel Scioli; el ministro de Planificación, Julio De Vido; el gobernador bonaerense Felipe Solá, y Eduardo Messi, presidente de Nucleoeléctrica Argentina SA.
La candidata recorrió el predio, repartió besos entre el personal y mantuvo siempre la sonrisa. "¡Cristina!", la llamaron. La primera dama volvió y se acercó al empleado, que pidió: "¡Baje los impuestos!" La senadora preguntó cuáles. "El IVA..., ¡todos!". La homenajeada encontró una ocurrencia para despedirse: "Ah, ¿sí? ¿Y cómo hacemos Atucha II?"
"Por más que algunos pretendan hacerlo olvidar poniendo plata en algunos medios -acusó Kirchner-, no hay que olvidar que el que frenó esta obra fue el ex ministro Cavallo. Nunca lo olviden." La mención desató una silbatina. Tanto entusiasmo había llevado al Presidente a agregarle 4 años a la paralización de Atucha II: dijo que se había interrumpido hacía 17 años. En rigor, en 1990 Cavallo era ministro de Relaciones Exteriores y decidió frenar el proyecto solo en 1994.
Según el plan de energía original, anunciado en 2004, Atucha II debía arrancar en 2009 y costaría 472,7 millones de dólares. Las cosas cambiaron: el plazo es ahora octubre de 2010, y el costo, 740 millones.
La central se empezó a construir en 1979, pero se detuvo en 1984, en un contexto internacional que rechazaba el uso de material nuclear. Por eso, la usina, que debía terminarse en 1987, no tuvo avances hasta 1992, cuando Carlos Menem decidió continuarla y colocó 3000 trabajadores en la planta. En 1994, ya con Cavallo, la desregulación de la economía -que contaba además con gas suficiente-, derivó en un auge de las centrales de ciclo combinado a gas, más atractivas y baratas para los inversores privados. Todo se volvió a detener.
De ahí la pretensión oficial por resaltar las críticas a los 90 mediante un arranque de fuerte simbolismo: quien defendió al Gobierno y dijo que los cimbronazos financieros no afectarían al país como sí lo hicieron el efecto tequila, la crisis de Rusia y la devaluación brasileña fue Solá, ex secretario de Agricultura de esos años. "¡Para vos, Menem!", se oyó desde el público, mientras el gobernador afirmaba que, "después de tantas frustraciones, los argentinos tenemos esperanza y optimismo". Solá desparramó elogios para Cristina Kirchner. "Vamos a seguir gobernando la Argentina", confió.
Otro símbolo político: no habló, acaso por primera vez en un acto del sector energético, Julio De Vido, el hombre que tiene a cargo el área.