Jugo y reglas. Cómo es desayunar con liberales, de moda entre los jóvenes
Son las 8.30, puntual. Un salón iluminado por dos grandes lámparas de caireles se va llenando de liberales abrigados con sweaters de hilo bajo sus sacos pulcros. Hasta la dirección en la que se han citado para este desayuno habla de su lema: Libertad 1264.
Este desayuno, que se hace todos los meses entre miembros de la Fundación Libertad y funcionarios públicos en off the record, se abrió excepcionalmente hoy y le permitió participar a LA NACION, con un pedido explícito: que sea puntual. Pero van pasando los minutos y los dos invitados estrella de la mañana, el canciller Jorge Faurie y el economista Ricardo López Murphy no aparecen y, por lo tanto, las cortinas de terciopelo que separan a la recepción y el lugar del desayuno no se descorren.
En el tiempo de espera, surge una anomalía. Entre los hombres peinados a la gomina se cuela una mujer joven: Luciana, 27 años, licenciada en Relaciones Internacionales y empleada del Consejo de la Magistratura. Luciana participa habitualmente de estos eventos, invitada por una de las referentes de la juventud liberal: Antonella Marty, también de 27 años, también rosarina.
Luciana dice que aunque hoy "se haya quedado durmiendo", la juventud cada vez está más interesada por esta corriente de pensamiento y que la reticencia que todavía genera en algunos otros tiene que ver con una confusión: el liberalismo se confunde con el neoliberalismo y el recuerdo de la crisis que le viene asociado. La de ellos es, en todo caso, una batalla por el sentido. "El pilar del liberalismo que a mí me representa es la apertura económica –dice Luciana-, el libre intercambio sin pagar impuestos".
Marty es uno de los referentes del Grupo Joven que, en la sede que la fundación tiene en Rosario, convoca a alrededor de 35 chicos y chicas, exponentes de lo que algunos llaman el "liberalismo millenial". Además, Marty es directora asociada de un think thank liberal ubicado en Washington donde se ocupa específicamente del seguimiento de la situación de Venezuela y Cuba.
A las 8.48 aparecen bajo la luz de caireles Faurie y López Murphy -que luego alegará una "bronquitis brutal" y fiebre- y entonces, se abren las cortinas espesas, dejando a la vista las mesas dispuestas por el bar Croque Madame en un salón del Círculo Italiano. Hay tazas para el café y copas con jugo de naranja exprimido; ensaladas de fruta individuales, tostadas y mermelada de frambuesa, medialunas, scones. La mesa central es, en realidad, una ronda formada por varias mesas que rápidamente son ocupadas por 44 personas. Entre ellas, siete son mujeres.
Faurie es el primero en hablar. De pie en el estrado que se ha dispuesto detrás del lado principal de la mesa -de modo que las autoridades lo escuchan dándole la espalda, con la vista clavada en el jugo de naranja- resalta la importancia del reciente acuerdo comercial firmado entre el Mercosur y la Unión Europea y pasa lista de todos los otros que la Argentina tiene pendientes. "Estamos teniendo un proceso negociador con la EFTA (los países europeos que no forman parte de la UE), que esperamos poder terminar antes de noviembre, y con Canadá, que seguramente rendirá frutos para el primer semestre del año próximo, y el que tenemos por delante con Singapur, que esperamos esté concretado durante los primeros meses de la segunda parte del 2020. Con Japón la expectativa es que el Mercosur pueda anunciar en el encuentro de Brasilia el marco del mecanismo negociador que llevaremos adelante con ellos", repasa.
Los liberales presentes -que expresan a través de las palabras del presidente de la Fundación Libertad, Gerardo Bongiovanni, que la política exterior argentina es el área del gobierno actual con el que se sienten más "cómodos"- lo escuchan no tan atentamente. Los desconcierta el ruido de las cucharitas del café que está llegando.
López Murphy sube al estrado envuelto en una bufanda y dice que pese al malestar físico, le parece importante respetar el compromiso tomado de debatir los "temas axiales para el desarrollo de la Argentina". Se pregunta por qué nos va mal. "Porque hacemos cosas en contra de nuestros intereses", responde. Faurie asiente con la cabeza.
"La Argentina necesita desesperadamente adherir a las reglas hacia afuera y hacia adentro -continúa López Murphy-, evitar que otra vez prevalezca la arbitrariedad. Porque, desgraciadamente, nuestros despotismos nunca han sido ilustrados", dice, y empieza a gestarse la primera risa de la mañana. "Digo, para los que sueñan con esa variante: es malo el despotismo, pero cuando además es tan ignorante es tan dañino", agrega, y la risa se convierte en un aplauso estruendoso.
La segunda risa aparece apenas unos minutos después. "Tenemos que tener esa cosa modesta y alberdiana de ponernos a trabajar", dice el economista. "Yo estoy obsesionado por trabajar. Algunos dicen que perdí una elección porque cerraba las campañas con la consigna ‘A trabajar, a estudiar, a ganar con el sudor de la frente…’ Me decían: ‘¡por Dios, no lo digas más, este no es el lugar!’".
Durante la mañana se escuchará muchas veces la misma demanda con distintas formas: "Hay que cumplir la ley", "respetar los contratos", "no hacer locuras". Faurie incluso dirá que, con el acuerdo Mercosur-Unión Europea, "no se puede hacer lo que hacemos lo argentinos habitualmente: "Bajarnos a mitad de camino, traicionarlo por esa idea ridícula de vivir con lo nuestro". "En el mundo nos miran y nos dicen: ustedes son un violador serial". Todos coincidirán en que los acuerdos con el mundo son un excelente "mecanismo disciplinador de la política doméstica" y pronto quedará claro cuál hubiera sido la esquina perfecta para celebrar este desayuno: Libertad y Reglas.
La reunión tiene un tiempo destinado a preguntas y la joven Antonella Marty lo aprovecha. Toma el micrófono y le dice al canciller que considera que la situación actual de Venezuela es una consecuencia de haber ignorado durante 60 años la situación de Cuba y de la subestimación de los actores que ya tienen intervenido el país caribeño: Irán, Rusia, China. Dice que los grupos terroristas Hezbolá, ELN y las FARC son aliados del régimen y le pregunta si, en este contexto, es posible insistir con la salida negociada, con el diálogo. El canciller responde sintéticamente: "Yo no soy optimista de los procesos de diálogo eterno. Discutiremos el martes próximo en Lima otras posibles salidas".
-Hay un señor ahí que hace rato que lo veo que quiere hablar -dice, pasadas las 10.30, López Murphy.
-No hay más tiempo para preguntas -responde un moderador. -Son las reglas
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