Juan Carlos Hallak: “El esquema de retenciones propuesto era malo y reflejó improvisación”
El economista, especializado en temas de inserción internacional y comercio exterior, dialogó con LA NACION sobre los planes del Gobierno para bajar la inflación, sobre las cargas fiscales que se pretendieron imponer y sobre los regímenes especiales de promoción que se decidió no poner en la agenda
Juan Carlos Hallak es licenciado en Economía por la UBA y PhD en Economía por la Universidad de Harvard; ejerció cargos en el Ministerio de Economía, siempre enfocado en temas de inserción internacional y comercio exterior; es docente universitario y se desempeña como investigador del Conicet en el IIEP-UBA
“Si no tenés eso, no vas a ningún lado”, dice el economista Juan Carlos Hallak, al elogiar la vocación del Gobierno por llegar al equilibrio fiscal. Según su diagnóstico, el déficit es el “principal problema” de la economía y es un requisito indispensable para bajar la inflación. “Hay que empezar por ahí. Esta administración está decidida a atacar ese problema y en eso le doy la derecha”, agrega el analista, investigador del IIEP-UBA, quien de todas maneras advierte que “no hay todavía” un plan de estabilización.
Experto en comercio exterior y política productiva, critica la omisión del régimen de promoción de Tierra del Fuego entre las desregulaciones económicas impulsadas por Javier Milei y critica el enfoque del Gobierno hacia la no intervención del Estado en la promoción de la producción. “Los países a los que nos queremos parecer, lo hacen”, insiste.
-¿Qué hace falta para un plan de estabilización que ahora no está?
-Cómo coordinar la baja de los aumentos nominales. Hoy tenés un problema de ajustar precios relativos y se está avanzando hacia eso. Y una vez que los tenés acomodados, la inflación puede seguir siendo del 300%. Entonces, el problema es cómo bajar la indexación nominal de la economía. Y ese segundo problema no está resuelto, y de hecho se ha empeorado, por esta decisión de devaluar mucho, que tiene a favor que ayudó a licuar una parte de la deuda, pero en contra que le echaste más nafta a la inflación y por eso va a ser más difícil bajarla. Mientras, se mejoraron cosas de stocks. Se están mejorando las reservas, se está bajando la deuda, se han mejorado algunos precios relativos y falta avanzar en la estabilización.
-El Gobierno plantea que con resolver el déficit fiscal resuelve la inflación. ¿Cuál es su opinión?
-No, (el equilibrio fiscal) no alcanza ni siquiera para bajar la inflación. Pero vos podés no tener déficit fiscal y aun así tener inflación. Pero si hay que explicar la gran inflación en Argentina hoy es por el déficit fiscal. Es la gran causa. Una vez que resolviste el tema fiscal y no tenés que emitir para financiar al fisco y tenés el 80% resuelto. Lo otro es mucho más fácil de resolver. Después hacen falta otras cosas, pero bajar la inflación es algo fundamental hoy.
-¿Por qué cree que otros gobiernos con un enfoque más distribucionista no hacen foco en la cuestión fiscal?
-Es una gran pregunta. No tengo una buena explicación. Es un error garrafal del progresismo no tomar la bandera del equilibrio fiscal. Y le ha costado la posibilidad de estar administrando el país. En general creo que las izquierdas tienden a querer más gasto y más impuesto, y las derechas, a querer menos impuestos y menos gasto. Dicho esto, que haya déficit fiscal o no no tendría que ser una bandera de izquierda o de derecha, pero esto acá es exacerbado. Porque en el mundo, la izquierda tiende a ser más permisiva con déficit fiscal, al menos en el discurso. Porque los gobiernos de derecha tienen un claim de la mejora del déficit fiscal, como Reagan, que bajó impuestos y al hacerlo, empeoró la situación fiscal. Pero para mí es un gran error del progresismo el no hacerse cargo de la necesidad de tener cuentas equilibradas. Y no estamos hablando de si un año tenés déficit, si cinco años tenés un poco de déficit, sino de tener permanentemente un déficit grande, y más en situaciones en donde hay problemas de financiamiento. Y si no tenés capacidad de endeudarte, lo terminás haciendo con emisión. Y otro error garrafal del progresismo fue insistir con esa idea de que no es la única causa de la inflación. Puede ser que no sea la única, pero cuando tenés una emisión grande y permanente para cubrir el déficit fiscal vas a tener inflación.
-Fue crítico del esquema de suba de retenciones que planteó el Gobierno. ¿Por qué?
-Con las retenciones pasa algo muy parecido a lo que pasa con la protección. Parece que la justicia, la homogeneidad y la uniformidad es cobrar el mismo arancel o la misma retención. Y no es así, porque estás gravando distintas actividades que son pedazos de valor agregado de un producto. Cuando vos tenés un producto que vale $100, $70 es valor importado y le ponés retención a la exportación del bien final, esa retención se aplica sobre el 30% del valor agregado. Entonces, el mismo porcentaje sobre el valor final implica distintos porcentajes sobre el valor agregado. Esto perjudica particularmente a quienes el precio de sus insumos no está afectado por la retención, que es principalmente la industria. Por ejemplo, si vos le aplicás retenciones a la exportación de la producción láctea, perjudicas el bien final, pero al subir la retención también al insumo, baja el precio del insumo, y con eso compensás un poco. En la industria, hay que mirar bien en cada actividad, pero en términos generales, como hay mucho insumo importado que no se ve afectado hacia abajo por la retención, y es más, le sumaron un adicional con el impuesto PAIS, le pega muy fuerte a la industria, porque le cobra un impuesto al producto final que se exporta, sino que en vez de bajar el precio del insumo, quizás subió. Eso es lo básico para hacer un esquema de retenciones. El esquema propuesto me reflejó improvisación y una mala decisión. Era bastante malo, creo yo. Por suerte se sacó porque lo que menos queremos es desincentivar no solo las exportaciones, sino también las exportaciones y de más valor agregado, las más diferenciadas, las que cuesta más entrar a los mercados externos.
-El Gobierno avanzó con desregulaciones y cambios sectoriales, pero no modificó regímenes especiales como el de Tierra del Fuego. ¿Cuál es su visión?
-Para mí es inaceptable que no se ataque el problema. Podría aceptarse que digan “Es algo muy complejo, estamos queriendo” y que se empiece a discutir el tema, pero a mí me entran muchas dudas de por qué no se ha tratado este tema, y más en un contexto donde se han atacado muchos regímenes, muchas regulaciones, donde para mí la solución no es tan obvia. Se plantean muchas, entre comillas, desregulaciones, algunas donde no es tan obvio o no está bien fundamentada la decisión. Y cómo es que este, donde hay un consenso grande, donde hay evidencia bastante clara de que los costos son muchísimo mayores a los beneficios, ¿por qué no se avanza con eso o no se muestra una disposición a avanzar? Eso para mí es inaceptable.
-¿Cuáles son esos costos y beneficios?
-Hay un punto básico que creo que tenemos que entender. Hay un argumento que dice que el costo fiscal es hipotético, porque de cobrarse esos impuestos, desaparecería la industria y no se cobraría. Pero es un argumento totalmente falaz. Porque si fuera verdad que al poner esos impuestos y al obligar a la industria en Tierra del Fuego a pagarlos, desaparecería, esos productos vendrían importados, y son esos productos los que pagarían el impuesto. Porque el consumo seguiría, celulares seguiríamos consumiendo, y esos celulares que ingresarían importados, pagarían IVA y arancel. Esos son los dos principales impuestos. No nos confundamos con detalles. El kit desarmado que viene a Tierra del Fuego, no paga IVA ni aranceles, se arma, y se trae al continente. Si eso mismo entra armado por Aduana de Buenos Aires y entra continente, paga aduana y arancel. Ahí está gran parte del costo fiscal. Y si quedara la actividad en Tierra del Fuego, se lo cobrás a Tierra del Fuego. El punto es que el consumo va a pagar, tanto entre por la isla como kit o como producto final por continente. Y es mucha plata, son más de US$1000 millones.
-¿Cómo se puede transformar la actividad de la provincia?
-La provincia tiene muchas posibilidades, muchas actividades que puede desarrollar. Las más obvias son turismo, que está totalmente subdesarrollado, economía del conocimiento y te puedo nombrar un montón. Y esas actividades podrían absorber tanta cantidad de empleo como la que se perdería por achicar o reformar el régimen, que encima está mal diseñado, porque no premia el valor agregado sino el valor bruto, entonces en una parte premia el valor agregado extranjero. Es una locura. Y ese potencial hoy no se desarrolla por dos cuestiones. Vos podrías poner poner el dinero que te ahorras a ayudar a desarrollar actividades: necesitás crear infraestructura, capacitación, ayudar a la formación de capital humano. Todo eso es poner plata, pero te va a sobrar. Y después, necesitás que la energía del sector público y el sector privado de Tierra del Fuego esté puesta en esas cosas, no en defender el régimen. Si, toda esa plata, recursos y energía que hoy se pone en defender el régimen, se pusiera en cómo desarrollar estas nuevas actividades, pasaría a ser otra cosa, una provincia próspera y autosustentable. Esto requiere decisión política, la que hoy no se ve, ni siquiera por parte del Gobierno, a diferencia de otras donde parece tener iniciativa y ser obstaculizado por la oposición o por otras fuerzas. Y eso, de nuevo, me llena de dudas.
-¿Por dónde tiene capacidad el país de crecer en sus exportaciones?
-Hay sectores de recursos naturales que tienen un potencial inexplorado, donde se puede exportar mucho más. Petróleo, gas, Vaca Muerta, la minería. Son sectores obvios donde tenés un montón para exportar más. Necesitas estabilidad macroeconómica, reglas claras, un gobierno creíble que pone negociar con los proyectos de inversión, gobierno nacional y gobiernos provinciales para la minería. Y que sepa respetar el cuidado ambiental y lo que piden las comunidades, además de porque es lo que no corresponde, para que no se traben. Y el error de gran parte de la dirigencia política, de izquierda y de derecha, es pensar que el futuro exportador está en eso, sumado al agro.
-¿Por qué?
-Porque creo que hay un futuro de Argentina, y deberíamos apostar ese futuro, de exportación de productos con mayor diferenciación, no solamente al recurso natural. Sí muchas veces esa diferenciación está atada al desarrollo de los recursos naturales: son los proveedores de los recursos naturales, es agregar valor después al recurso natural y sectores que quizás no están atados a los recursos naturales. ¿Y cuáles son? Hay un montón, desde maquinaria agrícola, equipamiento para gas y petróleo. En el agro, hoy exportás el commodity y tenés para exportar más. En lácteo se exporta leche en polvo y lácteo suero, y no mucho queso o dulce de leche. Lo mismo en carne o frutas, donde Chile y Perú son grandes exportadores. Y eso, en todos los sectores de la industria. En todos hay potencial, a través de la calidad, la diferenciación, el diseño. Eso son políticas de productividad, de competitividad, transversales. Y eso requiere acción del Estado.
-¿En qué aspectos?
-Son todos frentes donde las empresas necesitan el apoyo del Estado en términos de provisión de bienes públicos. Vos querés salir a vender afuera, necesitás apoyo de las embajadas, de la Agencia de Promoción de Exportaciones haciendo inteligencia comercial, ayudándote en las misiones comerciales. Es lo que hacen todos los países. Necesitás tener una marca país que te ampare; en temas de calidad necesitás acreditaciones, certificaciones, laboratorios. Es un Estado que ayude a proveer estos bienes o ayudar a que el sector privado coordine y los provea. Eso falta.
-Milei dijo en campaña que su planteo es que el Estado no va a intervenir con gestiones entre privados ni va a hacer acuerdos con países como China. ¿Sirve?
-Lamentablemente, tiene una concepción que creo errónea de qué es lo que hace falta para exportar. Y es la versión más caricaturesca de ese error. Milei puso el caso de China y lo repitió varias veces. Pero el privado solo no puede exportar. Vos tenés que tener un protocolo en los productos agroindustriales que te especifique todas las regulaciones sanitarias o fitosanitarias en el producto y que habiliten. Hay todo un protocolo que dice, cuando querés exportar carne a China, cómo tiene que ser la habilitación del frigorífico, y un montón de cosas los caminos, cómo cortar el animal, cómo es la cadena de frío. Y todo eso se negocia a nivel gobierno. Ese es un error muy burdo. Y aun sin eso, tomás exportar cualquier producto industrial, como muebles o dulce de leche, que quizás requieren menos protocolos, y sí necesitás una política de calidad y de promoción comercial que ayude a las firmas a poder vender afuera. Y todo eso es el Estado apoyando la actividad exportadora organizadamente, con un plan y con estrategia. Y lamentablemente no está en la cabeza de Milei. Y los países tenemos que nos queremos parecer, lo hacen. De hecho, desde Europa nos dicen: “Quieren jugar con nosotros, tienen que tener estas reglas”.
-¿Cómo cuáles?
-Hay muchas normas ambientales. A los productores de fruta le piden respeto de normas laborales, que acá no se piden. Y para exportar a supermercados de Europa hay que certificarlo. Ellos no juegan las mismas reglas que nosotros, y si queremos exportar más, apostar tanto a Occidente, y pertenecer a ese club, hay reglas que cumplir, donde el Estado tiene que jugar un rol. Está lleno de regulaciones que ellos se ponen a sí mismos y que nosotros tenemos que respetar si queremos entrar a esos mercados. Es una locura pensar que desregulando todo vamos a exportar. Serán algunas cosas, commodities, pero las otras requieren un Estado que organice.