José Luis Machinea: "Sin acuerdo por la deuda, es muy difícil ser optimista para los próximos años"
José Luis Machinea nació en Puerto Madryn hace 73 años. Todavía conserva con su hermano el campo que heredó de su abuelo, donde hay 500.000 pingüinos. "Es la segunda pingüinera más grande de toda la Patagonia", comenta, en una entrevista con la nacion. Machinea fue presidente del Banco Central durante el gobierno de Raúl Alfonsín -tiene un busto del expresidente en su biblioteca- y ministro de Economía durante los primeros meses de gestión de Fernando De la Rúa.
-¿Qué le preocupa de la situación económica actual?
-Por la prioridad que requiere, diría que el tema de la deuda. No es porque la resolución vendrá a resolver los problemas de la Argentina, pero sin duda creo que sin algún acuerdo vamos a tener un desastre mayor. Por otro parte, creo que la negociación de la deuda nos abre una oportunidad a futuro y que sin acuerdo es muy difícil ser razonablemente optimista para los próximos años. No es necesariamente lo más importante. Esto tiene que ver con cómo hacemos para crecer, que es ya más complejo, y tiene que ver con qué cosas se van a priorizar en la Argentina; si vamos a priorizar, la inversión y las exportaciones deberían ser centrales para cualquier proceso de crecimiento. Eso no quiere decir que no haya que preocuparse por el consumo, pero no podemos crecer en el mediano y en el largo plazo si las exportaciones y la inversión no aumentan. En el primer trimestre del año la inversión cayó alrededor de 18%. Eso es preocupante, sobre todo porque la inversión ya es baja.
-Esta semana se conocieron también el resultado fiscal, que acumula un déficit de 2,3% del PBI en los primeros cinco meses del año, y la caída de 5,4% del PBI en el primer trimestre, cuando hubo solo 10 días de cuarentena. ¿Qué análisis hace y cómo ve la situación hacia adelante?
-Fueron peores de lo que uno esperaba, porque el PBI también cayó 4,8% desestacionalizado en relación con el último trimestre, que también fue malo. Las dos son malas noticias. Se estima que la caída anual del producto está en alrededor de 10 puntos. Parecido a lo que vemos en otros países de la región. Lo que pasa es que la Argentina ya viene de caídas previas, por lo cual la situación es todavía peor.
-¿Cómo ve el incremento de la emisión monetaria y qué recomendación daría para esterilizarla luego? Se comienza a hablar además de la bola de Leliq...
-Me preocupa todo, que la situación fiscal sea la que es y que el déficit alcance el 6% del PBI este año. La emisión monetaria es enorme. A este ritmo, la expansión monetaria a lo largo del año crecerá más del 100% o hasta el 150%. Espero que si la situación sanitaria mejora, las necesidades de expansión monetaria sean menores. Pero de cualquier manera, ya lo que emitimos es mucho y, por lo tanto, se espera que cuando salgamos de la emergencia sanitaria se absorberán esos recursos. Una preocupación en ese campo es que el Gobierno no está diciendo nada al respecto. Debería estar diciendo que entiende que esta expansión monetaria es muy grande, que es una coyuntura muy especial, pero que tienen previsto un programa de cómo absorberán los recursos monetarios excedentes.
-¿Por qué cree que no lo dice o que no presenta un plan?
-Es muy difícil planificar algo con esta incertidumbre, dada no solo por la crisis económica sino también por la crisis sanitaria. Eso uno lo entiende, pero podrían comunicarse ciertos criterios.
-¿Hay margen para subir los ingresos y reducir el gasto?
-El gasto público en la Argentina era de alrededor de 23% del producto y subió a 40%, aunque a fines del gobierno anterior bajó a 38%. Sigue siendo un nivel de gasto relativamente elevado. En el último tiempo se ha modificado ese gasto, porque lo que más aumentó en este período fueron las pensiones, los salarios y el empleo del sector público. Es difícil bajarlo, pero uno debería por lo menos tratar de contenerlo de aquí en más. No se puede hacer nada muy drástico en el corto plazo, teniendo en cuenta en qué áreas aumentó el gasto público, pero tiene que haber ciertos criterios, teniendo en claro que es imposible pensar que el gasto público, más allá de esta coyuntura, pueda aumentar. Estructuralmente debe disminuir y una manera de hacerlo es que crezca el producto.
-En este contexto de incertidumbre, algunos economistas recomendaban que el Gobierno postergue la negociación de la deuda para más adelante. ¿Qué opina usted?
-Si uno pudiera volver a empezar esta negociación en seis u ocho meses, sería mejor. Pero eso es algo que la Argentina no decide. El país está al borde de un default, de hecho no ha pagado un vencimiento de los bonos, y no estamos en un default formal simplemente porque estamos negociando. Hay que evitar entrar en un default formal. Eso podría acelerar la situación de crisis en la cual se encuentra la Argentina.
-El Gobierno dijo que arreglará un programa con el FMI después de arreglar con los acreedores. ¿Es distinto este Fondo del que conoció en 2000?
-Sí, el Fondo es distinto al de ese año. Empezó a cambiar por la crisis de 2008 y 2009, cuando se generaron ciertos consensos entre los países más relevantes del mundo. Estuvo el acuerdo del G-20, que le posibilitó darle más recursos al Fondo y decirle que sea más flexible en el otorgamiento de créditos, que no ponga 17 condicionamientos en cada crédito. Le dijeron que debía actuar más rápido en las emergencias. En el caso argentino en particular, el Fondo puso mucha plata y ahora se dio cuenta de que la única manera de recuperarla es con una política no tan dura, y con la crisis sanitaria eso se hizo cada vez más evidente. En una situación de este tipo, el Fondo no le puede exigir demasiado al país, sino que debe acompañarlo. Eso es lo que veremos en los próximos meses. Creería que es un Fondo distinto al del pasado, ya sea porque cambió estructuralmente en su momento o porque la coyuntura le exige que cambie.
-Durante el gobierno anterior se decía también que era un Fondo distinto. Sin embargo, exigió una fuerte reducción del déficit y no le permitió al Banco Central intervenir en el mercado de cambios, que fueron dos políticas muy importantes que no ayudaron en la crisis económica.
-Definitivamente. Que sea distinto no quiere decir que no se siga equivocando. Digo que las políticas son distintas a las de 2001. Eso no quita que no haya errores en las distintas instancias. Eso que ocurrió con la Argentina fue un error fenomenal.
-Cuando en la semana se conoció el gasto fiscal, se vio que una de las variables que más aumentó fueron las transferencias a las provincias (740% interanual). Generalmente se lo critica al Estado Nacional por no haber ahorrado en su momento y acumular déficit, pero las provincias también entraron en esa dinámica. ¿Por qué cree que es así?
-No debería ser así; desgraciadamente lo es. El país tuvo una situación espectacular de mejora en los términos de intercambio y no ahorró nada, comparando con Chile o con Perú. Nos especializamos en no ahorrar cuando hubo vacas gordas. Las provincias siguieron esa lógica, aun las que tuvieron ingresos excepcionales durante ese período. En este coyuntura, seguramente hay que auxiliar a las provincias. Ahí uno debería priorizar cómo auxiliar y a quién, porque esta idea de ahora de que el Poder Ejecutivo puede hacer básicamente lo que quiera es un problema, no solo económico sino también político. Tendrá que auxiliar a las provincias porque los recursos no alcanzan, pero me parece que hay que hacerlo con ciertos criterios objetivos.
-¿Lo dice por lo que podría pedir el Poder Ejecutivo después? ¿Algún favor en el Congreso, por ejemplo?
-Por ejemplo, sí. Que tampoco no es que no haya pasado en la historia argentina, y muchas veces. Pero en esta situación de crisis me parece que hay que ser extremadamente cuidadoso y transparente.
-Usted fue parte de dos gobiernos radicales, ¿cómo ve al partido hoy, con Ricardo Alfonsín como embajador en España, por un lado, y con el resto de los dirigentes siendo parte de la coalición Cambiemos?
-No soy el indicado para hablar porque no estoy demasiado involucrado en la política. Creo que el radicalismo ha conseguido superar situaciones críticas mucho más complicadas. Es cierto que hay ciertas voces, pero son más bien voces. En términos generales, el partido se mantiene unido. Tiene una posición algo distinta dentro de la coalición, algo que me parece bien. Pero resaltaría que es un radicalismo que, a pesar de los tropezones, se mantiene unido.
-¿Qué prioridades debería tener el país pospandemia?
-Además de incentivar las exportaciones y la inversión, la otra prioridad debe ser bajar la inflación. Y después está el tema de la protección social, que hemos visto con la salud y que es claramente un problema serio en este país. En la salud, tenemos un sistema fracturado, con el hospital público por un lado, las obras sociales, por otro, y las prepagas por otro. Eso genera una iniquidad dentro del sistema y una falta de optimización del sistema que es preocupante. Tenemos también un mercado laboral muy fracturado, entre formalidad e informalidad. Debemos resolver esos problemas. La situación crítica de la pandemia ha señalado la magnitud del problema que tenemos ahí.
¿Qué tres momentos elige destacar de su actividad como ministro?
1. Baja del presupuesto de Inteligencia (30/05/00): Redujo el presupuesto de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) en un 45%, para disminuir el gasto fiscal.
2. Desregulación de las comunicaciones (04/09/00): Comenzó la apertura de las licencias y la prestación de servicios de telecomunicaciones.
3. Aumento progresivo de la carga fiscal (Presupuesto del año 2000): Se creó un sistema de deducciones del impuesto a las Ganancias, conocido popularmente como "Tablita de Machinea"
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