Jorge Remes Lenicov: "Cristina Kirchner cambió el modelo económico sin anunciarlo"
El ex ministro de Economía durante los primeros y turbulentos cuatro meses de la presidencia de Eduardo Duhalde critica y aconseja al Gobierno: "Deberían sincerar la realidad y lo primero pasa por cambiar el Indec y tener precios como corresponde"
Jorge Remes Lenicov no llegó a completar cuatro meses como titular del Ministerio de Economía, pero su gestión acumuló hitos, términos y emociones que aún por estos días, a más de 12 años de aquel primer cuatrimestre turbulento de 2002, no dejan de doler en el recuerdo de los argentinos. Entre la "pesificación asimétrica" y el "corralón", la desazón de aquellos días alcanza sin dudas su pico máximo en una promesa nunca cumplida, también transformada con el paso del tiempo en la frase más evocada del entonces presidente Eduardo Duhalde: "El que depositó dólares, recibirá dólares".
Sin embargo, Remes hoy niega rotundamente haber sido el autor de aquella frase, que, según confiesa, "nada tuvo que ver" con su plan económico, ni con las medidas que efectivamente se tomaron desde su ministerio. "Cuando yo lo escuché a Duhalde decir eso en su discurso en el Congreso, me quise morir. Yo nunca hubiese prometido devolver 45.000 millones de dólares, cuando el país solo tenía 7000 millones de reservas", comenta en una cita que vuelve una y otra vez durante su entrevista con LA NACION.
Siempre bien dispuesto a hablar en detalle sobre esos días aciagos, el ex ministro, hoy de 64 años, no sólo no deja que el pasado lo condene. Su conclusión de su paso por el ministerio más temible y temido en la historia del país va mucho más allá del lamento. "Yo tomé las medidas más complicadas e inevitables, pero conmigo empezó la recuperación de la Argentina, y el modelo que después continuó [Roberto] Lavagna", afirma. Y, sin rastro alguno de remordimiento por haber practicado la última devaluación oficialmente reconocida por un gobierno nacional, también se anima a hablar sobre la actualidad política y el futuro del gobierno de Cristina Kirchner, a quien señala como la responsable de haber dejado atrás el modelo de desarrollo productivo.
-¿Cuál fue, para usted, la principal causa de la derrota del oficialismo en las elecciones primarias? ¿Cree que la inflación fue determinante?
-Desde la economía, la gente votó en contra del Gobierno porque desde hace dos años el país crece muy poco, a un ritmo de un escaso 2% anual. Por otra parte, la inflación es muy alta, y se ha dejado de crear empleo formal. Esta conjugación de factores ha hecho que la gente no vea que con esta estrategia económica vaya a tener un futuro mejor... y por eso votó en contra. La respuesta de la gente ha sido muy contundente en contra del oficialismo.
¿El Gobierno fue derrotado por no administrar adecuadamente la economía del país?
No sólo eso: desde el plano político e institucional, hubo un fuerte voto de protesta contra lo que fue visto por la ciudadanía como concentración de poder, y esto va desde la reforma de la Justicia hasta lo que yo llamo la reforma teórica de la Constitución, para lograr la reelección. Esto no es aceptado por la mayoría de la sociedad.
-Antes de las elecciones de 2011, se decía que, tras aquellos comicios, se iban a quitar en forma general los subsidios estatales a los servicios públicos. Esto no sucedió, pero inmediatamente se impuso el "cepo cambiario". ¿Imagina que el Gobierno se guarda alguna otra medida drástica para después de estas elecciones de octubre?
-No me imagino que haya un cataclismo, ni una eclosión en materia de precios, ni corridas en los depósitos, ni tampoco hiperdevaluación. Pero sí creo que el Gobierno va a continuar con esta estrategia económica, que a mi modo de ver es absolutamente errónea. Con esto quiero decir que los conflictos económicos se van a agudizar.
Hoy lo que debería hacer el Gobierno es sincerar la realidad, y lo primero en este sentido pasa por cambiar el Indec y tener precio como corresponde
-¿Por qué?
-En todo el proceso que siguió a la crisis de 2001 hubo dos etapas: la primera empieza cuando yo me hice cargo del Ministerio de Economía. En ese momento, nosotros planteamos un tipo de cambio competitivo, apuntamos al equilibrio fiscal, al superávit en la cuenta corriente y una baja inflación, que de hecho cuando asumió Néstor Kirchner en mayo de 2003 era de un 3%, con un crecimiento del PBI del 8%. Y los años que siguieron fueron, para el gobierno (kirchnerista), sin ningún costo político, ya que la devaluación ya había sido hecha y ellos mantuvieron lo que nosotros habíamos empezado. Pero ese modelo cambió cuando asumió Cristina Kirchner...
-¿Quiere decir con esto que el modelo de Cristina Kirchner no es el mismo que el que llevó adelante Néstor Kirchner?
-Sí. Ella cambió el modelo sin anunciarlo. El modelo que Cristina inició (en 2007) ya no respeta más los equilibrios macroeconómicos, sino que se vuelca estrictamente al consumo. Y cuando uno lleva adelante una estrategia de consumo, que tiene patas cortas, genera desequilibrios y genera inflación... porque no puede convivir con una política económica ajena a las inversiones y las exportaciones. Estos desajustes, que llevaron al incremento del déficit fiscal, fueron financiados principalmente con fondos del Banco Central y de la Anses. Y dado que estas fuentes de recursos se agotan inevitablemente, se ha llegado a una situación en la que cada medida que toma el Gobierno se vuelve conflictiva. Entonces, si uno aumenta las tarifas, hay problemas... como también los hay si se incrementa la presión tributaria para financiar el déficit, o si quiere devaluar, ya que eso provoca inflación. Ni, por supuesto, tampoco se puede aumentar la tasa de interés para capturar el ahorro y dar inversión, ya que desincentiva la compra de consumo de bienes durables.
-¿Coincide con las voces oficialistas que aseguran que uno de los grandes problemas del Gobierno tienen que ver con fallas en las estrategias de comunicación?
-La conducción económica está muy dispersa. No hay un ministro que hable por televisión y después con los periodistas y les diga: "vamos a ir hacia tal lado". Acá son cinco los que hablan, y la única vez que se pusieron ante las cámaras fue para anunciar un blanqueo. Yo cuando escuché la noticia de que los cinco más importantes de la economía iban a dar una conferencia de prensa, me dije: "bueno, a lo mejor es para anunciar un cambio de plan o de rumbo para la industria", pero no. Esto hace que para cualquier analista económico sea difícil entender cuáles son los pasos que van a seguir, porque ellos razonan de una manera distinta a cualquiera que pretenda una economía normal. Y después, al ser tantos, no se sabe a quién seguir.
-¿Cuál es el mayor riesgo que enfrenta nuestra economía hoy?
-Eso no es fácil de sintetizar en una sola respuesta... pero puedo decir que el detonante de todos los problemas es la falta de disponibilidad de divisas, como en las viejas épocas. Este inconveniente ha sido postergado gracias al boom de la soja, pero las reservas siguen cayendo a un ritmo preocupante, con casi 6000 millones de dólares perdidos en los últimos meses. Y las reservas caen no por el balance comercial, que sigue siendo positivo, sino por la cuenta de capital. Por otro lado, el ritmo de crecimiento que se prevé es muy pobre, ya que si seguimos creciendo al 2% no vamos a crear empleo, además de que todo esto se ve afectado en forma adicional por la inflación.
El cepo cambiario
-¿Y cuál es su opinión del cepo cambiario? ¿Sirve mantenerlo, o ya es conveniente levantarlo?
-Cuando asumí como ministro en 2002, a mí me tocó sincerar la economía. Y eso tiene un costo político. Si uno no sincera la economía, todo lo que haga no va a pasar de ser una serie de parches que no sirven para nada. Acordémonos de lo que fue la política económica entre 2000 y 2001: todos fueron parches, y la economía se derrumbó. Y yo sinceré la economía, empezando por el tipo de cambio. Hoy lo que debería hacer el Gobierno es sincerar la realidad, y lo primero en este sentido pasa por cambiar el Indec y tener precio como corresponde.
-¿Y el cepo es un parche?
- El Gobierno lo hizo para dar la sensación de que interviene, pero no dio resultado, porque la gente sigue buscando comprar dólares, y no tenemos inversiones. Un país, para que funcione, tiene que mantener los ahorros de la economía, pero no en forma coercitiva. ¿Por qué otros países de América latina tienen problemas con el ingreso de dólares, y nosotros, en cambio, los tenemos porque salen sin parar? El problema de Uruguay, Brasil, Chile, Perú y Colombia, es que al ingresar una fuerte corriente de divisas, se abarata el dólar en sus propios países y eso resta competitividad a la empresa. Nosotros, sólo junto con Venezuela, somos los únicos que perdemos los dólares, porque no hay certezas ni garantías de que estando acá los puedan invertir y sacarlos cuando necesiten hacerlo. En eso también falla claramente la estrategia del Gobierno.
-¿Cómo llamaría usted a la década que el oficialismo considera "ganada", y que la oposición define como "desperdiciada"?
-Yo defino a este gobierno como el de las oportunidades perdidas. El gobierno de Néstor Kirchner empezó, hace 10 años, con una herencia muy buena y lo cierto es que nunca un gobierno se encontró con una situación internacional tan espectacular en materia de precios de commodities y de baja tasa de interés. Dicho esto, a mí no me cabe ninguna duda de que el Gobierno hizo cosas positivas con esta situación ventajosa, como reducir la pobreza y recomponer el salario real. Pero, a partir de ahí nos encontramos con una situación de bajo crecimiento en los últimos años, y con un Estado destruido. Y esta última va a ser la peor herencia que va a dejar el kirchnerismo al próximo presidente en 2015. Porque en 2003, había 2,4 millones de empleados públicos, contando Nación, provincias y municipios. Hoy tenemos 3,4 millones, es decir, un millón más, y los servicios en términos de salud, educación, justicia, seguridad e infraestructura no han mejorado. Tenemos problemas en todas esas áreas, además del gasto público más alto de nuestra historia, ya orillando en el 42%, de los cuales el 4% fue a subsidios. Este desaprovechamiento de recursos impidió una transformación en términos de infraestructura, salud, educación y justicia que pudo haber sido descomunal.
Yo defino a este gobierno como el de las oportunidades perdidas.
-A usted le tocó ser ministro en la crisis más profunda que tuvo el país en la historia reciente, y debió tomar medidas muy drásticas, como el recordado "corralón" y la pesificación asimétrica. Si pudiera volver el tiempo atrás hasta ese momento, ¿las volvería a tomar?
-Absolutamente sí. Eran las únicas medidas que se podían tomar en ese momento...y dieron muy buenos resultados. Y cuando digo que dieron muy buenos resultados, fue porque la economía en marzo de ese año (2002) dejó de caer, para comenzar a crecer de nuevo en abril. Entonces, no tuvimos ni hiperinflación, ni explosión social. Hubo críticas en ese momento, que apuntaban a que no teníamos que devaluar, y nos sugerían dolarizar, pero nosotros estamos en contra de la dolarización. Otros decían que había que devaluar de otra manera, pero, ¿cómo se hace una devaluación con (solo) 7000 millones de dólares de reservas?
-¿Sigue viendo, entonces, con buenos ojos a la "pesificación asimétrica"?
-¿Qué hubiese pasado si nosotros manteníamos dolarizadas las deudas de las familias y las empresas que, justamente, habían sido dolarizadas por el gobierno de Fernando de la Rúa? ¿Alguien las hubiera pagado? Yo creo que no las pagaba absolutamente nadie, porque si alguien debía 100 pesos a finales de 2001, en enero, cuando asumimos nosotros, debían 100 pesos más las tasas de interés. ¿Cómo se sale de una crisis aumentando la deuda real?
-¿Cómo lo trata la gente "de a pie" al reconocerlo? ¿Le reprocha lo del "corralón" o la "pesificación asimétrica"?
-Yo ando siempre por La Plata, y voy a la cancha, a la tribuna de Gimnasia. Y nunca tuve ningún problema. Ya muchos no me reconocen por la cara, porque pasaron 12 años, pero los que lo hacen me dan la mano, me saludan. Voy tranquilo por la calle, y hasta siento cariño de mucha gente. Lo que pasa es que, en una primera etapa, la gente tuvo mucha bronca por el corralito, lo que es totalmente entendible. Después, con el tiempo, los que aguantaron cobraron los dólares, y esa sensación se fue diluyendo...y queda el recuerdo de que el momento fue muy difícil y que había que poner la cara y hacer cosas. El resultado, finalmente, fue bueno. Todavía no me encontré con ninguno que siga con bronca por eso, aunque es probable que existan.
-¿Está diciendo que todos los ahorristas cobraron y recuperaron su dinero?
-Todos cobraron, lo que pasa es que el que retiró enseguida perdió dólares en relación a los dólares que tenía. Pero el que optó por los bonos y esperó a la recomposición de los depósitos, cobró la totalidad. Es casuístico, no es que uno pueda decir "todos o ninguno": algunos perdieron, y otros no perdieron nada.
Voy tranquilo por la calle, y hasta siento cariño de mucha gente. Lo que pasa es que, en una primera etapa, la gente tuvo mucha bronca por el corralito, lo que es totalmente entendible.
-¿Qué siente hoy cada vez que le recuerdan aquella frase del ex presidente Eduardo Duhalde, "el que depositó dólares, recibirá dólares"?
-Yo me opuse rotundamente a esa frase. No fue una frase mía. El día que precedió al de las famosas palabras de Duhalde, nosotros trabajamos con dos asesores de mi equipo en ese discurso, sin tratar esa frase. Y cuando el presidente da ese discurso en el Congreso, al día siguiente, me quería morir. Yo jamás lo hubiese dicho, porque nunca prometo algo que no se puede hacer. Si los ahorristas tenían 45.000 millones de dólares, y las reservas del Banco Central eran de 7000, no se puede decir que se puede devolver dinero que no había. Es una irresponsabilidad mayúscula. Por eso nosotros optamos por reprogramar los depósitos a 24 y 36 meses.
El corralito
-¿No había otra alternativa para dejar atrás el corralito impuesto por Domingo Cavallo, más que poniendo un cerco aún más grande?
- El corralito de Cavallo era explosivo, porque permitió la conversión de los plazos fijos a la cuenta corriente, y permitió que los depósitos en pesos se transformaran automáticamente en dólares. Todo eso vencía el 3 de febrero de 2002. Si nosotros no hacíamos nada, el 3 de febrero teníamos acá millones de personas retirando sus depósitos en dólares. Y los bancos sólo le hubiesen podido devolver el dinero a unos pocos depositantes, para luego irse a la quiebra, sin que la inmensa mayoría de los que quedaban por cobrar hubiese tenido noticia alguna de su dinero por los próximos diez años. En economía, hay muchas medidas que son muy difíciles de tomar, pero hay que tomarlas para salvaguardar el interés general. Yo hubiese sido un suicida si decía que había que devolver los dólares. De hecho, Duhalde después reconoció que fue un error decirlo, aunque nunca reconoció quién le dijo que dijera eso.
En economía, hay muchas medidas que son muy difíciles de tomar, pero hay que tomarlas para salvaguardar el interés general. Yo hubiese sido un suicida si decía que había que devolver los dólares.
-¿Por qué, entonces, fue separado usted del gobierno de Duhalde y reemplazado por Lavagna?
-Hay dos cuestiones. La de fondo es que en ese momento comenzó a titubear sobre si convenía seguir las políticas de mi equipo, o si obedecía las recetas de gente que hoy está acompañando a (el actual secretario de Comercio Exterior, Guillermo) Moreno. Yo me opuse, y renuncié. Y al día siguiente Duhalde convocó a los gobernadores para informarle del campo de estrategia, de romper relaciones con el exterior, comenzar a emitir dinero para aumentar salarios e imponer controles de precios. Pero los gobernadores le dijeron "Eduardo, nosotros no te acompañamos", y Duhalde tuvo que retroceder y mantener lo que hacíamos nosotros. Ahí me propusieron continuar, pero yo me mantuve firme en mi decisión de renunciar. Allí se firmó la famosa acta de 14 puntos, que luego se siguió.
-¿Volvería a ser ministro de Economía, si se lo propusieran?
-No, no estoy pensando en eso. Hay momentos y momentos. Seguiré en la política con el aporte que puedo hacer desde mi experiencia. Estoy muy bien dando clases en la Universidad de San Martín, donde organizo un centro de estudios internacionales. Pero, hoy por hoy, no me imagino volviendo.
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