Javier Lindenboim: “Las condiciones hoy empujan a la precarización”
El director del centro de estudios Ceped, de la UBA, dice que hay muchos factores para no creer en los datos de empleo del Indec
Unas ratas se comieron, años atrás, las tarjetas perforadas de un censo hecho en el país en la década del 60. El economista Javier Lindenboim recuerda que eso le contó, casi con lágrimas, un viejo funcionario del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Pero el director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped) de la Universidad de Buenos Aires dice que lo que pasa actualmente es, perversidad mediante, peor que lo de aquellos animalitos. Ahora, dice, se sufren los efectos de una "decisión expresa" de tocar los datos, algo que dejó carcomida la credibilidad del organismo encargado de relevar y difundir números de la realidad social, laboral y económica de la Argentina.
Lindenboim advierte que hoy es muy difícil la tarea de leer y analizar esa realidad. Relata que en octubre pasado le escribió una carta al ministro de Economía, Axel Kicillof, y a otros funcionarios que, como él, fueron sus alumnos ("muy buenos alumnos", recuerda) y les expresó que había perdido las ilusiones que se había hecho a inicios de 2014, cuando parecía que todo podía encaminarse a la normalización de la estadística oficial, afectada desde la intervención política del Indec en 2007. Ninguno le contestó. Y lo cuenta con el mismo pesar que cuando explica que cada vez encuentra más elementos para "dudar de que se haya conservado la rigurosidad de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH)", encargada de mostrar la situación laboral de país. "Hay fuertes indicios de manoseo", señala.
–¿Cuáles son esos elementos?
–El primero, que detectaron becarios de aquí, es que el Indec informó que en 2007y casi todo 2008 el empleo casi no había crecido, pero en el cuarto trimestre de 2008 aparecen 250.000 nuevos puestos sólo en los centros urbanos donde se hace la medición, todos de asalariados precarios de dos o tres ramas. Lo llamativo es que ese volumen haya crecido en ese momento, cuando el Gobierno tomaba medidas para tratar de dinamizar el empleo. Era raro y nadie lo justificó. Ese punto sirve de ejemplo de por qué las dudas.
–¿Cree que en la EPH hay una manipulación como en el índice de inflación o podría tratarse de algún tipo de problema técnico?
–No tengo la experiencia de estar en la encuesta como para imaginar los trucos, pero presumo que es relativamente fácil tocar los datos en cuanto a imputar a empleo precario a personas que debieron o pudieron haber sido clasificadas como inactivas o desocupadas. Si subía el empleo público o el protegido hubiéramos dicho: bueno, a ver dónde están en los datos del sistema jubilatorio. Hubo un trimestre en el que pegaron un salto los cuentapropistas; si es verdad, eso remite a los años 70 y 90, cuando en momentos de dificultades se creaba el empleo refugio. La otra posibilidad es que nos lo estén haciendo creer, las dos cosas son posibles y no tengo forma de chequear. Con estos elementos, sumados a un contexto donde dijeron que iban a normalizar [el Indec] y nos tomaron por tontos, yo no le creo a los datos de la EPH.
–Un dato que surge es la baja de la tasa de población activa en varios trimestres, ¿tiene lógica en este contexto inflacionario?
–Hay cosas que evocan a los 90, cuando tuvimos una caída de las tasas de actividad y de empleo y un crecimiento de empleo precario. Ahora estos datos parecen emparentarse bastante. Hay cosas que percibo, si es que creo en los datos del EPH; soy de los que creen que no se cambió la estructura productiva ni distributiva en la Argentina, y entonces, ante dificultades continuas reaparecen las complicaciones. La particularidad es que ahí primero subió el desempleo, hoy no es así y creo que es porque el esquema sobre el que funciona el aparato productivo sigue siendo tan a favor del capital, que se pueden mantener las dotaciones porque la erosión de la inflación joroba el bolsillo del trabajador y el empresario tiene mecanismos para escaparle un poco más.
–¿Cómo entra en juego la legislación laboral?
–La legislación ha tenido mejorías importantes. Una cosa notable de los años 2000 es que creció mucho el universo de trabajadores y al menos hasta hace un par de años, el grueso de ese crecimiento se explica por nuevos empleos protegidos. Pero esto tiene menos que ver con legislación laboral y más con ciclo económico. Mi punto de vista es que más allá de las buenas intenciones, el cómo se dirimen las pujas no depende de las normativas laborales ni de la voluntad de las autoridades de Trabajo, sino de cómo son las reglas de juego. Ahora hay un planteo de asociar más la gestión de Trabajo con la AFIP, pero se han ocupado más de usar la AFIP para encontrar al viejito de Mar del Plata que quería comprar diez dólares para su nieto, que en estructurar un sistema impositivo realmente progresivo. La mirada sobre el mercado de trabajo no puede dejar de prestar atención a otros aspectos relevantes. Cuando la Presidenta decidió instalar el cepo no tenía la menor conciencia de que iba a contribuir a destruir el sector de la construcción, y lo mismo pasó con la industria automotriz. La caída industrial de los 90 no fue recuperada. No hay un nuevo mercado de trabajo; hubo condiciones favorables para la Argentina, que fueron inteligentemente aprovechadas por las políticas de Duhalde y de [Néstor] Kirchner, y después dilapidadas.
–¿Cómo cree que se va a comportar este año el empleo?
–Lo mejor que nos puede pasar es que esté estancado.
–¿Y el empleo público?
–Estamos en año electoral pero en una situación de escasez de fondos muy grande. Les va a resultar difícil en cualquier nivel dar manija al empleo estatal como mecanismo de cooptación. El mérito mayor de la gestión económica va a ser evitar que se pierdan empleos protegidos o que se creen muchos precarios. Las condiciones económicas empujan a la precarización y al achicamiento.
–¿Qué podría hacer el próximo gobierno con el Indec?
–Creo que reconstruir desde adentro no se va a poder, hay que crear otra cosa; va a ser durísimo, muy difícil. Y a la estructura actual darle cada vez menos cometidos. Hay cosas que hay que hacer y cuando se dice que este no es el momento, ese político demuestra pocas agallas y pocas ideas. Ni hablemos del tema inflación, porque nadie quiere despertar al monstruo, nadie se anima a decir que tenemos un proceso de ajuste por delante; la idea de la sintonía fina era hacer el ajuste, que no se animaron y llegamos acá; el próximo gobierno no va a poder seguir así.
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