Bomba atómica, milagro económico y estancamiento. Esos tres momentos ya son historia antigua para Japón, un país que a fines de los ochenta vio explotar una fenomenal burbuja inmobiliaria, que luego entró en deflación y que ahora, justo cuando empieza a resurgir de la mano de lo que se conoce como "Abenomics", sufre el envejecimiento de su población y la baja natalidad, que hace que cada vez menos financien a un cada vez mayor universo de jubilados.
En los años sesenta, setenta y ochenta, Japón tuvo una gran expansión económica, pero en la última de esas décadas se formó una burbuja inmobiliaria, que explotó entre 1989 y 1991, provocando que, a partir de ahí, el país entrara en dos décadas de estancamiento.
Según cuenta Takahiro Nakamae, embajador de Japón en la Argentina, en aquellos años el mayor problema era la deflación (desde 2000 hasta 2011 se dio estancamiento económico con deflación). "Con la deflación lo que sucede es que todo el mundo deja de comprar, porque estima que más adelante los precios serán más bajos. Eso hace que la economía deje de funcionar", explica el diplomático.
Abel Gil Lobo, analista de la publicación española El Orden Mundial, agrega una razón más por la que la economía japonesa entró en el estancamiento. "Japón tuvo que enfrentarse no solo a la crisis provocada por la burbuja y al rescate de sus bancos, sino también a la competencia de nuevos países industriales que le habían copiado el modelo de desarrollo (justo aquellos en los que se había deslocalizado) y que no dependían tanto del intervencionismo estatal y eran algo más flexibles a los cambios", señala.
Es por todo esto que, cuando en diciembre de 2012 asumió como primer ministro Shinzo Abe, la misión principal que se le encomendó fue la de sacar a la economía de una deflación que ya llevaba 20 años y ponerla en el carril del crecimiento.Este hombre, presidente del Partido Liberal Democrático, instrumentó una serie de medidas que luego fueron conocidas como "Abenomics".
Nakamae relata que las herramientas usadas fueron: movilización de la innovación en todos los sectores, fomento de la diversidad (mayor participación de las mujeres o las personas de alta edad en el mercado laboral), modificación de legislaciones anticuadas, apertura de la economía a los inversores externos, fomento de la llegada de turistas extranjeros y creación de negocios más competitivos.
¿Cuál fue el resultado? El PBI de Japón creció 13,1% desde que asumió Abe y la tasa de desempleo actual es de solo 2,4%. "Durante los últimos siete años aumentó la participación de las mujeres en el mercado laboral en 2,9 millones (actualmente el total es de 29,5 millones). Además, se cumplió el objetivo de salir de la deflación, aunque aún no se llegó al 2% deseado, ya que oscila entre 0 y 1% anual", detalla Nakamae.
Para Gil Lobo, la más prometedora de las políticas de la "Abeconomía" es la centrada en el empleo. "Opino eso porque creo que es la que más profundiza en reformas estructurales necesarias, como la mayor y mejor incorporación de las mujeres al mercado laboral o la apertura a la inmigración para paliar los problemas demográficos. Sin embargo, estas políticas serán las que tardarán más tiempo en mostrar resultados claros", argumenta.
A la hora de hablar sobre el mayor desafío que enfrenta actualmente Japón, Nakamae no duda: "La disminución de la población y su envejecimiento". Las cifras son alarmantes, ya que desde 2008 la cantidad de habitantes disminuye a razón de 300.000 por año, algo que, según se estima, hará que se pase de los 126 millones actuales a solo 90 millones en 2060.
Sucede que la tasa de nacimiento es de 1,4% por pareja (lo ideal sería 2,2%) y la expectativa de vida de los japoneses es la más alta del mundo: para los hombres es de 81 años y para las mujeres, de 87. "Esto trae como consecuencia que cada vez hay más personas jubiladas y menos jóvenes en el mercado laboral: menos aportantes sostienen a cada vez más beneficiarios", afirma Nakamae.
Según el Banco Mundial, Japón es el país con mayor proporción de personas que superan los 65 años de edad: 27% de su población. No solo eso. Según las previsiones del Instituto de Seguridad Social japonés, en 2060 el número de ciudadanos jubilados representará el 40% de la población.
Vivir en Japón
Vivir en Japón no es barato. Según cuenta Carlos, un ingeniero que trabaja en una compañía japonesa perteneciente a la industria aeroespacial, los alimentos en el supermercado son caros, especialmente las frutas y las verduras. "Como referencia, una manzana (se venden por unidad) sale US$1 ($58 al cambio actual) en temporada y US$2 fuera de ella; los duraznos cuestan el doble, y las uvas son un lujo, ya que los 100 gramos están a US$5", detalla.
De las carnes, ni hablar. El kilo de pollo cuesta US$8; el de cerdo, US$15, y el de vaca, US$40. En el caso del pescado, el kilo del más básico, que se llama saba (caballa), cuesta US$15, mientras que el salmón se cotiza a US$25.
El viajero que visite un supermercado podrá encontrarse con algo curioso. "A partir de las 20, empiezan a bajar los precios de unas bandejas de comida preparada, por lo que detrás del empleado que va actualizando los valores se forman largas filas de personas. A medida que pasa el tiempo, se rebaja más lo que va quedando, entonces la adrenalina está en decidir si esperar a que baje más el precio de algo que te gusta, a riesgo de que otro se lo lleve antes, o comprar. Con estas bandejas podés cenar bien por 5 o 6 dólares", cuenta Carlos.
En cuanto a servicios públicos, Carlos comenta que él, que vive solo en un monoambiente de 40 metros cuadrados, bastante cerca de Tokio, gasta en promedio US$35 mensuales en electricidad, US$ 20 en agua y US$20 en gas. "Además, pago US$20 en internet para mi departamento y US$15 para mi celular", agrega.
Vivir en la ciudad de Tokio es muy costoso, ya que el alquiler del metro cuadrado se paga US$40 (un cálculo rápido arroja que alquilar un departamento de 40 metros cuadrados allí puede costar US$1600, al cambio actual unos $92.800). Al alejarse de la capital, el precio obviamente baja y el alquiler del metro cuadrado puede estar en US$30.
Otra cosa que llama la atención es que, más allá de la idea que se tiene de un Japón ultramoderno, en finanzas está muy atrasado. Sigue predominando el uso del efectivo, pese a las distintas iniciativas para llegar a ser "cashless" cuando se celebren los Juegos Olímpicos 2020, que tendrán a Tokio como sede. "La mayoría de los restaurantes solo acepta efectivo. Además, es difícil conseguir que el banco te entregue una tarjeta de crédito", acota Carlos.
Contrastes de un país que alcanzó un nivel de desarrollo extraordinario, pero que mantiene bastantes rasgos del período feudal y una moral samurái que, resumiéndolo mucho, provocó una especial concentración de esfuerzos personales en la vida laboral, en detrimento de la familiar, algo que hoy se traduce en su baja natalidad.
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