James Scriven, gerente general de BID Invest: “Estamos dispuestos a asumir más riesgo para poder atraer inversiones a la Argentina”
Tras el aumento de capital que recibió el brazo privado del Grupo BID, espera volcar en el país entre US$500 y US$700 millones por año; la agenda social, la climática e infraestructura serán los tres ejes principales de los proyectos
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PUNTA CANA.- En los próximos años, la Argentina recibirá inversiones “constantes” de entre US$500 y US$700 millones anuales de la mano de BID Invest, el brazo del Grupo BID que promueve el desarrollo del sector privado. Luego de que el domingo pasado la Asamblea Anual de Gobernadores aprobara una inyección de capital de US$3500 millones para esta área, de los cuales US$440 millones deberá aportar el país como uno de sus principales miembros accionarios, la apuesta del banco multilateral de crédito es aumentar el riesgo y generar más impacto en la región.
Para el argentino James Scriven, gerente general de BID Invest, la Argentina tiene un “rating” muy bajo. Y, aunque “no pareciera ser un destino favorable para las inversiones”, agregó que es el momento para que el banco “redoble sus esfuerzos para ayudar al país”, en pleno proceso de ajuste de las cuentas públicas y estabilización macroeconómica. El foco estará puesto en tres ejes: iniciativas de infraestructura –tras el recorte que hizo el Gobierno en obra pública–, agenda social y climática.
Scriven, que maneja una cartera de US$21.000 millones en activos y 394 clientes, conversó con LA NACION sobre los próximos pasos que dará BID Invest en el país.
–El domingo pasado se aprobó una inyección de capital de US$3500 millones para BID Invest. La Argentina se comprometió a hacer un aporte de US$440 millones por ser miembro accionista. ¿Cómo podría beneficiarse?
–Hubo un cambio de modelo, que significa que queremos escalar exponencialmente las inversiones y el impacto en nuestros 26 países [miembros prestatarios]. Eso lleva a que cambiemos los instrumentos con los que invertimos y que estemos dispuestos a asumir más riesgo para poder atraer inversiones de afuera a la Argentina. Este cambio de modelo, que internamente lo llamamos BID Invest 2.0, es para decir que queremos asumir mucho más riesgo para poder invertir y tener más impacto. La Argentina está pasando por un momento difícil y tiene un rating muy bajo, con lo cual no pareciera ser un destino favorable para las inversiones. Este es el momento para que una institución como BID Invest redoble sus esfuerzos para ayudar a la Argentina. Entonces, el hecho de que nosotros tengamos más capital y más ganas de invertir en países que tengan ratings más bajos, le abre una ventana a la Argentina muy grande.
–En números, ¿cuánto podría significar para el país?
–Hemos tenido una reunión junto con el presidente [del BID] Ilan Goldfajn, con el ministro [de Economía] Luis Caputo, y con el secretario [de Finanzas] Pablo Quirno, donde repasamos lo que recibirá la Argentina en cuanto a prestación de aumento de capital. Y es significativo. Nosotros estamos pensando en inversiones constantes de entre US$500 y US$700 millones por año en una diversidad de sectores. Esa fue un poco la conversación que tuvimos para poder expandir el capital. Como ponemos mucho leverage [apalancamiento] y asumimos mucho más riesgo, se multiplica mucho el capital que nosotros recibimos versus lo que nosotros invertimos. No solo porque varios países, los que llamamos no regionales, invierten también en el capital de BID Invest para poder prestar en la Argentina. Para nosotros, con las emisiones que hacemos, podemos invertir esa cantidad. En general, un país recibe entre US$20 y US$50 dólares por cada dólar que invierte. El multiplicador es muy grande.
–¿Cuáles son las reformas que debería encarar la Argentina para atraer estas inversiones?
–El Grupo BID está trabajando con el gobierno de la Argentina, no solamente la parte privada, sino como grupo. Ese fue el objetivo, en parte, de la misión que hizo el economista jefe Eric Parrado a la Argentina, para poder reactivar las inversiones que está haciendo la parte pública, además de la parte privada. La estabilidad macroeconómica es fundamental para que las inversiones vuelvan. Nosotros generalmente somos punta de lanza. Buscamos invertir cuando otros todavía no están dispuestos a hacerlo. Que no sorprenda que nuestras inversiones sean fuertes en sectores todavía complejos para que haya inversiones extranjeras. Entonces, estamos en ferviente apoyo de la estabilización de las políticas macroeconómicas y monetarias que está llevando adelante el ministro [de Economía], y de todo el proceso de ajuste que lamentablemente tiene que hacer. Pero estamos listos para apoyar para que ese ajuste no tenga un efecto fuerte sobre las poblaciones más vulnerables de la Argentina. En ese contexto, la parte privada, nosotros, estamos para financiar empresarios para desarrollar y generar empleo en el país.
–¿Cuáles son los obstáculos que encuentran hoy las empresas privadas a la hora de hacer negocios? ¿La presión tributaria es uno de ellos?
–Uno puede tener un debate sobre las reformas tributarias que tiene que hacer la Argentina, pero es muy difícil opinar de eso en un contexto de ajuste macroeconómico tan fuerte como está encarando. Hablamos con el ministro Luis Caputo sobre las decisiones que están tomando para reactivar el sector privado y nosotros estamos apoyando eso. Lamentablemente, la Argentina no va a poder invertir vía el sector público en lo que es obra pública, pero sí va a dar mucho espacio para que el sector privado invierta en transporte, aeropuertos y demás. Ese fue el pedido expreso: que nosotros ayudemos a esas inversiones.
–¿Cuáles son los sectores que le interesan al BID y que tienen potencial?
–Hay tres ejes importantes sobre nuestras inversiones en la Argentina. Uno es el social. El nivel de pobreza que tiene la Argentina, el nivel de baja productividad, requiere que nosotros nos metamos muy fuerte como grupo en inversiones que reactiven la economía y que generen empleo. Y que ese empleo sea lo más inclusivo posible en términos de diversidad de género y diversidades en general, pero también que sea lo más inclusivo posible. También está la agenda climática. La Argentina tiene una matriz energética bastante limpia, está trabajando muchísimo. Nosotros tuvimos muchas inversiones durante varios períodos presidenciales, e invertimos mucho en energías renovables. Pero la Argentina tiene un material que muy pocos otros países en el mundo tienen: el litio. El año pasado hicimos una inversión fuerte en Catamarca, en un proyecto que se llama Sal de Vida, donde invertimos en la producción de litio. Esos son proyectos que vamos a hacer alrededor de la agenda climática, tanto en energía eólica, como solar y litio. Y el tercero es infraestructura: es un sector donde vamos a estar invirtiendo muy fuerte. Sean rutas o puertos, hay un sinnúmero de actividades que hemos acordado con el Gobierno para estar trabajando vía lo que pueden ser concesiones privadas o trabajos vía PPP [Participación Público Privada] en ciertos proyectos de transporte.
–¿Cómo evalúa las empresas argentinas a la hora de invertir? ¿Cuáles son los criterios de selección y cómo se medirá el impacto?
–El primer criterio de selección, y el más importante, es el impacto que tienen los productos y servicios de esa empresa sobre el país. Entonces, por ejemplo, si uno quiere fomentar el acceso al financiamiento en las poblaciones vulnerables, uno tiene que trabajar con bancos, compañías financieras o cooperativas que tengan como fin último acceder a esa población, que hoy no tiene acceso a medios de financiamiento, sean pymes o individuos. Lo primero que miramos es el impacto de nuestra inversión, sea en el acceso al agua, en el acceso a la electricidad, el acceso al financiamiento o en educación. Segundo, tenemos que ver los valores y principios generales de nuestros clientes. Es un análisis de integridad que hacemos para saber si son socios con los que nos queremos vincular. Ese es un trabajo muy fuerte, para ver si estamos tranquilos con lo que es el track record, el trabajo y los valores generales de esas empresas. Y después, obviamente, que sean sustentables las empresas. Creo que es importante que el negocio que estén haciendo sea rentable. No es que no queremos invertir solo para no perder plata, tampoco queremos invertir en un proyecto que sabemos que no lo va a ir bien, porque es lo peor que se puede hacer. Entonces: hay un eje de desarrollo, hay un eje comercial y hay un eje de integridad sobre los valores que tienen esas empresas. Obviamente, un puerto es muy distinto que una escuela, pero esos son los ejes sobre los cuales revisamos nuestras inversiones.
–¿En qué aspectos considera que la Argentina podría aportar al mundo?
–Seguridad alimenticia. En inglés, se dice que la Argentina es the breadbasket of the world [el granero del mundo]. Particularmente, países como la Argentina, Uruguay y Paraguay tienen los territorios más fértiles del mundo. Teniendo en cuenta que países como Ucrania están en pleno conflicto, tiene el potencial enorme nuestra Nación, la Argentina, de seguir creciendo en exportaciones y alimentar al mundo. Eso es un eje importante. Y después hay otros ejes que tienen mucho que ver con la agenda climática a la que hice referencia. El hecho de tener la Patagonia para poder producir hidrógeno verde es una opción. El país tiene viento, tiene sol, litio y cobre. Tiene todo lo necesario para poder autoabastecerse y proveer al mundo de energía o materiales necesarios para una transición climática justa. Como mensaje general: la Argentina va a recibir, con creces, el aporte que hace.
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