Intentar resolver un pseudo problema distrae a las futuras autoridades económicas
Por alguna razón, el stock de Leliq tiene obsesionado a Milei, pero no es un tema que, en general, se considere que deba ser puesto como prioritario dentro de todas las tareas por hacer
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A medida que pasan los años, cada vez creo más en el karma. No como ley universal o religiosa, pero sí como una realidad que se verifica muy a menudo. Las acciones buenas traen consecuencias buenas sobre quienes las realizan, y las acciones malas resultan en consecuencias malas para sus autores.
En la realidad argentina, le aplica muy bien a los compañeros del Fondo Monetario Internacional (FMI). Diseñaron un programa fiscal y monetario brutalmente contractivo para el gobierno de Mauricio Macri, al punto de hacerlo perder la elección de 2019, y terminaron teniendo que negociar con Sergio Massa, a quien, pese que les mintió descaradamente, como quizá nunca en la historia del FMI, le dejaron violar todas las metas fiscales, monetarias y de reservas, hasta el punto de que casi gana la elección de 2023, y le permitieron dejar una bomba económica al próximo gobierno.
El castigo es tremendo: ahora tienen que verse cara a cara nuevamente con Luis “Toto” Caputo para renegociar el programa. El desdén de los funcionarios del FMI hacia Caputo se puede ver claramente en el libro que recientemente publicó el exdirector del Departamento del Hemisferio Occidental de esa institución Alejandro Werner, junto al periodista Martín Kanenguiser, La Argentina en el Fondo: la intimidad de la lucha con el FMI 2013-2023. Werner cuenta que Caputo se le presentó como “el Messi de las finanzas”, y luego de criticar el accionar de Caputo como presidente del Banco Central (BCRA), en un momento comenta: “Nuevamente el ‘Messi de las finanzas’ pateó el penal afuera”. Según dicen, en conversaciones privadas es mucho más ácido aún. Su opinión sobre Caputo no cambió con el tiempo. En el libro dice que Caputo “no tenía ninguna de las cualidades que se requieren para el cargo (en el BCRA)” y cuestiona fuertemente su falta de estructura de pensamiento económico y su disciplina. En una entrevista radial esta semana con Reinaldo Sietecase, Werner dio a entender que piensa que el puesto de ministro de Economía también le queda grande.
La visión de Werner, que muy probablemente comparta todo el staff del FMI, no es llamativa. Es que el paso de Caputo por el BCRA en 2018 fue catastrófico. Asumió la presidencia el 14 de junio con el dólar a $27,1 y una inflación en mayo de 1,9% mensual, aunque ya se estaba acelerando por la depreciación del peso en las semanas previas. El 13 de agosto lanzó un programa de cancelación de Lebac –las antecesoras de las Leliq–, llevándolas de $977.000 millones ese día a $341.000 millones el 25 de septiembre, cuando renunció. Ese día el tipo de cambio era de $38,4, el BCRA había perdido poco más de US$5000 millones de reservas internacionales en el mercado y la inflación de septiembre se había elevado a 6,6% mensual, seguida por 5,1% en octubre. Caputo monetizó las Lebac en un momento en el que la demanda de dinero caía fuertemente, dando como resultado una depreciación del peso y una aceleración brutal de la inflación.
“El FMI diseñó un plan brutalmente contractivo para Macri: a Massa, que les mintió descaradamente, le dejó incumplir todas las metas pactadas”
¿Qué hace Caputo entonces a cargo del equipo económico del presidente electo Javier Milei? Caputo no tendrá muy claro detalles como oferta y demanda de dinero, pero es un gran vendedor, como vi pocos en mi vida. Es decir, es quien probablemente esté más calificado para que el país pueda conseguir algunos dólares en las próximas semanas.
El motivo por el que se necesitan dólares ha sufrido cambios en las últimas semanas, y seguramente siga cambiando con el correr de los días. Inicialmente, la idea era obtener US$40.000 millones para poder dolarizar, cancelando la base monetaria y las Leliq. Ese monto, como comentamos aquí muchas veces, es imposible de conseguir para la Argentina hoy. Es por ello que quizás el plan de dolarización haya sido abandonado, al menos temporariamente, por Milei. Y explica por qué Emilio Ocampo, que parecía número puesto para presidir y cerrar el Banco Central, salió de escena.
Ahora parecería que los dólares se buscan para “resolver el problema de las Leliq”. Este es un pseudoproblema, pero que por alguna razón tiene obsesionado a Milei. Lo llamo pseudoproblema porque no encuentro ningún colega, desde el más heterodoxo hasta el más ortodoxo, que considere que sea un problema real. Las Leliq crecieron mucho porque fueron la forma de sacar pesos excedentes del mercado, excedente que se generó por el tremendo desequilibrio entre el aumento de la oferta de dinero –el BCRA financió al sector público por casi 24 puntos del PBI estos cuatro años– y la caída de la demanda de dinero. Si el próximo gobierno logra que el BCRA deje de financiar al sector público y que baje la inflación, lo que traería aparejado un aumento de la demanda de dinero, las Leliq se licúan solas.
No sabemos qué opina Caputo del tema de las Leliq, pero dado su intento desesperado de desarmar las Lebac en 2018, no extrañaría que también opine que son un problema. De otra forma difícilmente hubiera aceptado el puesto. Sabemos dos cosas. En primer lugar, que Caputo pretendería una conducción unificada del Ministerio de Economía y del BCRA. De otra manera no se explica la baja de Demian Reidel de la futura presidencia del Banco Central. Este físico del Balseiro, máster en matemática por la Universidad de Chicago, PhD en Economía por la Universidad de Harvard y exvicepresidente segundo del BCRA, difícilmente pueda haber aceptado convertir al BCRA en un apéndice de Economía. Caputo acumularía no uno, sino dos puestos para los cuales no está preparado.
“No sabemos qué opina Caputo del tema de las Leliq, pero dado su intento desesperado de desarmar las Lebac en 2018, no extrañaría que también opine que son un problema”
En segundo lugar, sabemos que hablar tanto del “problema de las Leliq” está haciendo que este pseudoproblema vaya tomando una dinámica nueva, quizá convirtiéndose ahora sí en un problema. Los bancos, ante el riesgo de que al nuevo gobierno se le ocurra una solución demasiado original al “problema de las Leliq”, están dejando de renovarlas. En su lugar, están poniendo sus excedentes de pesos en lo que se denominan “pases pasivos”, que son a un día de plazo. Es decir, los bancos tienen gran parte de la contrapartida de los depósitos en instrumentos del BCRA a un día. En el proceso, buscan reducir lo más posible la cantidad de depósitos, sobre todo en el segmento mayorista. Los pesos, por lo tanto, les queman a las empresas estos días y estamos asistiendo a un fenómeno casi nunca visto: pagan sus deudas, bienes y servicios lo antes posible.
Es difícil que Caputo consiga los dólares para eliminar las Leliq en los próximos siete días. Es decir, el nuevo gobierno llegará al poder teniendo que tomar la decisión de qué hacer con el cepo sin contar con dólares. Tiene varias alternativas. La primera es liberar el cepo totalmente, y que el tipo de cambio unificado vaya al nivel que tenga que ir. Tiene la ventaja de dar un mensaje claro sobre el nuevo rumbo, pero la gran desventaja es que la inflación se iría a niveles socialmente intolerables. En una reunión que Caputo tuvo con banqueros días atrás, descartó levantar el cepo inmediatamente.
La pregunta entonces es cómo y con qué velocidad se va desarmando el cepo, y si eso viene acompañado de medidas adicionales, como una suba del impuesto PAIS o no. Lo ideal sería que Caputo consiga al menos unos pocos miles de millones de dólares para poder implementar una devaluación parcial del peso y resolver lo más rápido posible el nudo gordiano de la economía argentina hoy, el cepo importador, sin que el dólar se dispare demasiado. Es probable que el aumento de la deuda de importadores con sus proveedores durante los últimos dos años supere los US$27.000 millones. La situación es desesperante. La semana pasada leímos sobre la suspensión de 450 trabajadores de Mirgor, la empresa de Tierra del Fuego en la que tiene participación Nicolás Caputo, por falta de insumos. Es solo la punta del iceberg. Sin dólares para empezar a repagar parte de esas deudas, la Argentina enfrentará un apagón productivo.
La actividad económica y el empleo, que se mantuvieron relativamente sólidos hasta octubre por el plan platita, ya comenzaron a sufrir en noviembre, y la recesión va a agravarse en diciembre. Al mismo tiempo, las mediciones de alta frecuencia detectan una aceleración de los precios luego de la segunda vuelta electoral. La inflación de noviembre volverá a superar el 10%, y la de diciembre vendrá mucho más alta; cuánto, dependerá del tamaño de la devaluación y del esquema monetario y fiscal que se adopte.
Los problemas se acumulan, pero las futuras autoridades económicas parecen estar abocadas a resolver pseudoproblemas. El principal desafío del próximo gobierno, además del levantamiento del cepo, es cómo resolver el desequilibrio fiscal. Pero el equipo de Caputo no parece tener un plan para tal fin. Como comentó Florencia Donovan en la nacion, la semana pasada un miembro destacado del equipo de Caputo habría visitado al exministro de Hacienda Hernán Lacunza para que le cuente cuál era su plan para estabilizar las finanzas públicas. ¿No tenían uno preparado? Mientras tanto, el equipo de Sergio Massa se ensaña en empeorar el legado, y el BCRA subió su deuda en dólares de US$2000 millones a US$5000 millones en pocos días. De todas maneras el karma, que no falla, ya hizo de las suyas con ellos.
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