La Argentina debe ser parte de la nueva revolución económica y social; quienes adoptan primero estas herramientas avanzan más rápido y disfrutan de sus beneficios por más tiempo
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En términos económicos, la innovación describe el desarrollo y la aplicación de ideas y tecnologías que mejoran los bienes y servicios o hacen que su producción sea más eficiente. Nos encontramos al inicio de una nueva revolución tecnológica impulsada por la inteligencia artificial, las tecnologías verdes y la Industria 4.0, de la que la Argentina debe ser parte. Tal como lo demuestran las revoluciones tecnológicas anteriores, quienes adoptan primero las nuevas tecnologías pueden avanzar más rápido y disfrutar de sus beneficios por más tiempo.
Innovación como agente para la redefinición económica
En Argentina, la innovación ha permitido transformar nuestros pilares productivos tradicionales, como la agricultura, la minería y los sectores de oil & gas, llevándolos a la frontera tecnológica con aplicaciones concretas en la biotecnología, la producción de minerales verdes, las dinámicas de la economía del hidrógeno y, con mayor repercusión, en el sector de servicios de la economía del conocimiento, posicionándose como el tercer pilar exportador argentino.
Somos testigos de cómo la innovación nos permite, a través de nuestras capacidades, insertarnos en nuevos modelos de negocios en las cadenas globales de valor, permitiendo la creación de nuevos puestos de trabajo de alto valor agregado. Una parte esencial de este proceso evolutivo, transformador y disruptivo es nuestro componente humano. La base científico-tecnológica de Argentina, con la capacitación, la educación y la investigación de nuestra sociedad, es no sólo esencial sino determinante. La investigación y el desarrollo son la base para que la innovación se traduzca en modelos de negocios competitivos y eficientes. Nuestro desafío ahora es pasar de la I a la D, pasar de la Investigación al Desarrollo. Necesitamos que los avances científicos logren dar el salto a un desarrollo concreto que permita mejorar nuestra competitividad, nuestra capacidad industrial y la creación de nuevos productos y servicios para hacer de Argentina un país integrado al mundo, brindando soluciones a los desafíos y generando ganancias para un desarrollo nacional.
Saltar barreras estructurales para asegurar una inversión del sector privado
El Índice Global de Innovación de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual ubica a Argentina en el puesto 73 de las economías globales en materia de innovación. Tenemos un gran desafío para avanzar y hacer que nuestros ecosistemas innovadores sean aún más eficientes. Aunque la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual identifica nuestras falencias estructurales ya conocidas -falta de acceso a crédito, burocratización para el desarrollo de nuevos negocios y falta de capital de riesgo- también nos ubica en el primer tercio de las economías globales en términos de infraestructura y capital humano de investigación. Vemos entonces que nuestro potencial está grabado en nuestros fundamentos. Aun con todos los desafíos estructurales que atraviesa nuestro país, somos pioneros en la región.
Nuestros propios sistemas de medición de capacidades nacionales proporcionan un mayor detalle de nuestra localización sectorial. La Encuesta sobre I+D del Sector Empresario Argentino, un relevamiento sobre la inversión en I+D que se realiza anualmente con la participación de alrededor de 2000 empresas privadas radicadas en el país, revela que las principales inversiones en I+D provienen del sector público, alcanzando casi el 60%. En detalle, en 2021, el 39% de la I+D de nuestro país fue realizada por el sector empresarial, que en conjunto invirtió más de $93.500 millones, representando el 0,21% del PBI. En comparación, el sector empresarial de la OCDE ejecutó, en promedio, más del 70% de la I+D, alcanzando el 1,99% del PBI. Durante la última década, se ha incrementado la inversión privada en estas actividades, principalmente en sectores como el farmacéutico y la economía del conocimiento, que no solo incluye la industria del software, sino también otros desarrollos de tecnologías digitales, principalmente vinculados con la agricultura 4.0, AgTech. Aun así, los números arrojan un resultado en el que la inversión del sector privado debe no sólo aumentar, sino cobrar el protagonismo necesario para impulsar la verdadera transformación productiva.
Argentina busca integrarse de manera coordinada en el intercambio comercial y económico de las economías abiertas. La única manera de alcanzar la competitividad deseada y demostrar nuestro verdadero potencial será a través de la innovación, aparejada a la mejora de eficiencia y valor en los polos industriales y productivos. El último informe del Banco Mundial lo expone de modo alto y claro: el salto cualitativo necesario para el desarrollo nacional es a través de una mayor apertura e inserción en cadenas de valor global, con la innovación como base. Mientras el gobierno trabaja colectivamente para superar los desafíos estructurales en términos de estabilidad macroeconómica, agilidad burocrática para la creación de negocios y un sistema laboral adecuado al de economías avanzadas, comienzan a surgir nuevos mecanismos de financiamiento privado para avanzar en inversión con vistas al desarrollo de los ecosistemas de innovación.
Los catalizadores del cambio: la tracción de los clusters nacionales y el acelerador de la “Triple Hélice”
Los verdaderos responsables de catalizar este cambio sistémico, generando empleos y multiplicando la capacidad de generación de riqueza genuina, se presenta a través de la dinámica que ya conocemos como “triple hélice”, la que promueve un entrecruzamiento de actores que intervienen simultáneamente: universidades, centros de investigación pública, agencias y empresas. En esta línea, el país ha tejido una red de ecosistemas y cluster a lo largo y ancho de su geografía; la Red de Polos y Clusters TIC es un ejemplo, congregando a 23 entidades en 13 provincias en las que el denominador común es un capital humano formado, respaldado por una oferta educativa especializada y una infraestructura de conectividad confiable y de calidad.
Innovación = Oportunidad
Donde escuchamos innovación, identificamos oportunidades. Oportunidades para la formación de jóvenes argentinos, para el desarrollo del ecosistema científico-tecnológico en la elaboración de soluciones ante los principales desafíos globales en materia de seguridad energética, alimentaria e industrial. Vemos la posibilidad de posicionar a la Argentina en la frontera de la tecnología e integrarla a las cadenas globales de valor.
Es una oportunidad -donde la educación y la formación fungen como pilares del proceso- para empoderar a nuestras próximas generaciones, brindándoles las herramientas y conocimientos necesarios para convertirse en líderes en sus campos. A través de la innovación, podemos transformar nuestras industrias, mejorar nuestra calidad de vida y posicionar a la Argentina como un actor relevante en el escenario global. No es solo una meta, sino un camino hacia un desarrollo integral y sostenible.
El autor es embajador de Argentina ante Alemania
* en colaboración con Tomás Zothner Meyer
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