Integración regional para insertarse en el mundo
La última Conferencia Industrial se instauró como un evento en el que todos los asistentes dieron muestras claras de cómo la integración productiva con eje en el desarrollo de la Argentina y de Brasil debe formar parte de una agenda estratégica conjunta. Empresarios, ministros, funcionarios e intelectuales de ambas naciones confluimos en dos jornadas intensas para pensar un destino común y trazar líneas de intervención para el objetivo. Mirar de cara al futuro implica concebir la tarea de integrarnos como primordial si queremos diagramar nuestro proyecto de inserción en el mundo.
En la dinámica vertiginosa y creciente de los procesos históricos, las preguntas cambian cotidianamente, haciendo que las respuestas a las cuales estábamos acostumbrados se tornen insuficientes o incorrectas. Hoy la pregunta ya no es si debemos o no integrarnos, sino qué tipo de integración estamos dispuestos a construir para insertarnos en el nuevo mapa global. El siglo XXI está siendo, y lo será aún más, el siglo de las regiones. Necesitamos generar un proceso con reglas de integración graduales, flexibles y equilibradas en función del beneficio mutuo, porque no hay mejor socio que el plenamente desarrollado. El desafío al que debemos apuntar es ser protagonistas de lo que está por venir y no meros espectadores del nuevo orden.
Y el último encuentro organizado por la Unión Industrial en Los Cardales ha ido en esa dirección. Fue mucho más que un conjunto de paneles sobre la coyuntura, todos los participantes logramos concebir un espacio de reflexión con el eje puesto en el largo plazo. Expusimos los aportes que cada sector puede hacer en virtud de aprovechar la oportunidad.
Hoy nuestra región cuenta a lo largo de todo su territorio con la materia prima y la energía necesarias para convertirse en un polo regional de agregación de valor. Estamos en condiciones de proyectarnos hacia el futuro, lejos del esquematismo que nos relega a ser exclusivamente proveedores de commodities. A modo de ejemplo, nuestra región tiene el 55% de las reservas mundiales de litio, un desafío más que interesante para la innovación de matrices productivas en las industrias automotriz y electrónica. Una innovación que extiende sus beneficios desde el mundo de la producción hacia el trabajo, la educación, la ciencia y la tecnología.
Con este espíritu coincidieron las presidentas de ambos países. Explicitaron su apoyo a la integración y se convocaron una semana después para seguir debatiendo en una reunión en la cumbre del Mercosur -junto a 14 ministros y secretarios de Estado-. Se estableció de aquí en más hacer, paralelamente a cada cumbre, un encuentro empresarial de participación público-privada. Allí estuvimos con los representantes de la UIA exponiendo conclusiones de la Conferencia Industrial. No sólo pensándonos: actuando en función de ese pensamiento articularemos un desarrollo sustentable, inclusivo y sostenible en el tiempo.
El desarrollo pleno de nuestros pueblos vendrá de la mano de la integración productiva que posicione a Brasil y Argentina como una potencia mundial. En el corto plazo deberemos comprometernos a colocar esa tarea por delante de los conflictos e intereses coyunturales. Necesitamos seguir confluyendo en foros mundiales y regionales con nuestro proyecto complementario, como ha sucedido en la Conferencia Industrial, en la última cumbre del Mercosur y como sucederá en marzo en San Salvador de Bahía. Es primordial que salgamos conjuntamente hacia el mundo en misiones comerciales que ofrezcan nuestros productos bajo sello Mercosur, como así también trabajar para generar cada vez mayor valor en vez de tener que importarlo.
Consolidar la integración es una obligación para con nosotros mismos, pero fundamentalmente, para con las futuras generaciones. Una bisagra para abrir la puerta que conduce hacia el desarrollo.
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