Innovación social frente a una realidad que golpea
Desarrollar un plan para salir de la pobreza es un desafío urgente
Las cifras recientemente publicadas por Unicef no pueden menos que generarnos un profundo impacto: casi la mitad de los niños y adolescentes en la Argentina vive con, al menos, un derecho básico insatisfecho, mientras que el 42% es parte de hogares con ingresos insuficientes.
¿Cómo mitigar esta realidad que nos golpea frente a un panorama económico que está lejos de mostrarnos buenas noticias? Nos enfrentamos a la urgencia de encontrar caminos nuevos. El desafío es desarrollar estrategias de innovación social; es decir, de aquellas que se orientan a la producción de conocimiento para encontrar formas de solucionar problemas o necesidades de una comunidad en una forma más efectiva que las soluciones actuales. Esto diferencia a la innovación social de aquellas formas de innovación convencional, cuyos objetivos están ligados exclusivamente al lucro.
Carlota Pérez, una reconocida tecnóloga internacional, plantea la necesidad de establecer una estrategia dual o con dos objetivos integrados. Por una parte desarrollar una especialización profunda en industrias destinadas al mercado global. Pero, al mismo tiempo, promover la creación de riqueza en cada rincón del territorio, tomando en cuenta las ventajas locales, como forma de avanzar hacia la integración social.
A pesar de la gravedad social que plantea el informe de Unicef, podría señalarse que durante mucho tiempo la innovación social no fue considerada un tema prioritario en las políticas de gestión de ciencia y técnica. Eso no ayudó a la implementación de políticas económico-sociales que permitieran alcanzar una solución de largo plazo a la problemática de la pobreza.
Cuando pensamos en programas de innovación social no podemos ignorar la necesidad de que queden insertos en un proceso estratégico de desarrollo con equidad social. Pero, al mismo tiempo, no podemos desconocer que los niños que hoy son pobres no pueden esperar la concreción de dicho proceso, que parece bastante distante, para ver resueltos sus problemas más acuciantes.
Por eso, es necesario movilizar el accionar y el potencial de investigación de nuestras universidades y de otras instituciones públicas y de la sociedad civil, para enfrentar estos profundos problemas sociales, que no van a ser solucionados desde estrategias puras de mercado. Con ese convencimiento, la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires aprobó recientemente la creación de un Observatorio de Innovación Social, orientado a generar, en conjunto con otras instituciones, innovaciones sociales que puedan hacer su aporte en el sentido señalado.
Investigadora de la UBA y presidenta de la asociación civil Avanzar
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