Ingreso básico universal, ¿cómo no se me ocurrió?
Producto, ingreso y gasto son tres formas diferentes de mirar una misma realidad macroeconómica. La perspectiva del producto muestra el origen sectorial de la actividad económica; la del ingreso, la apropiación por parte de los diferentes factores de la producción; y la del gasto, el destino de los bienes producidos.
Ingreso, entonces, es la contrapartida de producto, la contracara de las mercaderías y servicios elaborados durante cierto período. Que cualquier persona, por el sólo hecho de existir, tenga derecho a recibir determinada cantidad de dinero por mes, más que ingreso sería transferencia. Esto es porque no es la contrapartida de ninguna producción, sino lo que se quita a algún miembro del sector privado para que lo reciba otro.
Tomada en sentido literal, la del ingreso básico universal, en Argentina 2021 es una pésima idea; como si no tuviéramos suficientes problemas y no viviéramos rodeados de seudo soluciones. Pero hay una variante que vale la pena explorar.
Reemplacemos lo de universal por una determinada edad. Por ejemplo: toda persona de 80 años o más recibirá durante el resto de su vida una mensualidad de manera incondicional. Presenta el documento y listo.
Pero al mismo tiempo hay que revisar todo el gasto social para evitar duplicaciones, triplicaciones, injusticias (¿durante cuánto tiempo más habrá que seguir jodiendo a los jubilados que aportaron para seguirle pagando algo a quienes no aportaron?), entre otras cosas.
Una campaña electoral no es el mejor momento para discutir esta cuestión, porque seguramente los candidatos aplaudirán la primera parte de mi propuesta, pero no la segunda. A propósito: entre el primer semestre de 2020 y de 2021, los precios al consumidor aumentaron 50%, mientras que el gasto en prestaciones sociales subió 20%. ¿Por pedido del FMI? Otra nueva burla a los adultos mayores: luego de volver a toquetear la fórmula jubilatoria, ahora tuvieron que crear un bono de $5000 por única vez.
Vuelvo a citar una feliz expresión que le escuché a Rodolfo Santángelo, quien reprodujo el mensaje de un director técnico a sus jugadores: “No les pido que metan adentro las que van afuera, pero por lo menos no manden afuera las que van adentro”. Ya bastantes problemas tenemos con los problemas reales para aumentarlos todavía más importando, sin reflexionar, una iniciativa nacida en otras latitudes para aplicar en otros contextos.
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