Informalidad laboral: radiografía de un problema que se agrava en la Argentina
En el último año, la cantidad de puestos asalariados sin aportes aumentó más de 20%, mientras que el número de ocupaciones formales avanzó 3,5%, según el Indec; la tasa de empleo dependiente no registrado supera a la de 2019; los datos por actividad económica
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Muestran un problema del presente. Y emiten, a la vez, señales de que se seguirá reproduciendo un escenario complicado en el futuro, en lo individual y en lo social, en materia de la política de ingresos para la etapa que sigue al retiro laboral de las personas. Los datos estadísticos revelan que la informalidad, muy elevada ya desde hace años, está teniendo una incidencia creciente en el universo de los puestos de trabajo en la Argentina.
Según las estimaciones oficiales, en el último año hubo un incremento del número de trabajadores que no acceden, por ejemplo, a los servicios de salud de una obra social o una prepaga ni a otros derechos laborales y que, muy probablemente, el día de mañana no tendrán cumplidos los requisitos para cobrar una jubilación (al menos, si continúan las reglas hoy vigentes). Un problema, éste último, que en la actualidad es también de gran magnitud, y para el cual se optó por dar respuestas de carácter temporal y sin haber mediado un análisis de la sustentabilidad de las medidas ni de cuestiones de fondo, como lo son las llamadas moratorias para el pago tardío de aportes.
El informe del segundo trimestre de este año referido a la “cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra” que publicó pocos días atrás el Indec, permite concluir que, por un lado, el número de asalariados registrados del sector privado es prácticamente el mismo que el de igual período de 2019 (hubo una variación positiva de 0,5%), mientras que, por el otro lado, la cantidad de empleados no declarados al sistema de la seguridad social es un 12,3% más alta.
Así, si bien es una realidad que en los últimos tiempos el trabajo no registrado creció a mayores tasas como consecuencia de que es el que más deterioro había sufrido en 2020, ahora los números parecen indicar que el avance de las ocupaciones sin registro va más allá de lo que puede ser explicado por la dinámica de la recuperación tras los efectos de la pandemia y la cuarentena por el Covid-19.
Las cosas, de hecho, no volvieron a ser como antes en materia de informalidad, sino que empeoraron, según lo revelado por el Indec. Y habrá que ver, en todo caso y con los informes que se conocerán de aquí en adelante, si las tasas más elevadas de informalidad se mantienen en el tiempo.
Los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) –una de las fuentes de información del informe mencionado unos párrafos atrás– muestran que los “asalariados sin descuento jubilatorio” fueron, en el período de abril a junio de este año, el 37,8% (a su vez, los asalariados son tres de cada cuatro personas con ocupación laboral). Un año antes habían sido el 31,5%. La comparación interanual mostró también una caída del índice de desocupación, de 9,6% a 6,9% de la población económicamente activa (conformada por quienes trabajan y por quienes buscan una ocupación y no la encuentran), cuya tasa también tuvo un incremento.
Variación heterogénea
Si se mira la variación de los indicadores entre los segundos trimestres de 2021 y de 2022, el crecimiento de los puestos sin aportes a la seguridad social fue de 20,2%, frente a un incremento mucho más moderado (de 7,7%) del número total de puestos de trabajo, según consigna el ya mencionado informe de la cuenta de generación del ingreso. La variación en igual período de los empleos dependientes debidamente declarados fue mucho más modesta, de 3,5%; en tanto que la de los puestos de trabajo por cuenta propia (entre los que hay, históricamente, una informalidad más elevada que la estimada para el universo del empleo asalariado) fue de 5,5%.
Las estimaciones publicadas por el instituto oficial de estadística indican que los puestos son, en total y al segundo trimestre de este año, 21.636.000. De esa cifra, 10.843.000 corresponde a los asalariados con aportes (tanto del sector público como de empresas privadas); otros 5.400.000, a los asalariados no registrados, y 5.393.000, a quienes hacen tareas por cuenta propia. El primero de los grupos representa el 50% del total, mientras que un año atrás y también en 2019, esa participación rondaba el 52%; los segundos participan en un 25%, tres puntos por arriba del índice estimado para esa misma época de 2021.
En un período de restricciones estrictas para la actividad económica dispuestas por la cuarentena, el segundo trimestre de 2020 había mostrado una caída fuerte, de 16,8%, del número de puestos de trabajo estimados para todo el país y consignados en informes oficiales. Más protegido por las características de las empresas empleadoras, por las regulaciones que establecieron la prohibición de los despidos y por las ayudas estatales para el pago de salarios, el empleo bajo relación de dependencia registrado resultó el que menos daño sufrió.
En ese entonces, ese segmento mostró una caída de 3,3% con respecto al lapso de abril a junio de 2019 (en el sector público en particular, el número de ocupaciones se mantuvo casi sin variaciones). Mientras tanto, el empleo asalariado no registrado tuvo una contracción de 34% y la cantidad de trabajos por cuenta propia, una caída un 28,6%. Es decir, alrededor de tres de cada 10 personas incluidas en los dos últimos grupos perdieron su fuente de ingresos en un contexto excepcional.
Como ese derrumbe de las ocupaciones se concentró fuertemente en el sector informal, la tasa de asalariados sin descuento para el sistema jubilatorio –este año, de 37,8% y en 2021, de 31,5%, como ya se consignó– había mostrado una disminución bastante significativa, hasta llegar al 23,8%. Algo que, lógicamente, no era reflejo de una mejora en la calidad promedio del empleo. En los dos años previos a la pandemia, el indicador se había ubicado, en cada trimestre, en alrededor de 34% o 35%. Con la recuperación de la actividad y la reincorporación de trabajadores, más pronunciada en el segmento informal, la tasa se fue incrementando y superó el 33% en el tercer trimestre de 2021, para subir luego y llegar al número más reciente.
Entre los diferentes sectores de la actividad económica, los datos referidos al trabajo en servicio doméstico muestran que no hubo una recuperación total de puestos luego de la cuarentena. El número estimado de hogares donde se emplea a personas para las tareas del hogar es, para este año, de 1.514.000, mientras que en el segundo trimestre de 2019 había llegado a 1.724.000. Eso refleja que la cantidad de puestos está un 12,2% por debajo respecto de tres años atrás. En el segmento específico de puestos no declarados, la disminución se eleva a 15,6%.
En 2020, la caída interanual de puestos de servicio doméstico había trepado a 36% (y a 50% entre los no declarados), mientras que en 2021 hubo un repunte (en comparación con la época de la cuarentena más estricta) de 24,7%. En el último año, en tanto (entre los segundos trimestres de 2021 y 2022), el número de hogares con servicio doméstico creció, según el Indec, un 9,9%. Sin embargo, el incremento de puestos solo se dio en el segmento informal, mientras que el registrado tuvo una caída interanual de 0,6%.
En el sector del trabajo en casas particulares, la falta de registro es una realidad para dos tercios de los puestos que, según las proyecciones basadas en la encuesta oficial de empleo, se calcula que hay en el país.
Fábricas, comercios y obras
La industria, por su parte, tiene este año un número estimado de puestos que es mayor en un 9,5% al de 2019, pero en el avance hubo también una alta incidencia de lo ocurrido en la economía sin registro: los empleos asalariados sin aportes crecieron mucho más: un 21,3%.
En el comercio, la cantidad total de ocupaciones supera en 11,3% a la de tres años atrás, mientras que, puntualmente, los puestos informales son un 38% mas que entonces, mientras que los formales son un 2,3% más y los que son por cuenta propia, un 6,5% más.
Los trabajadores de la construcción son, en el sector registrado, menos este año que en 2019 (la caída es de 3,4%), en tanto que la muy leve variación positiva (1,7%) del número total de ocupados en esas tareas se explica por un incremento de los asalariados sin aportes (3,8%) y de los cuentapropistas (2,8%).
En este caso, de todas formas, la situación mostró una mejora en el último año, en términos de cantidad y de calidad: el avance de los puestos fue, en general, de 12,4%; el del segmento registrado fue de 18% y el del no registrado, de 16,2%, en tanto que el cuentapropismo mostró un 6,5% más de ocupaciones.
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