¿Influencers financieros o gurúes de pacotilla?
El crecimiento exponencial de los generadores de contenido en internet llegó al área de las finanzas, con contenidos orientadores para invertir; sin embargo, hay muchas precauciones a tomar para no caer en trampas
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MADRID.– Scientia potentia est. Una célebre expresión, que significa “el conocimiento es poder” le es atribuida por algunos, en su origen, al filósofo inglés Francis Bacon y, por otros, al también filósofo británico Thomas Hobbes. Algunos, en tanto, creen que es un antiquísimo proverbio hebreo (Proverbios 24,5).
Que la sabiduría y la información en tiempo preciso aumentan las probabilidades de tomar decisiones acertadas en el mundo de las inversiones es algo que ya sabían burgueses, comerciantes y personas dedicadas a las finanzas a principios del siglo XVII, cuando empezaron a sentarse las bases de lo que hoy son los mercados financieros. Ya en aquel entonces era relevante estar atentos no solo a lo que se decía, sino también a quién lo decía. Así nacieron los que hoy llamaríamos los primeros influencers financieros.
Era importante conocer si tal o cual rey estaba dispuesto a aliarse con otro, si un territorio u otro tenía o no ansias expansionistas, si la balanza se estaba inclinando hacia cierto contendiente en una batalla, si se esperaban o no tormentas en las rutas de los barcos, o si una casa de préstamos tenía o no dificultades para el cobro. También era fundamental distinguir si la información procedía o no de los personajes influyentes del momento; en general, miembros de la nobleza, altos funcionarios de la Corte, hombres de mar, comerciantes y banqueros. Según crónicas de la época, había un buen número de charlatanes, tramposos, pillos, embusteros, bocazas, indocumentados, impostores y embaucadores que vendían datos, noticias y rumores.
En pleno siglo XXI, la información y el conocimiento siguen dando poder para tomar decisiones de inversión en unos mercados financieros ya muy amplios, desarrollados y, sobre todo, muy rápidos. Hay multitud de “generadores de contenido”, como ahora se los llama: desde organismos públicos, instituciones financieras, empresas y medios de comunicación, pasando por agencias de posicionamiento, analistas, especialistas, gestores, profesores y expertos, hasta llegar también, como hace siglos, a timadores, farsantes y aprovechadores varios. Muchos de ellos incluidos, según la terminología moderna, en el perfil de influencers financieros, finfluencers o fininfluencers. Son millones de personas las receptoras de toda esta información. Hay que reconocer que, gracias a las redes sociales YouTube, Facebook, Instagram, Twitter, TikTok o LinkedIn, y también al vertiginoso desarrollo de nuevas, sencillas y más baratas aplicaciones de inversión, su número no solo ha crecido de forma exponencial en los últimos años sino que también se ha rejuvenecido el perfil general, con la llegada de los mileniales y los centennials.
La cuestión es que es una ardua tarea distinguir al buen influencer financiero que ayude en la toma de decisiones de inversión, del falso gurú de las finanzas que promete, en muchas ocasiones, ganancias fáciles y en tiempo récord gracias a fórmulas mágicas de dudosa credibilidad que, sin embargo, a ellos les han permitido convertirse en millonarios.
“En el siglo XVII empezaron a sentarse las bases de lo que son hoy los mercados financieros; ya entonces era relevante ver quiénes decían lo que decían”
Rodrigo Prieto Garea es director de cuentas de la división de comunicación financiera en Evercom, especialista en fininfluencers y uno de los responsables del informe Top 50 #Fininfluencers España, que reúnen en un listado a los mejores influencers financieros en distintos ámbitos de la economía y las finanzas, como la macroeconomía, la política monetaria, los mercados, el sector inmobiliario, las criptodivisas, la innovación financiera o las finanzas personales. Con todo, Prieto no tiene reparos en dar como primer consejo “el desconfiar siempre”. Desde su punto de vista, es imprescindible mirar la trayectoria profesional de quien vierte opiniones y en ningún caso dejarse llevar por el número de seguidores de un perfil. Explica que existen lo que se llaman “cuentas parodia”, cuentas en redes sociales que utilizan perfiles de personas conocidas para verter recomendaciones de inversión y hacer promesas.
Opiniones y consejos
A estos, Prieto los tilda de “vulgares ciberdelincuentes”, que acaban quedándose con el dinero ajeno, muy especialmente, a su entender, en el mundo de las criptomonedas.
Para este experto en comunicación, un buen influencer está en el otro extremo del camino. Es alguien con experiencia en algún segmento del mercado de valores: “De todo no se puede saber”. ¿Las características del buen influencer? Dice Prieto que es alguien que se dedica a ello, que tiene capacidad de comunicación, que es inteligente y que, efectivamente, “da su opinión”. Y sigue: “No hace recomendaciones expresas de compraventa de valores, divisas, materias primas o de lo que en ese momento sea importante”. Esta diferencia entre opinión y recomendación es la que, a juicio de Prieto, marca, en muchas ocasiones, la diferencia entre los influencers de fiar y los de no fiar.
Al respecto reconoce que, si bien los reguladores nacionales e internacionales han empezado a realizar serias advertencias sobre quienes dan recomendaciones de inversión sin señalar claramente los riesgos o sin reconocer que están siendo pagados por aquellos a los que recomiendan, aún queda “trecho por andar” para tratar de proteger a los inversores, sobre todo, a los minoristas y a los más jóvenes.
Jorge Garavito Acebes, que actualmente trabaja en el sector del venture capital, es uno de esos jóvenes atraídos por el mundo de la inversión desde hace tiempo. El suficiente para que hace unos meses defendiera, con mención de honor, su trabajo de fin de grado titulado Los grandes influencers financieros y su impacto en los mercados. Reconoce Garavito: “En esencia, la propia figura del influencer financiero choca contra el principio de racionalidad”. Explica que “se sigue” a determinadas figuras porque en el pasado “acertaron” en sus decisiones de inversión y se cree que pueden repetir éxito. “En realidad, esto no tiene sentido en un contexto en el que hay que tener claro que las rentabilidades del pasado no son garantía de futuro”, explica.
“Si bien los reguladores han empezado, en el mundo, a hacer advertencias respecto de quiénes dan consejos de inversión, hay todavía mucho camino por andar”
Añade, sin embargo, que en épocas de incertidumbre como las actuales sí hay una buena parte de los inversores minoristas, que representa según los mercados entre un 20% y hasta un 30% del total, “que busca voces más expertas” para tomar decisiones.
El problema, señala, es doble: por un lado, se rechazan opiniones conservadoras orientadas al largo plazo y procedentes en muchos casos de personas con experiencia de gestión, ya que se “persigue asumir más riesgo”. Por otro lado, se buscan opiniones que básicamente corroboren la propia línea de actuación, encontrando así justificación a las decisiones ya tomadas.
Si hay algo que sorprende del trabajo de Jorge Garavito es que solo concede el calificativo de influencer financiero a los grandes organismos económicos mundiales. Una de las principales conclusiones de su análisis es que “cuando habla la Reserva Federal, cuando el Banco Central Europeo adelanta sus previsiones de política monetaria, cuando el Fondo Monetario Internacional revisa sus previsiones de crecimiento…, entonces sí que reaccionan los mercados. No hay inversor institucional que no haga caso a sus datos o comentarios. No hay, visto desde otro ángulo, gran inversor alguno que pueda justificar una toma de decisiones de cartera u otra porque lo ha dicho tal o cual experto por más fininfluencer que sea”. © El País
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