Inflación: los “atrasados” y “ganadores” en diciembre y los pendientes que anticipan más inflación en 2024
Antes del fogonazo de este mes, los alimentos habían trepado en el año 22,7 puntos porcentuales más que la inflación promedio; en las últimas semanas, la suba se aceleró; todavía no se movieron los precios del transporte de pasajeros en el AMBA o las tarifas de los servicios públicos
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“Voy a liberar todos los precios que pueda”, dijo el presidente Javier Milei a pocos días de su asunción. “Hay problemas de inflación reprimida”, insistió después ante periodistas, al analizar los efectos de su “plan de shock” y las consecuencias inmediatas de sus primeras medidas y anticipar una aceleración en la suba de los precios que hoy golpea en el bolsillo de los argentinos.
El combo inicial del paquete puesto en marcha por Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, incluyó una suba de más del 100% del dólar oficial, un ajuste sobre el cepo cambiario y los recargos para el acceso a divisas, un cambio en el blend de cotizaciones al que acceden los exportadores y el fin de los programas de controles y acuerdos de precios. “Van a ser meses de inflación dura y difícil”, anticipó Caputo, al prever las consecuencias de este esquema.
Las medidas sumaron combustible a un alza del costo de vida que venía acelerado y llevarán al IPC de diciembre por encima del 25%. Así lo reflejan las estimaciones de consultoras privadas que monitorean la evolución de los precios, en una tendencia que de corto plazo arroja una paradoja: las mayores remarcaciones se dieron en alimentos, que en lo que va del año habían tenido subas por encima de la inflación promedio.
Según los números del Indec, la categoría Alimentos y bebidas acumuló en noviembre una suba interanual del 183,6%, mientras que el IPC se incrementó un 160,9%. Es decir, este rubro, el de mayor ponderación dentro de la canasta del organismo y el más sensible para el bolsillo de los hogares argentinos, tuvo una suba de 22,7 puntos porcentuales por encima del promedio de los precios. Recreación y cultura, Restaurantes y hoteles y Equipamiento del hogar fueron otros de los rubros “adelantados” frente al promedio de los precios.
La tendencia se replica en una mirada más amplia: durante la gestión de Alberto Fernández, la categoría Alimentos y bebidas no alcohólicas subió un 16% más que la inflación promedio. En esta película, los ganadores fueron la ropa y el calzado, con una suba acumulada que resulta un 44% más alta que la inflación, y los restaurantes (30%), de acuerdo con un informe de la consultora LCG.
Dinámicas del mercado, regulaciones burocráticas y liberalización de precios se combinaron para un contexto de correcciones incompletas: mientras rubros como las tarifas de los servicios públicos o el transporte aún no se movieron (si bien en este último se confirmaron alzas para colectivos y trenes), la dinámica inflacionaria de diciembre refleja un reacomodamiento hacia arriba de segmentos que ya venían subiendo antes del cambio de gobierno y su nuevo enfoque económico.
“Lo que vemos en diciembre sobre alimentos es un doble efecto. En primer lugar, se terminaron los programas de regulación como Precios Justos y muchas empresas tomaron decisiones de ‘blanquear’ precios”, dice el economista Sebastián Menescaldi, director asociado de Eco Go, en referencia a ajustes de listas de precios de firmas que planteaban atrasos en sus valores de venta y registraron remarcaciones del 50% en el mes.
“El segundo es la devaluación. Hubo un traslado por el aumento de los costos, como en el caso de la carne, donde el dólar impacta en el costo de la alimentación y los rubros exportables. Eso presiona sobre el precio de los alimentos”, agrega el analista, en referencia al salto del tipo de cambio oficial, que pasó de $400 a $820.
Es un combo de factores el que se combina para la disparada de uno de los segmentos que más pesa en el bolsillo de los argentinos. La ola de remarcaciones tras la caída de los “acuerdos” y controles de precios tras el balotaje se profundizó luego de la devaluación, que en rigor generó una suba del dólar exportador (era de alrededor de $650, en el esquema 50-50 planteado por Massa hasta el final de su gestión, y hoy se ubica por encima de $800 con el modelo 80-20 que implementó Caputo).
El mismo escenario presiona a la inversa sobre las importaciones: la devaluación y el incremento del impuesto PAIS (la alícuota es del 15%) impactó en el costo de algunos insumos y otros bienes importables. Al mismo tiempo, todavía no se oficializaron las retenciones a las exportaciones que podrían compensar parte de la suba del tipo de cambio sobre los precios del mercado interno.
Según Eco Go, la inflación acumulada en las últimas cuatro semanas en el segmento alimentos y bebidas fue del 37,5%, con especial impacto en carnes (45%), lácteos y huevos (41%) y panificados, cereales y pastas (36,5%).
“La inercia, la especulación, el salto en el tipo de cambio suenan como grandes protagonistas de los aumentos de diciembre”, suma la economista Florencia Iragui, analista de la consultora LCG. Según sus relevamientos, la categoría Alimentos y bebidas concentró en las últimas cuatro semanas las mayores subas del año: 7,4%, 6,1%, 11,5% y 7,1%, respectivamente. La firma comparte otro dato que ilustra la aceleración inflacionaria: cuatro de cada 10 precios de la canasta relevada tuvieron subas semanales.
Según Menescaldi, esta dinámica de aceleración inflacionaria en alimentos podría tener retrocesos en el corto plazo. “Probablemente, hay rubros que se pasaron de rosca y empiecen a volver”, dice sobre algo que ya se ve, por ejemplo, en el precio de la carne y la hacienda en pie. “Tuvo un movimiento claro: una suba muy fuerte y después retrajeron porque la demanda no lo convalidó”, explica.
A su vez, advierte sobre el impacto de la suba de precios en el consumo y en la actividad de empresas y comercios. “Quizás haya empresas que estos meses venderán menos. Se verá que cae la demanda, bajan la producción y las importaciones, y muchas empresas van a empezar a usar stocks que tenían y a desacumular”, advierte.
Mientras tanto, el fogonazo inflacionario de diciembre, que también incluyó remarcaciones en rubros sensibles al tipo de cambio como los combustibles o los precios de los pasajes aéreos, no comprende la totalidad de los “reacomodamientos” sobre los que advirtió Milei antes de su asunción, como el transporte de pasajeros o las tarifas de servicios públicos (electricidad, gas).
Según el informe de LCG, la categoría transporte subió entre diciembre de 2022 y noviembre de 2023 un 24% menos que la inflación general, el segmento tarifas (Vivienda, agua, electricidad y otros) acumuló un retraso del 19%.
Son los “perdedores” de 2023, en una tendencia muy similar a lo que dejó el gobierno de Alberto Fernández. En ese período, los rubros Comunicaciones y Tarifas aumentaron un 42% menos que la inflación promedio. Transporte, en tanto, se atrasó un 21%, al igual que educación (14%) y salud (11%). Sin embargo, desde enero subirán 45% los pasajes de colectivos y trenes del AMBA.
“Los precios relativos se ajustan de a poco, y no se puede hacer todo de repente. Salud recompone en enero; educación, en marzo. Y en tarifas hay cierta normativa y demora”, explica Menescaldi. En este último punto, el Gobierno ya dio el primer paso, con la convocatoria para audiencias públicas para el 8 de enero, en un calendario que presionará aún más sobre la inflación en los meses que vienen. Y golpeará otro de los precios que, según Menescaldi, también quedó atrasado: “Los salarios”.
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