¿Más cepo? Los efectos de las restricciones al dólar en la vida cotidiana
El cepo cambiario hace tiempo se convirtió en una encerrona, dicen los economistas. Con medidas que fueron restringiendo el acceso al mercado oficial, especialmente para las empresas, se sumaron "parches" a una regulación que, sin embargo, no frena el drenaje de reservas del Banco Central.
Esas restricciones podrían recrudecer en el futuro cercano, según explicó hoy el presidente Alberto Fernández.
La paradoja es el contexto. La Argentina registra US$18.000 millones de superávit comercial en los últimos 12 meses, producto de un derrumbe de las importaciones por la recesión, y ya dejó atrás las épocas de mayor volumen de liquidación de divisas por la cosecha gruesa del sector agroexportador.
El escenario, sin embargo, es la contracara de la abundancia cambiaria. Aún con más divisas disponibles, que podrían permitir al Banco Central engrosar sus reservas, la entidad no para de vender para abastecer una demanda que no cesa. En las primeras siete ruedas hábiles de agosto, la entidad monetaria cedió US$507 millones, y desde el 18 de junio la cuenta sube a US$1175 millones.
La demanda se aceleró, alimentada también por las expectativas. Se estima que el mes pasado cuatro millones de argentinos accedieron a su cupo de US$200 mensuales. También lo demandan las empresas, sobre las que el cepo se endureció meses atrás, cuando el BCRA restringió el acceso al mercado cambiario a las compañías que ya cuentan con activos líquidos "originados en la formación de activos externos". En otras palabras, impidió que compren dólares aquellas firmas que ya tienen alguna "reserva" en billete estadounidense.
La medida, luego flexibilizada, alimenta una brecha creciente entre la cotización oficial y las versiones paralelas del dólar. Con reservas estancadas en US$43.300 millones (las netas, de libre disponibilidad, son menos de US$10.000 millones), esa distancia entre los tipos de cambio y la creciente demanda del dólar ahorro enciende luces amarillas en el Gobierno.
"El cepo es un camino de ida", dice Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma. Sucedió que, a medida que se fue endureciendo el acceso al mercado único y libre de cambios (MULC), "lo que dejó de pasar por la cuenta capital, comenzó a pasar por la cuenta corriente", explica. Se consumen más bienes importables y exportables, pero al mismo tiempo cambia la forma de pagarlos: el importador dejó de endeudarse en dólar y pagaba en "cash" mientras tuviera acceso al mercado oficial.
"Si uno ve la brecha como indicador de potencial devaluación y hay crédito barato en pesos y acceso al MULC, era lógico que no se endeudaran en dólares y que se apalancaran en pesos y demandaran dólares al oficial", explica Caamaño. Esa diferencia de valores entre el oficial y los tipos de cambio paralelos llegó a estar en el orden del 100% a mediados de mayo, a niveles récord. Hoy ronda entre el 70% y el 80%, según se tome las cotizaciones financieras del dólar o el valor de las operaciones ilegales que representa el 'blue'.
El impacto de esa brecha en los precios también empieza a filtrarse. Si bien las operaciones en el mercado oficial tienen un volumen 10 veces mayor a las cursadas en los tipos de cambio paralelos, según explicó el economista Ricardo Arriazu esta semana en una presentación virtual organizada por IDEA, las expectativas por el acceso a divisas o insumos afecta a este punto.
Si los importadores enfrentan trabas o restricciones para acceder al dólar oficial, y los bienes se valúan al costo de reposición, puede ocurrir que muchas de las importaciones se calculen al valor del contado "con liqui" o del MEP, los tipos de cambio a los que se accede a través de la compraventa de activos financieros. Eso tiende al encarecimiento de bienes con alta incidencia del dólar.
Además del impacto negativo en la inflación, también aparece un efecto sobre las cantidades importadas. "Podría haber empresas que deciden no traer algo del exterior porque prefieren quedarse con esos dólares y ahorrarlos o consumirlos", dice.
Por su parte, Guido Lorenzo, director ejecutivo de la consultora LCG, advirtió sobre el impacto negativo de esta medida sobre el aparato productivo, al forzar a los importadores a acudir al mercado paralelo. "Pusiste el cepo porque había una alta dolarización, no porque el tipo de cambio estuviera atrasado. Después pusiste un parking para que no creciera la brecha entre el contado con liqui y el oficial, y ahora obligás a los importadores a ir al CCL. Es una distorsión sobre otra", dijo el economista.
Según Lorenzo, este esquema continúa castigando al exportador (recibe el tipo de cambio oficial menos las retenciones), mientras que dinamizará disputas entre los importadores que accedan al mercado oficial y aquellos que no tendrán autorización.
"Es todo un esquema de distorsiones cuando lo que podrías haber hecho era más sencillo, igualando el contado con liqui con el dólar comercial y subir los derechos de exportación, si querías seguir castigando al sector exportador. Con eso, no abrís distorsiones entre importadores y la queda la ganancia por derechos de exportación directamente al tesoro. Es mucho más sencillo hacer una devaluación, ajustar retenciones y dejar las medidas del cepo", concluyó.
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