Inflación: A Milei también se le niega el sueño del kirchnerismo
El Gobierno parece haber llegado el tramo más arduo del plan, la “última milla” rumbo a índices acordes con los de otros países de la región; atraso cambiario, ajuste de precios relativos y recomposición de márgenes por el repunte de la demanda, algunos de los obstáculos
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Habrá que esperar al menos un mes más para que aquel anhelo del exministro de Economía Sergio Massa se haga realidad, aunque más no sea en otro gobierno. Pasaron ya 31 meses y el ansiado “tres por delante” que buscaba la administración kirchnerista se hace desear. El IPC de agosto no logró perforar -como se esperaba- el 4% de julio, que por ahora seguirá siendo la cifra más baja del año. Y lo más importante: la inflación núcleo cortó un trimestre de estancamiento, pero al alza, al marcar un sorpresivo 4,1%, casi en línea con el 4,2% general.
El veranito cambiario explica en gran parte la estabilidad del índice de precios al consumidor en torno del 4% desde hace cuatro meses. El dólar blue y los financieros han venido bajando desde récords nominales históricos de más de $1400 y hasta $1500 a mediados de julio a menos de $1300 en la actualidad, pero esa calma no alcanzó para que agosto mostrara un mejor número que julio.
En su gran objetivo, el Gobierno está dispuesto a sacrificar reservas con mecanismos como la intervención en el CCL y el dólar blend, algo que inquieta por igual a los mercados y al FMI. Economía mira el IPC, los otros, las reservas y el riesgo país, el indicador que debe bajar para que la Argentina se pueda endeudar a tasas razonables. Si aún así se interrumpe la escalera descendente, los cuestionamientos a la estrategia libertaria crecerán.
Parece haber llegado el tramo más arduo del plan, la “última milla” rumbo a índices acordes con los de otros países de la región. La corrección pendiente de precios relativos y la indexación en varios rubros harán que ese camino se haga cada vez más empinado. Y uno de los precios que más dudas despierta es el del tipo de cambio. Distintas señales muestran que, si bien todavía no se alcanzaron niveles alarmantes de atraso cambiario, ahí hay un problema.
En algunos rubros hay inflación en dólares. El índice de servicios de mano de obra intensiva que releva el Ieral, de la Fundación Mediterránea, con datos oficiales del ente estadístico porteño y del Banco Central, muestra que si bien la inflación general se desacelera, la de ítems como medicina, reparaciones del hogar, educación y servicio doméstico, entre otros, se mantiene permanentemente por encima del índice general. Es decir, hay un encarecimiento de esos servicios en moneda dura. Además, faltan más ajustes en las tarifas, con sus efectos directos e indirectos en los precios, como ya se vio en agosto.
No es lo único que pone dudas sobre el esquema cambiario y, por ende, sobre la inflación futura; también la creciente demanda de dólares por la regularización del comercio exterior y las primeras señales de repunte económico que el Gobierno festeja, pero que también podrían ser un dolor de cabeza por una mayor necesidad de dólares para atender a la producción y el turismo. Algunos economistas, de hecho, creen que en la núcleo de agosto pesó una recomposición de márgenes posibilitada por una mayor demanda en general. Otros, en cambio, responsabilizan a las subas por encima del promedio de alimentos como la carne, los lácteos y el aceite. El punto de inflexión en la desaceleración inflacionaria habría sido en la segunda quincena del mes pasado.
El enamoramiento con los mecanismos cambiarios que le permiten al Gobierno mantener al dólar y a la inflación bajo control se explica desde el intento de que mejore el humor social cuando ya asoma en el horizonte el año electoral.
Más allá de algunos indicadores económicos que están mostrando un tenue repunte, como la recuperación de los salarios privados formales, y mejoras intermensuales en la actividad industrial, la construcción y las ventas de motos, por ejemplo, la mayor parte de la gente sigue golpeada por la situación económica.
Según el último informe de Social Mood de la consultora Moiguer, “la caída del poder adquisitivo marca la agenda”. Más de la mitad de la gente encuestada (52%) consideró que la capacidad de consumo de su hogar es peor o mucho peor que un año atrás. Además, 69% dijo que los ingresos de su hogar están por debajo de la inflación y el 59% declaró que en algunos de los últimos meses se quedó sin dinero y no pudo llegar a fin de mes, cifra que saltó al 71% en el nivel socioeconómico bajo.
¿Alcanzará con bajar algunos escalones en la “escalerita” de la inflación para mejorar el ánimo de la sociedad? Hoy parece que solo es suficiente para sostener la paciencia. La expectativa negativa, siempre de acuerdo con el mismo estudio, se mantiene firme desde el segundo trimestre del año y la positiva cayó 8 puntos porcentuales de julio a agosto. ¿Qué pasará si además la inflación deja de retroceder?
Con todo, más allá del gusto a poco del dato de agosto, septiembre podría mostrar un IPC más bajo por el impacto de la reducción del impuesto PAIS. Los analistas creen que ese recorte podría ser de hasta casi un punto y medio porcentual, y entonces sí: el Gobierno podrá retomar su relato triunfal y, al mismo tiempo, cumplirle el sueño a Massa.
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