Inclusión financiera, la última frontera
Sembrando ideas para una sociedad igualitaria
Christine Lagarde, directora del FMI, señaló en un foro sobre el Panorama económico para las mujeres, que "la mitad de las computadoras, la mitad de los autos y el 70% de productos del hogar en los Estados Unidos son comprados por mujeres". De hecho, a nivel mundial, ellas representan el 70% de todos los consumos que se realizan; se suele decir que como mercado son uno más grande que China e India juntas. Este poder de compra que ostentan, lejos de estar asociado con ese estereotipo de la gastadora compulsiva que vacía la tarjeta de crédito del marido, es más bien consecuencia de que son ellas quienes administran y realizan los gastos de los hogares, son clientas más leales y con mayores tasas de repago en créditos que los varones. Según un informe de Silverstein y Sayre sobre la economía de los Estados Unidos, las mujeres toman las decisiones de las compras del 94% de los muebles del hogar, el 92% de las vacaciones, el 51% de los productos electrónicos. Además, deciden el 45% de las compras de automóviles e influyen sobre el 85% de estas decisiones. Compran calzoncillos o medias para los varones de la familia, los regalitos de Navidad o para la maestra de la escuela. Este rol tan activo en el consumo contrasta con su situación en el mercado financiero.
La inclusión financiera de las mujeres está, en muchos países, aún en desarrollo. A nivel mundial, el 42% de ellas -alrededor de 1100 millones- está fuera del sistema financiero formal (estimaciones del World Economic Forum). En los casos en que tienen cuentas bancarias, gran parte de su uso está orientado a transacciones corrientes. La escasa educación financiera que reciben continúa tratándolas de manera condescendiente y como si no tuvieran la capacidad o posibilidad de organizar una cartera de activos más compleja.
La ausencia de perspectiva de género en las instituciones financieras y el sistema bancario, termina en una oferta muy escasa para financiar zapatos o ropa, sin prestar demasiada atención a otro tipo de actividades relacionadas con su capacidad como emprendedoras, profesionales o jefas de hogar. A su vez, cuando se abren líneas de crédito, tampoco se analiza demasiado sus características a fines de cumplir con las condiciones para ser sujetas de financiamiento. Hablamos de una porción de la población que gana en promedio un 27% menos que sus pares varones o que sufre mayores niveles de precarización laboral. Los últimos datos de ingresos del Indec, muestran que el 90% de las mujeres gana menos de $ 13.000, lo que las deja fuera de los instrumentos financieros más accesibles para la compra de vivienda. Por otra parte, según el Banco Mundial, más del 30% de las pymes del mundo son dirigidas por mujeres y se estima que el 70% de ellas no tienen acceso a financiamiento. Del mismo modo, las pequeñas emprendedoras en los barrios, tampoco acceden al crédito para invertir en maquinaria o tecnología.
Las proyecciones sobre este mercado muestran que en la próxima década habrá grandes cambios en la estructura patrimonial y la tenencia de activos, algo que hoy recién está comenzando.
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