"Esto ahuyenta": intranquilidad en el empresariado por el impuesto a la riqueza
Por estos momentos, el Congreso comienza una sesión que tendrá a todo el mundo en el empresariado en alerta. Debatirá sobre el impuesto a la riqueza, o el "aporte extraordinario y solidario", el tributo que crispó los ánimos del sector privado en los últimos meses.
Los empresarios alertaban esta mañana sobre los riesgos de la aprobación del proyecto de ley: menor inversión, menor incentivo al emprendedurismo y la posibilidad de que el tributo no sea "por única vez", tal como sucedió con tantos otros en la Argentina.
La preocupación de los industriales, explicitada ayer por la Unión Industrial Argentina (UIA), está centrada en que, a su juicio, el proyecto de ley tiene un "sesgo" que descapitaliza a empresas que invierten porque no diferencia entre el patrimonio formado por capital productivo y aquel compuesto por activos financieros o inmuebles.
En ese sentido se expresa José Urtubey, directivo de la UIA y de Celulosa Argentina: "El aporte no puede alcanzar a los activos productivos; esto es dañino para todo el sector productivo", sentencia.
Por otro lado, señala que "si se quiere transferir el ahorro argentino al sector productivo" no deberían quedar incluidas las obligaciones negociables ("ON" o bonos corporativos).
Para esos debates, dice Urtubey, debería haber lugar en el Congreso hoy, pero si eso no sucede, se deberá analizar cuánto margen para discutir estos asuntos hay durante la reglamentación. "Tenemos que pasar del asistencialismo al pleno empleo, y esto va en detrimento de eso", dice, sobre el "aporte".
"Agregar un impuesto más a los 166 que ya tenemos es mucho: creo que más que pensar en impuestos o aportes tenemos que buscar incentivos a la inversión", agrega el empresario cafetero Martín Cabrales.
"Nadie duda de la situación difícil que está pasando la Argentina agravada por la pandemia, pero la solución está en el trabajo y el crecimiento económico. Esto ahuyenta el capital", apunta. Por otro lado, señala que es una "mala señal" para el emprendedurismo. "No es un buen ejemplo para los jóvenes que tienen que creer en el país y crecer económicamente acá", dice.
Por otro lado, Cabrales advierte sobre el riesgo de que el aporte no sea "único" ni "extraordinario. "En la Argentina tenemos la mala experiencia de que los impuestos llegan y se quedan, así que es incierto", apunta.
En esa línea, José Martins, presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, agrega que este impuesto llega en un momento inoportuno para la agroindustria que ya tiene una alta carga fiscal. "No hay lugar para seguir poniéndole más impuestos al sector. Esto vuelve muy gravoso aún el tema rentabilidad; el Gobierno tiene que tener un marco de previsibilidad porque se intenta impulsar a las inversiones y esto viene a actuar al contrario sobre las señales que se esperan", indica.
"El problema es la señal que estamos dando como país; en lugar de buscar consenso a través del diálogo damos un paso para atrás. Ahora que se está convenciendo al Gobierno para que haya estímulos para invertir en el país esto es contraproducente, más allá de que el propósito sea muy loable, el problema es que el negocio ya no soporta más impuestos", dice.
La preocupación es grande en el campo. Rosana Negrini, presidenta de la empresa de maquinaria agrícola Agrometal, expresó su intranquilidad por lo que puede suceder con sus clientes. "El que tiene campo ya paga Bienes Personales, pero además va a tener que pagar por su tierra y sus bienes de capital: no hay dudas de que va a tener una disminución en su utilidad", apunta, y añade: "El campo es un de los sectores más dinámicos e innovadores, esto crea un círculo de menos plata y menos dólares, no es una solución".
El presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Daniel Pelegrina, coincide con Martins en que este impuesto es "una señal contrapuesta" a lo que la Argentina necesita como motor para generar mayor riqueza. "Ya lideramos el ranking de países con mayor presión fiscal y este impuesto no se presenta como un aporte solidario para la pandemia. Creemos que es un impuesto a los activos que viene para quedarse, como ha pasado en el tiempo con otros porque apunta al patrimonio y capital de los que producen en el país", evalúa.
Sostiene que este impuesto alcanza a los productores medianos que tienen una cosechadora y una máquina más destinada a la producción, y con ese patrimonio son candidatos para que el Estado se quede con el 70% de su capital de trabajo. "Esto lo que hace es retrotraer la capacidad agropecuaria, como le puede estar pasando a otras pymes de otros sectores", afirma, y agrega: "Es un impuesto confiscatorio que afecta a la propiedad porque se va a quedar en la sociedad y va a descapitalizar al sector".
El impuesto afectará a las personas humanas con patrimonios superiores a los $200 millones. Para ello se aplicará una tasa progresiva que se elevará al 2,25% en casos de fortunas entre 300 y 400 millones de pesos, al 2,50% entre 400 y 600 millones de pesos y al 2,75% 600 a 800 millones de pesos.
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