Ilusión de los mercados con un giro menemista de Fernández
El economista Emmanuel Álvarez Agis, devenido consultor estrella del sector privado desde que se posicionó como uno de los referentes del Frente de Todos, suele apelar a la figura del péndulo para describir el escaso margen de acción que tendrá el próximo presidente tanto si quiere virar hacia la izquierda como en caso de querer aplicar una política económica liberal.
Sacudidos después de las PASO, grandes inversores y empresarios parecen empezar a convencerse de ello. Algunos fondos de inversión de Wall Street que antes de las primarias advertían que suspenderían sus viajes al país si ganaba Alberto Fernández revisan esos planes.
No solo no estarían cumpliendo sus amenazas, sino que en los últimos días hasta dicen que empiezan a ver al candidato del kirchnerismo "rubio y de ojos celestes". En los próximos días, el Instituto de Finanzas Internacional (IIF, por sus siglas en inglés), el poderoso think tank que nuclea a los grandes bancos y fondos internacionales, aterrizará con una delegación de asociados.
Existe la creencia entre algunos inversores de que la fragilidad de las condiciones macroeconómicas harán que, en caso de acceder a la presidencia, Fernández se vuelque hacia la ortodoxia económica. No pocos sueñan con una suerte de neomenemismo. El que haya trascendido que consulta a economistas como Martín Redrado y Carlos Melconian ayudó a alimentar la idea.
El mercado es especialista en construir relatos para justificar sus inversiones (o sus malas inversiones). Aunque no siempre se ajusten a la realidad. En 2007, Wall Street se ilusionaba con una Cristina Kirchner "que tenía a Alemania como modelo"; en las elecciones de 2011, con una presidenta que aplicaría en un segundo mandato una "sintonía fina" que ayudaría a atacar los desequilibrios macroeconómicos, y tras las elecciones de medio término en 2017, con un Mauricio Macri que haría todas las reformas necesarias para finalmente transformar a la Argentina en un país solvente a largo plazo.
La historia muestra que, contra lo que se cree popularmente, Wall Street maneja mucho dinero, pero no necesariamente tiene información certera.
Lo que está claro en todos los escenarios que manejan grandes bancos y economistas que hoy están cerca del principal candidato de la oposición es que una reestructuración de la deuda será casi inevitable en caso de que se repita en la elección real el resultado de las PASO.
La duda es si será un canje "a la ucraniana" -con extensión de plazos, baja de tasas y una quita baja, del orden del 20%- o "a la uruguaya" -con extensión de plazos y baja de tasas, pero sin quita-. El economista Guillermo Nielsen dijo en una charla en una sociedad de Bolsa que aspiraba más a un "reperfilamiento" de vencimientos del segundo tipo.
Los bancos ya están haciéndole llegar al Frente de Todos sus servicios. El empresario Fernando Sulichín se contactó con el candidato a diputado Sergio Massa para vincularlo con Matthieu Pigasse, de Lazard, el banco europeo que en 2003 fue el primero en asesorar al equipo que comandaba Roberto Lavagna en el canje de la deuda que se llevó a cabo durante la gestión de Néstor Kirchner.
En el Frente de Todos, sin embargo, hay por ahora muchos referentes económicos, pero no una planificación tan evidente de los roles que podría asumir cada uno de ellos en caso de que efectivamente Alberto Fernández llegue a la presidencia. "Alberto habla con todos, pero no creo que hasta ahora le haya ofrecido nada a nadie", se sinceró uno de sus más cercanos referentes.
"No tiene sentido que Alberto hoy diga quién va a estar en su gabinete porque si no, la mitad después se queda sin ganas de trabajar", continuó.
Se descuenta que Fernández buscará acercarse a Wall Street después de octubre. Hace tiempo que la Cámara de Comercio norteamericana, Amcham, que nuclea a las empresas de ese origen con presencia en el país, planea un viaje para él. Sólo será cuestión de fijar una fecha.
Fuentes de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires confiaron que Fernández almorzó en esa representación diplomática en 2017 y que "es uno de los muchos argentinos con los que la embajada mantiene un diálogo abierto y productivo".
La falta de financiamiento será tal vez el principal desafío que deberá resolver quien asuma en diciembre. Desilusionados y molestos con Macri tras las fuertes pérdidas que debieron soportar en las últimas dos semanas, en algunos bancos coinciden en que esta vez los inversores procurarán ser más cautos. En retrospectiva, parece increíble que a comienzos de 2018 una empresa como Molino Cañuelas, que entró en una mora bancaria récord, hoy renegociada, hubiera estado a punto de vender exitosamente sus acciones en la Bolsa.
Gasoducto postergado
El problema del financiamiento no será exclusivo del soberano. La Secretaría de Energía les comunicó a las empresas que habían manifestado su interés en participar de la licitación para la construcción del gasoducto que comunicará Vaca Muerta con Salliqueló y, en una segunda etapa, con San Nicolás, que se postergará la presentación de ofertas para noviembre (la fecha original era el miércoles 11 de este mes), esto es, una vez que se conozca el resultado electoral.
"Nadie va a hundir miles de millones de dólares si no sabe si se mantienen las reglas de juego -admite uno de los interesados-. Si cambia el gobierno, es muy probable que esto se frene hasta no ver qué hace la nueva gestión". El gasoducto es, junto con la planta de licuefacción de gas, una de las obras fundamentales para que el negocio del gas no convencional realmente tome vuelo. Solo el 4% de Vaca Muerta por ahora está siendo explotado y no crecerá el negocio si no se invierte en infraestructura para colocar el gas. Había dos grupos interesados en participar de la obra: un consorcio conformado por las transportadoras TGN y TGS, y un grupo empresario coreano que iría de la mano del exfuncionario menemista Julio César Aráoz. La obra completa está estimada en US$2000 millones.
Temores
Entre las empresas internacionales se empieza a instalar el temor de que se puedan reimplantar controles para el giro de dividendos, así como limitaciones para la compra de divisas. Nuevamente, la escasez de financiamiento externo podría redundar en medidas poco amigables para la inversión. Más aún si el gobierno de Mauricio Macri llega a diciembre con poco aliento (y pocas reservas).
En las oficinas de banca privada, en tanto, imaginan que con Alberto podría haber una penalización impositiva para aquellos argentinos que en 2016 blanquearon dinero. En una charla en un banco, el economista Martín Redrado sugirió que un eventual gobierno de Fernández podría buscar implementar un nuevo blanqueo de capitales. Para que algo así funcione, entonces debería haber garantías de que lo primero no se hará.
En el corto plazo, los inversores estarán mirando qué sucede con la renovación de las Letras del Tesoro. El Gobierno tiene vencimientos por US$10.500 millones hasta el 27 de octubre. Según la consultora Delphos, si se logra renovar el 70% de los vencimientos en pesos y el 30% de los vencimiento en dólares, la situación financiera será "manejable". Siempre y cuando el FMI termine liberando los US$5400 millones que debería desembolsar el 15 de septiembre. En Hacienda confían en que el dinero estará. Como acreedor mayoritario, al propio FMI hoy no le conviene patear el tablero. Que la delegación del FMI haya sido testigo el sábado de la manifestación en Plaza de Mayo en respaldo de Mauricio Macri le habría sumado algunos puntos al lobby oficial.
Envalentonados, en el Gobierno buscarán presentar en los próximos días medidas que no solo lo vuelvan a mostrar activo, sino que además sirvan para compensar en parte el impacto del traslado de la devaluación a los precios. El viernes, el Banco Nación cerró con las grandes cadenas de supermercados un acuerdo para poder ofrecerles a sus clientes un descuento del 50% en las compras con tarjeta. El beneficio será los miércoles o sábados de la primera y segunda semana del mes, y se extenderá hasta diciembre. Habrá un tope de devolución de hasta $1500 por transacción. El banco se hará cargo de 30 puntos del costo del beneficio y las cadenas, del 20 restante.
Paradojas de la crisis: en los supermercados admiten que el pánico a un rebrote inflacionario posdevaluación provocó una importante mejora en su volumen de ventas. Eso, a pesar de que los precios se ajustaron en promedio un 20%.
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