Human Camp: la era del poder como un servicio
Una nueva edición del encuentro puso en escena experiencias transformadoras
Todos tenemos algún momento de nuestra vida en el que nos sentimos poderosos. "Los invito a buscar esos momentos que marcarían con un resaltador", dijo Laura Miedziak, gerenta de Recursos Humanos de Mimo & Co., a la audiencia que presenció la última edición de Human Camp.
El encuentro de este año se focalizó en qué es el poder, y así, distintos oradores respondieron, a través de anécdotas propias, qué hizo que sintieran poder en sus vidas. Las historias reflejan personas que eran vistas como "poderosas", pero que, interiormente, no se sentían así, y personas que encontraron el poder al animarse a hacer y ser, no importa las circunstancias, entendiendo que la mejor forma de vivir es siendo coherentes con lo que les dicta su corazón.
Al escuchar las vivencias, el poder podría resumirse como aquel acto de rebeldía que surge de un "llamado" interior, que da un sentido diferente a nuestras vidas, sobre todo cuando se utiliza para servir a los demás.
Le pasó a Silvana Corso, directora de una escuela de Educación Media Inclusiva en la Capital Federal, cuando rompió con el protocolo de neonatología del hospital donde estaba internada su hija Catalina, quien al nacer se asfixió con el cordón umbilical y tuvo que ser resucitada durante 10 minutos por los médicos. "Fue directo a terapia intensiva. No la conocí, no la vi, no la toqué. Sólo me contaron todo lo que le podría pasar. Nos convencieron de que se iba a morir. La lloré en vida", recuerda.
Sin embargo fue su marido quien le propuso transformar ese devastador momento en uno poderoso. "Él me dijo: si se va a morir, que lo último que se lleve sean nuestros besos y caricias. Hacer eso era un acto de rebeldía porque alterábamos las normas del hospital. ", narra Corso.
La beba sobrevivió a ese episodio. Sin embargo, la vida la enfrentó a muchos otros momentos en los que su salud estuvo en riesgo. Fueron varias las oportunidades en los que estos padres dijeron no a diferentes médicos, priorizando lo que les dictaba el corazón sin dejar de reconocer la autoridad del profesional.
A los 9 años, Catalina falleció. "¿Cómo me doy cuenta de que todas estas decisiones que fuimos tomando fueron acertadas? El destino fue el mismo. Catalina era parapléjica, ciega y no podía ni levantar la mirada, pero se fue sonriendo. Nosotros sentimos que hicimos lo que teníamos que hacer. Ella nos confirmó en su partida que eso fue lo correcto", concluye la directora, que se rebeló contra el sistema, una vez más, cuando planteó abrir las puertas de la escuela a todos aquellos "Catalinos y Catalinas" –así llama ella a los chicos con distintas discapacidades– para incluirlos y acompañarlos aun si tuvieran parálisis cerebral o distrofia muscular progresiva, como fue el caso de Luciano y Lucas que lograron ir al colegio gracias al "poder" de Corso.
Cuando María Eugenia Estenssoro, periodista y emprendedora social, dejó de lado todos sus miedos de madre soltera y decidió tener a su hija, también sintió mucho poder. "Francisca nació de una relación pasajera. No sabía cómo iba a hacer, pero sentí que no podía abortar. Así que decidí que iba a ser una madre feliz y que ella sería una hija feliz", cuenta. A pesar de que Francisca nació con un problema en un pulmón, que la hizo atravesar dos operaciones, hoy tiene 22 años y es supersaludable, agrega su madre.
En el caso de Tomás Escobar, CEO de Acámica, él primero descubrió el poder de una computadora con Internet, y después el suyo en tanto se apasionaba con la programación. Aunque deja en claro: "Programar es una herramienta. Hacerlo me divierte, pero mi pasión es impactar en el otro, e Internet me da esa oportunidad, ese poder de crear soluciones que se salgan del modelo establecido y me permitan trascender". A partir de ese "palpitar", este emprendedor creó, con tan sólo 20 años, Cuevana, el popular sitio Web que permitía a los usuarios ver por streaming estrenos de cine y TV. Desde chico incursionó en el mundo de la computación. Creó sitios Web y aplicaciones que no eran sólo consumidos por familiares y amigos, sino también por personas de todo el mundo. Cuando terminó el colegio en San Juan tenía muy en claro qué estudiaría: ingeniería en computación.
Un "llamado" interior hizo que le dedicara menos tiempo a la universidad para volcarse en proyectos propios. El mandato familiar decía que para progresar y desarrollarse profesionalmente uno tenía que estudiar en la universidad y el emprendedor no estaba cumpliendo con eso. Sin embargo, este "loco, que perdía el tiempo en la computadora", pasó a ser "un genio" –a ojos de los demás–, luego de crear Cuevana. Años más tarde, Escobar creó Acámica, un sitio que responde a una nueva forma de aprender en contraposición con el sistema educativo tradicional.
A veces, el entorno nos hace creer que el éxito está en los logros académicos y profesionales, hasta que la vida nos despierta de un sacudón. Al menos eso les ocurrió a Hernán Morano, ex presidente y CEO regional de Skanska, y Javier Fainstain, cofundador y coordinador de Estudios Orientales en The OGOS Project.
Morano hizo una gran carrera profesional en Skanska, superando muchos obstáculos y desafíos que le daban "más brillo, éxito y poder". "Mi vida se divorciaba entre lo que pasaba dentro de mi piel y fuera de mi piel", define. Tenía una secretaria que le manejaba la agenda. Tanto es así que cuando su mejor amigo le pidió charlar, ella agendó un almuerzo para 35 días después. "Había encargado mi vida a otro", se reclama. Hasta que en 2012 un accidente andando en bicicleta lo dejó en coma y, "desde ahí, todo lo que parecía tener un gran sentido de urgencia, brillo e importancia había desaparecido".
Fainstain también tenía una vida dedicada al trabajo. "A los 28 años fundé mi empresa. Trabajaba de 5 a 22. Era muy arrogante. Era una máquina de resolver problemas. Creo haber podido cumplir con todos los mandatos familiares y un poco más", dice este hijo de un sobreviviente del Holocausto. Hasta que un día sonó el despertador 5 am y no se pudo levantar de la cama. "No tenía fuerzas para moverme. Estuve una hora postrado sin poder levantarme. Ese evento me cambió la cabeza completamente", asegura. Ese "despertar" lo llevó a querer entender qué fue lo que le pasó esa mañana, por qué le pasó y, más tarde, para qué le pasó.
La intensa búsqueda de respuestas lo llevó a sumergirse en el campo de la filosofía, de las grandes tradiciones y religiones de la humanidad hasta llegar a ser discípulo de un monje budista, quien le enseñó sobre la medicina oriental y la técnica de acupuntura. De esta forma, Fainstain comparte uno de sus aprendizajes a través de la frase de la Madre Teresa de Calcula: "El poder no sólo es una buena oportunidad para lucirse, sino también para servir".
Palabras más, palabras menos, María Eugenia Vidal, gobernadora de la provincia de Buenos Aires, coincidió con esta frase al decir: "El poder te permite transformar, pero hay que administrarlo con mucho respeto porque el ego te puede traicionar". En su charla, ella explicó cómo todos los días hace el ejercicio de "no creérsela", de estar atenta y escuchar a los demás, de visitar lugares de forma sorpresiva cuando no hay cámaras ni periodistas para conversar con las personas, siendo consciente de la importancia de que "el poder no te aísle" del compromiso social de servir a los demás.
La última reflexión del encuentro la generó Jossias Macuacua. Con 22 años, este estudiante becado por la Universidad Católica Argentina (UCA) encontró su "poder real" en la frase: "Cuando se nace pobre, estudiar es el mejor acto de rebeldía contra el sistema". "Ese es mi poder real: ser más de lo que se espera de mí."
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