Historias de ajustes y desajustes de la vida argentina
El economista repasa en un libro las crisis económicas ocurridas en el país
Durante los últimos 70 años en la Argentina dominaron las devaluaciones, la escasez de divisas, la inflación y las recesiones que jaquearon a la economía en forma permanente. Durante gran parte de este período, la inestabilidad no era muy diferente de la que prevalecía en otros países de América del Sur, ya que tanto en Chile como Uruguay o Brasil, la inflación era un problema y las devaluaciones y las crisis de balanza de pagos eran fenómenos recurrentes que generaban volatilidad y acentuaban los ciclos económicos.
Pero la Argentina fue el país que sufrió el mayor número de crisis macroeconómicas, el que tuvo el mayor número de recesiones y el que padeció el proceso inflacionario más largo y más agudo que culminó en la hiperinflación de 1989.
Dentro de esta volatilidad, las crisis merecen un capítulo especial, ya que representan el nivel más elevado de disrupción en el funcionamiento de la economía. En América latina hubo de toda variedad y tamaño. Están las más simples y menos dramáticas que fueron las primeras: las crisis de balanza de pagos, que corresponden al período conocido como de stop and go.
Estos episodios empezaban con un desajuste macroeconómico impulsado por un exceso de gasto público y atraso cambiario que se corregían con una devaluación, que mejoraba la competitividad y rápidamente ponía la economía en un nuevo sendero de crecimiento.
Luego vinieron las crisis más complejas y disruptivas, las macrofinancieras, en las que al atraso cambiario se le sumaba el endeudamiento externo y un sistema bancario frágil. Estas crisis fueron las más traumáticas porque la devaluación, muchas veces inevitable, complicaba la capacidad de pagar deudas en dólares y agudizaba los problemas.
Por último hay otro tipo de crisis que son infrecuentes, pero muy traumáticas: las hiperinflaciones, que azotaron a partir de los años 80 a varios países de la región.
La Argentina es probablemente el único país que ha vivido todas las variedades de crisis, y en muchos casos más de una vez. Las crisis cambiarias o de balanza de pagos han sido una constante. También hubo varias de deuda pública, incluyendo un default a principios de los 80 en el que la Argentina no estuvo sola, ya que muchos países de América latina siguieron el mismo camino, y otra en 2001, que hasta hoy es considerada como la más grande de nuestra historia. Además hay otros episodios más pequeños, como el Plan Bonex a fines de los 80, o el Tequila, en 1994.
No faltaron las corridas bancarias, los congelamientos o la reestructuración de los depósitos. Pero pocos países fueron tan creativos como para establecer un corralito para los depósitos para tratar de frenar un pánico bancario, o imponer la pesificación de depósitos y de préstamos denominados en dólares, que además se hizo en forma asimétrica. También el país hace punta en la experiencia inflacionaria, en la que supera al resto de los países de la región.
La crisis de 2001 fue tan profunda y dramática que no es comparable con ninguna de las anteriores; es el tipo de crisis que los países sufren una vez en su historia y que deja hondas marcas en decisiones futuras. Exhibió todos los componentes de una crisis macrofinanciera y de una depresión económica. El producto per cápita cayó 22% y tanto la tasa de desempleo, que llegó al 21,5%, la Argentina declaró lo que, hasta ese momento, fue el default soberano más grande de la historia y sufrió una fuerte corrida de depósitos, que generó una de las mayores crisis bancarias recientes.
Aún no existe consenso entre los economistas sobre sus causas. Algunos consideran que los principales culpables fueron los abultados déficits fiscales y el fuerte aumento de la deuda pública. Otros ponen el énfasis en el deterioro de las condiciones externas, especialmente, en la gran reversión de los flujos de capitales y en la fuerte caída del precio de la soja. Un tercer grupo ubica las causas en lo que en nuestra opinión fue la principal vulnerabilidad: la dolarización financiera en un país sin prestamista de última instancia.
Hoy el país vuelve a tener importantes desequilibrios macroeconómicos y los temores a nuevas crisis rondan por doquier. El análisis que hemos hecho indica que los problemas se asemejan mucho más a los desajustes que prevalecían en los años del stop and go de los que precedieron a las crisis macrofinancieras. Si es así, la salida debería ser menos traumática que en las típicas crisis argentinas y hasta podría ser una oportunidad. Pero la Argentina tiene la mala costumbre de hacer de cada oportunidad una crisis. ¿Será esta vez diferente?
Para recordar y aprender
Las crisis económicas argentinas
Autor: Miguel Kiguel
Editorial: Sudamericana
Con la colaboración de Sebastián Kiguel
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