Hernán Lacunza: "Hay que llegar a un acuerdo por la deuda; con default los jubilados cobrarán menos"
Estudió economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA) e hizo el posgrado en la Universidad Di Tella (UTDT). Fue gerente general y economista jefe del Banco Central (2005- 2010); gerente general en el Banco Ciudad (2013-2015); ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires (2015-2019) y titular del Palacio de Hacienda entre agosto y diciembre de 2019.
Hernán Lacunza (51) se hizo cargo del Ministerio de Economía en agosto de 2019 y estuvo allí hasta el fin del mandato presidencial de Mauricio Macri. Asumió tras el resultado de las PASO sorprendiera a los mercados y generara una devaluación del peso del 30% y un cierre total del crédito, que tuvo que administrar.
-¿Cree que si Macri hubiera ganado las elecciones habría hecho falta reestructurar la deuda?
-El problema de la deuda se precipitó después de las PASO; era un problema asociado a la incertidumbre electoral y al nuevo gobierno, una vez que fue confirmado. El nivel de deuda de la Argentina no es alto; medido por el tipo de cambio promedio del año pasado es de 72% del PBI. Y cuando se saca la deuda con organismos internacionales e intrasector público, orilla el 20% del producto. Es una deuda más que razonable y hasta baja en el contexto regional, pero tiene un cronograma de pagos bastante atorado en el corto plazo; si no hay capacidad de renovarla en su vencimiento, ningún país del mundo podría pagar todo cash. Un eventual segundo gobierno de Macri habría tenido capacidad de renovación de deuda, como ocurría hasta el 9 de agosto. Hubiera habido que alargar los plazos para descomprimir el volumen de corto plazo, que se acumuló en los años anteriores, al perder el crédito en 2018.
-Con la nueva oferta que presentó el Gobierno, los vencimientos también se van a concentrar a partir de 2025, cuando habrá que pagar en promedio por año US$7000 millones. Para ese entonces ¿será necesario volver a los mercados internacionales para refinanciar los vencimientos o no sería necesario?
-Tener vencimientos de deuda de US$7000 millones está por debajo del 3% del producto, es un nivel de necesidades de financiamiento bastante razonable. Si bien se hace más exigente a partir de 2025, no es demasiado exigente.
-¿Por qué fue necesario hacer el reperfilamiento de la deuda de corto plazo en agosto de 2019?
-Siempre lo que no sucede, uno no tiene en cuenta qué podría haber pasado. En ese entonces había vencimientos de deuda ley local en pesos por el equivalente a $400.000 millones en cuatro meses, más otro tanto en dólares, que equivalían a US$7000 millones en Letras del Tesoro (LETE). Hasta antes de las primarias el Gobierno venía renovando 90 de cada 100 pesos que vencían; pero después, de cada 100 que vencían, renovaba cinco. No había ahorro acumulado para pagar esos vencimientos cash.
-¿No se podía pedir dinero al Banco Central?
-Esa era la alternativa, pero en un contexto de demanda de dinero desplomándose, en el cual se había triplicado el riesgo país y se había depreciado la moneda un 30%, emitir más de $400.000 millones en esos tres meses de transición, de incertidumbre electoral y financiera, con reservas en el Banco Central que no alcanzaban para honrar a todos los demandantes potenciales que había, habría implicado probablemente que ese monto se fuera a inflación. Entonces, el contrafáctico de no reperfilar y emitir era probablemente que tuviéramos que entregar un país con 100% de inflación y 60% de pobreza. En realidad, en esas circunstancias, uno elige lo menos malo. Hay cosas de las que no se vuelven que son más peligrosas para la sociedad, como una hiperinflación. El reperfilamiento en dólares de LETE que hicimos fue porque no había reservas para todos los demandantes posibles, para los depositantes y los tenedores de esos bonos. Tratamos de intervenir lo menos posible, por eso pagamos todo lo que era tenencia de personas físicas, que era bastante.
-¿Cree que el Gobierno reconstruyó el mercado en pesos?
-Sí, empezó medio titubeante, al principio dio algunas señales medio contradictorias, incluso reperfiló también algún bonos (el Dólar-Linked), pero después encarriló bien los mensajes y también empezó a proponer tasas más cercanas a las de mercado. Capturó esa liquidez en pesos, que por otro lado la estaba proveyendo el Banco Central. Le permitió más que renovar los vencimientos del segundo semestre y ese es un activo sobre el cual tiene que pararse para conducir la economía en la segunda mitad del año.
-¿Los bonos del Tesoro son una herramienta de esterilización de la emisión?
-No, porque el Tesoro toma esos pesos y los inyecta al pagar el IFE o el ATP, o en el pago a proveedores o a acreedores. Eso no esteriliza, no es como las letras del Banco Central; si el Tesoro los depositara en el Banco Nación, sí serviría, pero se los gasta todos.
-¿Qué alternativas hay para retirar los pesos del mercado? Solo en la mitad del año se emitió el 5,5% del PBI ($1,4 billones).
-Yo preguntaría cómo hacer para no emitir tanto. El primer paso es llegar a un acuerdo con los acreedores. No quiero entrar en la polémica de si hay plan económico o no; tiene que haber un programa aunque sea de corto plazo, que es el segundo paso: de acá a fin de año, cuánto voy a gastar, cuánto a recaudar y cuánto a emitir. No hay presupuesto pero sí tiene que haber un programa fiscal, que tiene que ser público, para saber cómo se financiará el Gobierno: cuánto del Banco Central y cuánto lo hará vía mercado de bonos en pesos, que es lo que está recreando. Eso tradicionalmente se llama presupuesto, programa monetario y programa financiero. Ninguno de esos tres instrumentos de política pública es conocido. El Gobierno también debe definir cómo desarmará el gasto público que hizo en el primer semestre, cuánto será permanente y cuánto transitorio. Y ahí da señales bastantes confusas y preocupantes sobre cuál es el norte.
-¿Por qué?
-Por varias razones. Una es que la dinámica de los gastos creciendo por arriba de los recursos no empezó con la pandemia en marzo, sino que empezó en enero. Si uno mira el gasto sin planes Covid, el gasto en términos reales crece 6%.
-¿Ese gasto es subsidio a las tarifas congeladas y transferencias a las provincias?
-Sí, casi todo es subsidio a las tarifas, que es una medida que se tomó en enero, no en marzo, fue prepandemia. Después, y en esto hay voces bastantes disonantes, está la idea de transformar una parte del IFE en un ingreso universal. Puede ser, pero tengamos en cuenta que el Estado emite por mes 19 millones de cheques para beneficiarios, entre empleados públicos, jubilados y planes sociales dinámica
-Eso es para casi la mitad del país.
-En 2002 la cifra era de 6,7 millones; casi se triplicó. La bondad de eso es que hoy hay una red de contención social mucho mayor a 2002,y probablemente no haya el conflicto social que hubo, pero eso hay que pagarlo. La contracara de esos 19 millones de cheques son 18 millones de trabajadores en el sector privado, de los cuales 5 millones son informales. En realidad hay 13 millones de trabajadores en el sector formal que tributan para financiar 19 millones de cheques. Con la pandemia, esos 19 millones se transformaron en 28 millones (incluyendo los sueldos de la ATP). ¿Eso lo vamos a dejar permanente? Una parte se puede discutir, pero hay que ver de dónde vamos a sacar el dinero para financiarlo: o más deuda, o más impuestos o más emisión. Al final es más impuestos, ya sea ahora o dentro de un tiempo. Entiendo que no se puede hacer un plan plurianual, pero no se pueden tomar decisiones y decir "después vemos", porque el día después siempre llega.
-¿Cree que se está generando una bola de Leliq?
-No veo una bomba de Leliq inminente, porque la tasa de interés que están devengando las Leliq es un poco inferior incluso a la tasa de devaluación, con lo cual, cuando se mira el balance del Banco Central, los activos que están en dólares devengan a tasa de devaluación y los pasivos, a tasa de interés de Leliq. Eso no tiene una dinámica explosiva por ahora en el déficit cuasifiscal.
-¿Cómo ve el tema de la inflación?
-Este año habrán tres fotos negativas: las víctimas de los contagios del coronavirus, el desempleo y la inflación. Hay que elegir la mejor combinación posible de esos tres. ¿Estamos dispuestos a ser 100% pobres, con tal de tener cero muertes? Probablemente no, porque con el mismo criterio prohibiríamos los autos, para tener cero muertes de accidentes. El arte de la política económica está en combinar eso. Esas tres fotos no ocurren de manera simultánea, sino que son secuencias, con tres meses de distancia. Los contagios empezaron en marzo, el pico de desempleo y pobreza probablemente haya sido en junio, y la inflación probablemente sea en septiembre u octubre. Si pretendemos abordar cada problema en el momento que ocurre, llegamos tarde, porque hay rezagos. Para evitar el fogonazo inflacionario que podamos tener hacia fines de año, hay que empezar a trabajar desde ahora.
-¿Cómo?
-Hicimos el camino de ida, de hacer cuarentena más paquete compensatorio, y ahora hay que diseñar el de vuelta, que sea consistente; no se pueden consagrar esos 10 millones nuevos de programas sociales porque no está el dinero, y si lo quiero financiar con inflación les voy a dar plata por un lado y se las saco en tres meses. Hay un montón de atenuantes transitorios a la inflación, algunos artificiales, como las tarifas congeladas, que es incubar un problema para adelante, ya que deja un piso de déficit fiscal para el año que viene de 2,5% del producto. El atenuante natural es que aumentó transitoriamente la preferencia por el dinero en el bolsillo durante la cuarentena, pero cuando salgamos vamos a querer cambiar pesos por bienes y eso se irá a inflación.
-¿Qué análisis hace del hecho de que esta semana se unieron los tres grupos de acreedores en una misma contraoferta para reestructurar la deuda?
-Que haya habido una posición conjunta me parece que puede ser un paso adelante para no tener que tironear de la negociación, sobre todo si es una posición cercana a la propuesta oficial. Esta negociación empezó con una distancia de US$38 entre la oferta argentina, que era de US$39, y la primera posición de los bonistas, que era de US$77. Estamos en una diferencia de US$3, creo que no hay razones para que no haya acuerdo. Celebro el enfoque de sustentabilidad que le da el ministro, sin caer en el extremo de que el presente no importa, porque el futuro también depende de lo que ocurra ahora. Este dilema que se presenta hoy entre deuda y jubilados es falso. Hay que llegar a un acuerdo, porque con default los jubilados cobrarán menos.
¿Qué tres momentos elige destacar de su actividad como ministro?
- Jura y mensaje de asunción
20.08.19: Asumió tras una depreciación del 30% y una triplicación del riesgo país, con la meta de recuperar la estabilidad financiera. "Que las legítimas aspiraciones políticas de todos los candidatos no sean excusa para poner en riesgo el ahorro de los argentinos", dijo en su discurso de asunción.
- Reperfilamiento y cepo
28.08.19 y 01.09.19: "Fueron medidas antipáticas pero necesarias para evitar males mayores como hiperinflación, corralito, nueva ronda devaluatoria e inflacionaria, que significaba más pobreza. El objetivo era preservar los ahorros de las personas físicas (excluidas del reperfilamiento) y las reservas para los depositantes".
- Entrega del mando en tiempo y forma
10.12.19: "La entrega del mando en tiempo y forma, tras casi 100 años que no lo hacía un gobierno no peronista, en paz social y con estabilidad financiera; no era obvio cuatro meses antes", dijo.
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