Hernán Lacunza: "De nada sirve tener reservas estables y el dólar como un barrilete"
Es mi obligación. Cuando te llama un presidente democrático no cabe ninguna especulación personal y hay que estar", contestó Hernán Lacunza cuando se le preguntó por qué aceptó ser ministro de Hacienda al final de un mandato y en un contexto de elevada inestabilidad. Su llegada fue intempestiva, pese a que su nombre sonaba desde hacía días. El sábado de la semana pasada estaba en Neuquén junto a su familia, cuando al mediodía recibió el llamado de la gobernadora María Eugenia Vidal. Le contó que Nicolás Dujovne había renunciado y que el Presidente, Marcos Peña y Horacio Rodríguez Larreta habían consensuado que él podía ser una alternativa. "Ahí le dije que sí. Me pasó con el Presidente, quien me ofreció la posición. Para mí es un honor, así que a la tarde tomé un vuelo a Buenos Aires y a la noche me puse a trabajar", contó.
En una entrevista con LA NACION dijo que el dólar ya se encuentra por encima de su valor de equilibrio, que no hay razones para admitir más tensiones sobre el tipo de cambio y que, si existieran, se usarían las reservas internacionales. "Cuidar a los argentinos es dar estabilidad", afirmó. Agregó que el actual esquema es una "flotación administrada", no un tipo de cambio fijo y que hoy tiene "colchón" para absorber tanto inflación como ciertos movimientos globales de monedas. Según Lacunza, el tipo de cambio real es el mayor de los últimos doce años y es equivalente al de 2007.
"De nada sirve tener reservas estables si el dólar es un barrilete", aseguró el funcionario, quien señaló que son suficientes para sostener el tipo de cambio en los actuales niveles y pagar la deuda. Agregó que se seguirá con el programa financiero, señaló que mantendrá intacto el stand-by agreement (SBA) con el Fondo Monetario Internacional (FMI), aseguró que se cumplirán las metas y negó tensiones por las medidas oficiales. No descartó que haya otro paquete para los bolsillos dentro de la carrera electoral, incluso para los jubilados. El ministro pronosticó que la inflación de este año será similar a la de 2018. Celebró los "consensos básicos" con la oposición sobre la estabilidad, sobre todo con los equipos de Alberto Fernández y Roberto Lavagna,y felicitó a los referentes de otras fuerzas por los dichos sobre la importancia de lograr el equilibrio fiscal y sobre la negativa a aceptar el default. "Todos queremos ganar las elecciones, pero no es una excusa para poner en riesgo la estabilidad", completó.
–¿En qué rango de valores cree que se debe mantener el tipo de cambio?
–Hablar de números no corresponde, porque la política de intervención cambiaria estricta le corresponde al Banco Central. Sí creo, y lo repito, que el tipo de cambio real está por encima de su valor de equilibrio. No hay razones ni argumentos para pensar que haya impulsos alcistas racionales. Por supuesto, como es un activo puede haber tensiones irracionales. Y para eso están las reservas: no para frenar la tendencia cuando hay causas de competitividad o financieras, pero sí para actuar ante causas meramente especulativas. Esto lo trabajamos con el Banco Central si bien, repito, tiene la independencia para intervenir. Coincidimos en el diagnóstico.
–¿Por qué pone esa variable como objetivo de primer orden?
–Porque el Presidente me dio un solo mandato: cuidar a los argentinos. Y el tipo de cambio coordina expectativas y los precios se alinean según el dólar. La primera pauta para cuidarlos, si tengo que resumir, es dar estabilidad y alivio en esta coyuntura, que es compleja. La primera forma de dar estabilidad es fijar una pauta cambiaria estable, porque cuando el dólar es muy inestable se pierde el ancla nominal y no hay precios de referencia, no ya para contratos complejos de ahorro e inversión, sino para lo más básico de comprar y vender productos.
–¿Va a ser una franja cambiaria o una flotación sucia? ¿Seguirá la inflación?
–Hoy el Banco Central lleva adelante una flotación administrada y en el día a día interviene según su criterio. Coincidimos en que estos niveles son razonables y una volatilidad excesiva agrega factores de incertidumbre gratuitos, que no son indiferentes, sino dañinos. Por eso, creemos que este es el valor razonable. No es un tipo de cambio fijo ni mucho menos, pero sí buscamos evitar volatilidad innecesaria.
–¿Qué sucede si, por ejemplo, los mercados emergentes devalúan? ¿Hay colchón?
–Hay colchón. Por supuesto que depende de la magnitud de los problemas internacionales. El tipo de cambio de equilibrio no es fijo todo el tiempo. Ningún país sabe cuál es su tipo de cambio de equilibrio. Pero una cosa es una turbulencia y otra es un tsunami. Sí podemos decir que hay colchón y que el tipo de cambio real es el mayor de los últimos 12 años, equivalente al de 2007, que venía bajando desde la crisis de 2001. Y después siguió descendiendo muchos años y la economía siguió creciendo hasta 2011. Por eso digo que está por encima de su valor de equilibrio, entendiendo aquel que balancea nuestra relación con el mundo en lo comercial y en lo financiero. No hay razones para esperar ni tolerar presiones alcistas.
–¿Y si hubiera un episodio como el del lunes luego de las PASO?
–El tipo de cambio del viernes 9 de agosto estaba en $46,55 y el lunes 12 llegó a $57,30. Lo único que pasó en el medio fue el resultado de las PASO. ¿Qué quiere decir? Que el mercado de ahorristas e inversores encontró un nuevo punto de referencia por la derrota del oficialismo. No tiene sentido tratar de reprimir, porque sería contraproducente. Ahora, eso ya está descontado en el tipo de cambio. Si hubiera ganado el oficialismo el tipo de cambio habría bajado y, consecuentemente, la tasa de interés también. Pero fue un shock real de origen político.
–Tras cuatro días de calma, el jueves ya no se vendieron reservas. ¿Eso es sustentable?
–Vender reservas no está mal ni bien, para eso están. Tenemos US$58.000 millones de reservas internacionales. De nada sirve tener reservas estables y el dólar como un barrilete. Para eso están; si no, en vez de ser un colchón son un lecho de piedra.
–Hoy los mercados no reaccionan solo a las medidas del Gobierno sino también que se requieren señales de los referentes de la oposición...
–Esas señales también las buscamos. Los mercados están vinculados a lo que pasa cada día, porque una tensión cambiaria, por ejemplo, va a la inflación y afecta el bienestar. En la semana buscamos el diálogo con la oposición, porque el resultado electoral está abierto y los ahorristas e inversores no toman en cuenta para sus decisiones solo lo que hace el gobierno de turno, sino también del gobierno futuro, que puede ser el de cualquiera de los candidatos que están compitiendo, incluyendo la continuidad del oficialismo. Por eso toman en cuenta las declaraciones de la oposición. Hasta ahora nos juntamos con los representantes de Consenso Federal y del Frente de Todos y esperamos juntarnos el lunes con Despertar y NOS. El Frente de Izquierda ya anunció públicamente que no quiere, con lo cual sus votantes, el 3% de los argentinos, no van a estar presentes en el diálogo y no vamos a conocer sus propuestas. Lo lamento, porque a nosotros nos interesa escuchar a todos. Nos pusimos de acuerdo en temas básicos. No en toda la plataforma electoral, pero sí en que hay un bien de primer orden: todos queremos ganar las elecciones, pero eso no es una excusa para poner en riesgo la estabilidad, que es el bienestar de los argentinos.
–Hubo un debate en la semana sobre si el nivel de reservas alcanza o para pagar la deuda o para frenar el tipo de cambio. ¿Qué opina?
–Yo creo que las reservas de US$58.000 millones son más que suficientes para múltiples objetivos, entre ellos, esos dos. Están para ser usadas.
–¿Incluso si no se tiene el mismo nivel de renovación de deuda?
–Nosotros vamos a seguir adelante con el programa financiero. Mañana [por hoy] empiezan las reuniones con el FMI.
–En los próximos días se renuevan letras por US$2800 millones. ¿Tiene expectativas positivas?
–Veremos qué dice el mercado. Tenemos expectativas favorables.
–¿Cree que hay algún tipo de riesgo de default?
–Yo creo que hemos alcanzado consensos básicos con otras fuerzas. Entendemos que la estabilidad es un bien de primer orden y eso realmente me alegra mucho. Quiere decir que la acción de este Gobierno, su prédica a favor del equilibrio fiscal como pilar no negociable y sólido, su visión de que el default no es una opción y de que decir la verdad con estadísticas oficiales es un activo, ha dado frutos. Cuando veo ese cambio en la oposición encontramos más consensos. Nunca vi que un dirigente político, un gobernador o los ministros paguen el déficit, sino que lo pagan los contribuyentes. Con estos pilares, que son más de los que yo pensaba, fortalecemos la estabilidad y logramos que mejoren las perspectivas financieras.
–Respecto de las medidas tomadas por el Gobierno, ¿cómo afectan los objetivos fiscales fijados?
–No estuve en la cocina de las medidas, pero creo que fueron necesarias por el resultado político inesperado y las consecuencias en el mercado de cambios, que tienen un traslado, no completo, a precios. Era necesario aliviar el bolsillo con estas medidas. Fueron necesarias, están bien y están autofinanciadas, porque la recaudación va a ser superior y no pone en riesgo las metas del programa fiscal.
–¿Fueron consensuadas con el Fondo Monetario Internacional? ¿En el organismo conocían las medidas?
–No lo sé. Yo no estaba. Pero les compartimos las proyecciones fiscales y esto es lo que vamos a trabajar durante el fin de semana [por hoy y mañana]. Cumplimos con las metas del segundo trimestre, vamos a sobrecumplir las del tercero y vamos a cumplir las del cuarto. No creo que haya un flanco débil por ahí.
–¿El compromiso de déficit cero se mantiene?
–Sí.
–¿Habrá más medidas? ¿Alguna orientada a los jubilados?
–Creo que, además de dar estabilidad y alivio, no es positivo tomar medidas aisladas y sin articulaciones. Eso es importante. Hasta que no tengamos el programa bien concebido, bien configurado, no vamos a anunciar medidas aisladas. Recién cuando lo tengamos bien definido, haremos anuncios. No anticipo ninguna medida hasta que esté decidida, ni tampoco desmiento.
–Pero, ¿hay otras medidas en análisis?
–Esto es dinámico. A veces las noticias van más rápido que la macroeconomía. Unas son lanchas y la otra es un transatlántico. No se puede generar una medida por día. Por el contrario, si vos tenés un paciente, primero tenés que estabilizarlo y eso no significa darle una terapia distinta cada día. Al contrario. La economía es como un cuerpo humano, con órganos interconectados: cuando le das una terapia, eso tarda en procesar. Se hizo un paquete de $80.000 millones entre la Nación y las provincias la semana pasada. No hay que salir todos los días con una medida nueva. Se están asimilando las anunciadas.
–Entre referentes de la oposición hay consenso en que el acuerdo stand-by con el FMI se va a temer que renegociar. ¿Qué cree usted?
–El acuerdo está vigente. Hay que dar tiempo al tiempo. Ahora hay un acuerdo plurianual, que este año se va a cumplir, y antes de pensar en esas cosas hay que disipar otros interrogantes, como el de la incertidumbre electoral. No me adelanto a los tiempos.
–¿Se siguen cumpliendo los criterios de acceso extraordinario que tenía el stand-by? ¿Cree que llegará el desembolso de septiembre por US$5400 millones?
–Sí. No hay razones para que no suceda. El acuerdo está vigente; si no, el Fondo no vendría.
–El objetivo combinado de las medidas y la estabilidad cambiaria, ¿hacia dónde apunta, a ganar las elecciones o a una transición ordenada?
–Hay 45 millones de argentinos que necesitan que se navegue estable. Estamos en un período electoral y eso en la Argentina suele hacer que haya turbulencias. La prioridad hoy es recuperar la velocidad crucero, con esta combinación de fijar o ecualizar y dar alivio a los argentinos por las consecuencias de las turbulencias. Los horizontes se irán alargando en la medida que se disipe la incertidumbre electoral. Confiamos en que el votante nos acompañe en octubre y allí sí habrá espacio para los programas de gobierno 2020-2023 con reformas estructurales. Eso sí: con un punto de partida más saludable que el de 2015, porque en vez de déficit gemelos, vamos a tener casi equilibrios gemelos, fiscal y externo, ambos financiables. Vamos a tener un tipo de cambio competitivo, tarifas de servicios públicos ya corregidas y una infraestructura de tal dimensión que hará que que mejore la productividad. El punto de partida de 2019 es bastante mejor que el de 2015 como para crecer de manera sostenida; no ya a tasas chinas, que no existen ya ni en China, pero sí entre 3% y 4% anual. Y eso es lo que necesita la Argentina.
–¿Cuánto le preocupa que pueda haber posibles salidas de depósitos de dólares?
–Los depósitos son sensibles al tipo de cambio, por eso también creemos que ese es el objetivo de primer orden. En la semana posterior a las PASO, cuando el tipo de cambio se movió mucho, hubo algunas salidas de depósitos, pero los bancos están súper líquidos y para eso también están las reservas del Banco Central. El que quiso salir, salió. Y ahora ya se estabilizó de la mano de un tipo de cambio más estable. Por eso creo que lo primero es estabilizar el tipo de cambio. Si el dólar es un barrilete, todo lo demás se complica. Esta semana ya se vio la estabilización de los depósitos.
–¿Ve un año con más estanflación que el pasado?
–La inflación fue de 47% el año pasado y este año va a ser de un nivel parecido; el promedio anual va a terminar parecido.
–¿En qué número ve la inflación de agosto y de septiembre?
–No hago proyecciones. Pero creo que la inflación de agosto, antes de las PASO, venía proyectada por debajo de 2% mensual (cuando se toman cuatro semanas móviles), con lo cual se estaba cumpliendo la desaceleración. Ahora va a subir algún escalón, pero esperamos que sea por una sola vez, en agosto y septiembre, y que retome el sendero descendente.
–¿Cómo sigue la negociación con los gobernadores por el impacto de las medidas, sobre todo el alivio de Ganancias y la quita del IVA a ciertos alimentos, ya que son impuestos coparticipables? ¿Se evaluó como solución posibe modificar las retenciones?
–Propuestas hay muchas. Ninguna es gratis en términos sociales o fiscales. Con los gobernadores siempre vamos a negociar. Pero si el Gobierno y todos los dirigentes estamos de acuerdo en que hay que dar un alivio –los impuestos nacionales no son recursos estrictamente nacionales, sino que son coparticipables–, entonces cuando suben se reparten y cuando hay que bajarlos, también se distribuye el costo. Los beneficiados de esa rebaja de impuestos son todos los ciudadanos argentinos que viven en las provincias. Con esa filosofía, tenemos que conversar con los gobernadores y todos tenemos que hacer un esfuerzo parejo.
–La oposición también se refirió en la semana a la "junta de granos" y al "tipo de cambio diferencial". ¿Qué opina?
–Eso me desconcierta un poco de la oposición, porque estamos de acuerdo con la estabilidad, el equilibrio fiscal, con no mentir con las estadísticas y con el no al default. Pero cuando escucho Junta de Carnes y de Granos y en el ciclo anterior el número de cabezas de ganado vacuno cayó en 12 millones de unidades con intervencionismo en los precios, y en esta gestión de gobierno el número subió en 6 millones, vemos que las juntas no son el camino. Y los tipos de cambio diferenciales son un problema.
–¿Cree que va a tener que convivir en estos meses con este tipo de declaraciones que impactan en los mercados?
–Cada uno se hará cargo de su espacio. Los espacios políticos son múltiples; no son uniformes. A lo sumo, pueden ser homogéneos. Cada uno tiene derecho a expresarse.
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