Héctor Colella vuelve a mostrarse en el país
Lanzó un servicio de certificación del correo electrónico
"Todavía lo extraño mucho a Alfredo", dice el hombre alto, locuaz, amable. Está dispuesto a la conversación, pero se lo nota nervioso: después de todo, poco interesa conocer el producto que está lanzando, sino ahondar sobre su vida. El que habla es Héctor Colella, a quien Alfredo Yabrán señaló antes de morir como su heredero, y que vuelve al ruedo de los negocios en la Argentina, luego de haberse mudado a Uruguay hace tres años. "Yo trato de ser transparente y que en todo lo que estoy yo, se sepa", dice, como anticipándose a los rumores que acompañan cada uno de sus movimientos.
Colella negó estar interesado en el negocio de los medios de comunicación (se lo había vinculado con la compra de Canal 9 por Daniel Hadad, de quien dijo ser "sólo un buen amigo"). También dijo que no tiene interés en volver a OCA ("sería encasillarme en un solo tipo de servicio") ni en operar el reestatizado Correo Argentino.
Con Alfredo Yabrán, Colella compartió Ocasa, que se dedicaba al clearing bancario, y OCA, empresa de servicios postales. Luego de las acusaciones de "organización mafiosa" por parte de Domingo Cavallo, y del asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas, las dos empresas fueron vendidas en diciembre de 1997 al fondo de inversión Exxel Group, que preside Juan Navarro. Hoy OCA es del fondo Advent.
Fuera del traspaso al Exxel quedó el negocio internacional de Ocasa. Desde allí, Colella comenzó a rearmar su conglomerado de negocios. Y compró la marca Ocasa (que había quedado dentro de los activos del Exxel) para volver a operar en el mercado local.
Colella precisó ayer que mantiene una "excelente" relación con la familia Yabrán, aunque no lo une "ninguna relación comercial". Sin embargo, todavía comparte con los herederos 100.000 hectáreas de campo en Entre Ríos, Córdoba, San Luis y Corrientes. Otra inversión de Colella es una participación del 33% en Bodegas López.
El lanzamiento
Acompañado por Mercedes, Federico y Santiago, tres de sus seis hijos; su hermano Pablo (responsable del negocio internacional), y todo el equipo de Ocasa en la Argentina, Colella presentó ayer Check Mail, un desarrollo que permite a las empresas verificar y resguardar toda la información que se transmite vía correo electrónico por un plazo mínimo de cinco años.
Toda la información se mantiene encriptada en tres servidores (en la Argentina, Chicago y Miami) para tener más de una copia (back up) de la información. Esto lo hace especialmente útil para el comercio internacional, reclamos e intimaciones, resultados de análisis clínicos, cotizaciones, resúmenes de tarjetas de crédito, licitaciones, etcétera.
Ocasa obtuvo permiso de la Reserva Federal de los Estados Unidos para transportar los dólares que se envían desde Miami a América latina. Y está construyendo un tesoro para almacenarlos en el aeropuerto de Miami, con una inversión de US$ 20 millones. Emplea a 800 personas y opera en diez países de la región, además de España, y el año pasado alcanzó una facturación de US$ 94 millones, de los cuales 16 millones corresponden a la filial local. El desarrollo de Check Mail demandó cerca de US$ 10 millones.
El negocio de Ocasa contempla desde el envío de facturas y resúmenes de tarjetas (maneja, entre otros, las carteras del Suquía y del Macro-Bansud, los bancos de Jorge Brito), logística (por ejemplo, todos los envíos de las tienda Falabella) y servicios biotécnicos y farmacéuticos (desarrollo de protocolos, almacenamiento, transporte de sustancias peligrosas).
"Quiero ser partícipe de una Argentina que quiere olvidar la crisis y el letargo. Muchos de mis colegas están entusiasmados con cómo está el país", dijo el empresario. Sin embargo, aclaró que no va a volver a vivir en el país porque tiene hijos en edad escolar.
"Cuando falleció Alfredo yo decidí quedarme en el país. Para mí no era fácil exponerme a los medios porque no estaba preparado. Pero Alfredo fue un gran amigo mío y lo correcto era hacerme cargo. Me fui después de la crisis; me fui de un país con todas sus instituciones al borde del colapso y sin ningún tipo de seguridad. La muerte de mi gran amigo fue un baldazo de agua fría, pero me sentí obligado a dar la cara y decir que era mi amigo. Yo lo extraño todavía. Pero él era Alfredo Yabrán y yo soy Héctor Colella", insiste.