Hay que seguir apostando al mercado interno
La política económica, respaldada por las transformaciones estructurales del lustro 2003-2008, operó en el período 2009-2011 sobre la demanda y la oferta agregada con un conjunto de medidas cuyos resultados se vieron reflejados en la excelente performance de la economía de los años 2010 y 2011.
La combinación de una política fiscal expansiva, financieramente sustentable, con una monetaria orientada a que los medios de pago sostuvieran el aumento del consumo, crearon las condiciones para la inversión en ese período.
El éxito de esta política se expresó en un conjunto de indicadores determinados a partir de la tasa de crecimiento global que acusó en el año 2010 un incremento de 9,2%. Si ese porcentaje se desagrega, da cuenta de que el consumo verificó un incremento de 9,1%, la inversión bruta interna de 21,2% y las exportaciones de 14,8%. Para 2011 se proyecta un crecimiento de 8,3%.
El escenario de crisis develó que dos grandes decisiones sostenidas desde 2003 serían un gran aporte a la definición soberana de nuestro Estado Nación: la recuperación de autonomía de decisión sobre la política económica nacional frente a la globalización financiera y el avance de los procesos de integración e intercambio con nuestros principales socios comerciales, demostrando que la Argentina había encontrado una buena inserción a escala mundial en el marco de los desbalances globales existentes.
En ese sentido, el objetivo de la política económica ha sido crear certezas para el desarrollo sustentable de la actividad económica, en un contexto de turbulencias internacionales. Esas certezas han apuntado a sostener un mercado interno vigoroso y a aprovechar las oportunidades comerciales externas, dando como resultado una fuerte recuperación de la inversión privada, apoyada sobre el impulso de la inversión pública.
Una de las acciones más positivas llevadas adelante por el Gobierno, al calor de una política fiscal expansiva y sustentable, fue aumentar la presencia del Estado como redistribuidor social del quehacer económico.
Cabe destacar que el manejo macroprudencial, basado en la sostenibilidad fiscal y la acumulación de reservas internacionales, proveyó los grados de libertad para accionar mediante un impulso fiscal contra-cíclico que sostuviera la demanda interna en un contexto de retracción global.
Asimismo, la política de ingresos ha funcionado para sostener el empleo y los salarios reales, evitando que la crisis golpee la clase trabajadora impidiendo la acción negativa del multiplicador de la demanda agregada. También ha promovido la difusión de los beneficios del crecimiento en los distintos estratos sociales. Esta política de ingresos se ha hecho efectiva a través de variados instrumentos: el incremento del salario mínimo vital y móvil, las negociaciones paritarias, el incremento de las asignaciones familiares, los aumentos salariales de suma fija por decretos del Poder Ejecutivo Nacional.
Estas medidas han perseguido tanto objetivos distributivos como de reactivación económica a través de la promoción del mercado interno. En la medida en que las políticas de ingresos se concentran en los sectores de menores recursos, cuya propensión marginal al consumo es más elevada, se está asegurando una demanda agregada interna más dinámica y el bienestar de la población de menores recursos.
Si observamos la buena performance de los indicadores de actividad a lo largo del año, se puede concluir que las medidas económicas han demostrado ser exitosas, sobre todo en el mantenimiento del mercado interno que ha funcionado como uno de los principales motores de crecimiento de la economía argentina.
Ahora bien, considerando la hipótesis de una recaída de la actividad económica mundial, la Argentina se encontrará en un contexto de elevado crecimiento y una estructura productiva y económica muchos más sólida y diversificada. Además, en los últimos años, se han profundizado las acciones de política comercial tendientes a garantizar la sostenibilidad externa de la economía nacional y a profundizar el crecimiento en la actividad y en el empleo.
En este sentido, la experiencia de 2008-2009 resulta ilustrativa respecto de los instrumentos y objetivos de los que dispone el sector público para sostener el mercado interno, aún en un contexto de fuerte retracción de la demanda global.
La combinación de una política fiscal contra-cíclica, el manejo prudente del esquema cambiario en un contexto que garantice la competitividad de la economía nacional, el aumento del salario real y del empleo de calidad, la política comercial activa y la integración regional son los pilares de la gestión macroeconómica que apunta a evitar recetas fracasadas de ajuste.
Es así entonces que este esquema de política apuesta a neutralizar el impacto sobre el nivel de actividad interna, mediante la política fiscal, manteniendo al mismo tiempo la competitividad de las exportaciones argentinas y la sustitución de las importaciones gracias a la integración regional.
El autor es viceministro de Economía y candidato a diputado
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