Hay que llevar recursos a sectores de alta productividad
-¿La reducción de cargas sociales permitirá bajar el desempleo?
Este instrumento ya fue puesto en práctica en los 90. Un estudio realizado en 2010 por Sebastián Galiani -hoy secretario de Política Económica-, Guillermo Cruces y Susana Kidyba, que analizó la experiencia, concluyó que "cambios en las tasas impositivas sobre la nómina salarial sólo han tenido un traslado parcial a los salarios, pero no han tenido ningún efecto significativo sobre el empleo". Por lo tanto habrá que ver la letra chica de los proyectos actuales para evaluar si pueden generar resultados diferentes de los alcanzados 20 años atrás.
-¿La baja del costo laboral no sería un medio para reducir el empleo en negro?
-El empleo en negro corresponde a actividades basadas en el uso intensivo de trabajo informal y precario, de escasa productividad. El camino del desarrollo pasa por generar una transferencia de recursos de esas actividades hacia aquellas de alta productividad, con empleo formalizado y de calidad. La clave radica en producir una inyección de capital que permita expandir la masa laboral empleada en este sector. Las empresas de alta productividad no tienen problema en pagar las cargas sociales. Lo tienen las compañías que basan su subsistencia en la evasión. Una reducción en el costo laboral de los nuevos empleos puede ser un incentivo para el blanqueo del trabajo en negro o para la creación de empleo, siempre que se asegure que se trata de nuevos puestos y no del reemplazo de personal preexistente en blanco. De igual modo, un régimen de pasantías no puede ser un instrumento para reemplazar puestos genuinos, porque atentaría contra la creación de empleo.
-¿Debe recurrirse a una devaluación para corregir el tipo de cambio atrasado?
-No necesariamente. El atraso cambiario se debe a que el tipo de cambio aumenta a un ritmo inferior al incremento del precio de los bienes no transables. El creciente ingreso de dólares financieros -por el blanqueo y las emisiones de deuda- genera una oferta abundante de la divisa que mantiene contenida su cotización. La devaluación -si no se compensa con retenciones- se traduce en aumentos de precios de productos básicos, que luego se extienden al resto. Es lo que sucedió luego de diciembre de 2015. La única alternativa es reducir drásticamente la inflación, una asignatura pendiente para el Gobierno. Por otro lado deben implementarse medidas compensatorias para los sectores expuestos a una creciente competencia de bienes importados, beneficiados por el subsidio implícito que implica un tipo de cambio retrasado. Sólo así se evitará repetir la experiencia de los 90 con cierre de empresas y masiva destrucción de empleo.
Director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano