Haroldo Montagu: “Lo que hoy mantiene la inflación estacionada en el 4% es el cepo cambiario”
Estudió Economía en la UBA y realizó un máster en Economía del Desarrollo en la Universidad de Rotterdam; fue viceministro de Economía (2019-2021) y economista jefe del Banco Nación (2021-2023); antes, fue jefe de División en la Comisión Económica para América Latina (Cepal); hoy es economista jefe de la consultora Vectorial
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Haroldo Montagu fue viceministro de Economía durante la gestión de Martín Guzmán al frente del Palacio de Hacienda. Actualmente, dirige la consultora Vectorial.
–¿Qué opina de estos primeros meses de gestión en cuanto a la política económica?
–Me sorprendió el Gobierno, se alejó de algunos dogmas más ortodoxos, que pensé que iba a aplicar, y de otros no, como el ancla fiscal y el monetario. Me sorprendió la intervención en algunos mercados, básicamente, el principal, el dólar, con la regla fija del 2% [de crawling peg], contrario incluso a las propias ideas de Javier Milei de liberalizar el mercado y dolarizar. También me sorprendió la intervención en algunos mercados, como el de prepagas, y también la ida y vuelta, no quirúrgica, en algunos precios regulados, como tarifas de energía.
–El Presidente dijo que con cepo la economía puede crecer. ¿Le sorprendió esa frase de Milei?
–Ya había dicho que se podía crecer con o sin dinero, ahora que se puede crecer con o sin cepo. Me parece que fue un error de cálculo del Gobierno, tanto del Presidente como del equipo económico, pensar que se podía salir del cepo rápido. O, mejor dicho, que se podía salir del cepo sin dólares. Me parece que del plan que el Gobierno vino a llevar a cabo le faltó la pata de los dólares. Si bien hubo un aprendizaje de lo que fue la unificación cambiaria de 2015, del que Luis Caputo era parte, me parece que pensaron que iban a conseguir más dólares de los que consiguieron. La Argentina hoy tiene un nivel de deuda mayor que en 2015, tanto con el sector privado como con el FMI. Por eso en la misma conferencia no solo dijo lo del cepo, sino que también dijo que la Argentina no va a tomar deuda, solo va a renovar vencimientos, como si los mercados internacionales estuvieran dispuestos locamente a endeudarse con la Argentina.
–¿Cómo cree que hará el Gobierno para renovar la deuda con un riesgo país que no baja de los 1500 puntos?
–Está claro que esa es una falla del plan. De hecho, todas las semanas nos enteramos de nuevas medidas respecto a la deuda. Primero dijeron que tenían asegurados los intereses de enero; después, el capital de enero, después dijeron que estaban asegurados también los vencimientos de junio. En cada reunión que el Gobierno hace con empresarios se la juega un poco más.
–Todavía tampoco se transfirieron los vencimientos de intereses de enero a la cuenta que el Tesoro tiene en Nueva York, como habían anunciado...
–No; dicen que lo van a hacer, pero los dólares no están, y con reservas netas negativas en US$6000 millones o US$3000 millones, de acuerdo a la contabilidad que se utilice, ¿de dónde van a salir? Están descubriendo la restricción externa, que una parte de la biblioteca de la economía critica. ¿Y cómo intentan solucionarlo? Con los dólares del colchón, apelando a venta de ahorro para pagar impuestos, como dijo Caputo.
–Con el blanqueo, se estima que unos US$30.000 millones ingresarían al sistema. ¿Alcanza?
–El FMI prevé de recaudación US$3000 millones, pero es difícil saber cuánto ingresaría al sistema. Pareciera que va a ser un blanqueo exitoso, en términos de cantidad, pero eso es un ingreso de una vez, es un puente más hasta conseguir algo más de dólares, en todo caso. No se puede basar una transición económica hacia otra macroeconomía en un blanqueo. Me parece que también juega el tamaño de la economía informal en todas sus formas, desde los más pequeños hasta las grandes empresas que estén dispuestas a blanquear una parte de su patrimonio. Y eso es medio insondable.
–¿Funciona un blanqueo con cepo cambiario?
–Creo que no cambia nada. Lo que va a servir es el incentivo tributario, que permite ingresar el dinero sin castigo. Cada conducción económica tiene derecho a un blanqueo, a una devaluación, a una reforma del impuesto a las ganancias y a una reforma de la fórmula de movilidad. La segunda vez que tengan que hacer eso, tienen que cambiar completamente la economía.
–¿Cree que puede haber una segunda devaluación?
–Creo que si no aparecen los dólares, es muy difícil continuar con esta regla del 2% de devaluación mensual. La regla del 2% y el cepo son el cuerpo de la política económica actual. La apreciación cambiaria permite tener una inflación que hoy está estacionada en el 4%, y que podría ser mayor. Pero en julio los precios regulados también crecieron al 4%, cuando venían creciendo al 8%, o al 14%; ahí también dieron contramarcha en el aumento de las tarifas. Hoy lo que mantiene a la inflación estacionada en el 4% es el cepo. En el momento en que eso se libere, la inflación va a crecer. La apreciación cambiaria permite la acumulación de dólares también y que la tasa de interés de referencia de la economía haya bajado del 100% que recibió el Gobierno al 40%. El 2% del crawling es lo que permite bajar la tasa de interés y que no haya un corrimiento hacia el dólar. Ahora, sin dólares, el crawling de 2% no sé cuánto más es sostenible, sobre todo porque ya se está llegando al nivel de tipo de cambio real al cual el Gobierno recibió la economía. Primero tuvieron el salto devaluatorio de diciembre; el tipo de cambio real empezó a apreciarse, y hoy ya casi están ahí. El changüí cambiario se está acabando.
–Si ganaba Sergio Massa el ballottage, ¿imaginaba que habría una situación económica muy distinta a la actual?
–Es difícil analizar los contrafácticos. Me parece que habría una mayor atención a algunos sectores postergados. Básicamente, jubilados e infancias. Pero no puedo saber qué habría hecho Massa en materia macroeconómica; sí me parece que habría un cuidado mayor de los ingresos reales de algunos segmentos de la población. O por lo menos me gustaría creer eso.
–Con relación a bajar el déficit fiscal, ¿cree que era algo innegociable para cualquiera de los dos programas de gobierno?
–Me parece que la forma en la que se está bajando el déficit actual o cómo se alcanza el superávit comercial es insostenible. Hay más licuación que motosierra. El 70% del ajuste del gasto es licuación y hay muy poquito de motosierra, básicamente, en subsidios a tarifas de energía, algo en transporte, obra pública y transferencias a las provincias. Me parece que eso tiene patas cortas. Una corrección fiscal basada en una licuación no es sostenible. ¿Cuánto más se puede seguir licuando algunos gastos, como las jubilaciones? Ahí creo que puede haber algún cambio, alguna sorpresa fiscal puede llegar a haber, sobre todo teniendo en cuenta que los ingresos fiscales siguen cayendo. Los ingresos del sector público cayeron 5% en julio. La reacción del Gobierno es seguir ajustando el gasto ante una baja de los ingresos. Eso para mí tiene un límite.
–La recaudación podría mejorar si rebota un poco la economía. ¿Cree que eso podría ocurrir?
–Por ahora no lo estoy viendo. En términos de crecimiento económico, 2024 es un año ya perdido. El FMI y la Cepal pronostican una caída de 3,5% del PBI y eso significa que la economía va a caer 4 o 4,5%, incluso con el rebote del agro. Sin ese rebote, la economía este año habría caído más de 6%. El desafío va a ser 2025, cuando no esté el rebote del agro. Supuestamente el Gobierno dice que llega a corregir la macro, por lo menos en términos fiscales y monetarios, pero vamos a llegar con unos ingresos muy por el piso, con una situación social difícil en términos de indigencia y pobreza, y no veo cuáles son los impulsores del crecimiento. Porque si es solo el ancla fiscal o una corrección monetaria, me parece que no es suficiente. Eso que ellos llaman ordenar la macro, con ingresos deprimidos no veo que reaccione la economía a esos impulsos. Algo del RIGI [régimen de incentivo para grandes inversiones] puede hacer que venga algo de afuera, aunque me parece que puede ser limitado, sobre todo por lo que implicaría la remisión de utilidades, con o sin cepo. Tampoco veo cuáles son los impulsores de crecimiento hacia 2025. El tema de la recaudación lo veo complicado.
–¿Cree que el Gobierno podría mantener el cepo hasta el año próximo?
–Si hay problemas para conseguir dólares, no veo cómo se puede salir del cepo sin una devaluación, lo cual sería trágico. Sacar el cepo ahora implica una devaluación, y eso significa volver varios casilleros hacia atrás, aún en los términos del Gobierno, porque deprimiría aún más los ingresos, porque habría un fogonazo inflacionario. Estamos viendo que en términos de inflación ahora subieron mucho más los servicios que los bienes. Y los bienes, por ser transables, están atados al tipo de cambio. En la medida en que el tipo de cambio crezca, va a empezar a haber también inflación en bienes.
–Sin cepo, ¿la economía puede crecer a mayor ritmo, o no necesariamente es una garantía de mayor crecimiento económico?
–Puede ser tomado como una buena señal para los mercados, pero no necesariamente eso garantiza que el influjo de dólares, que es uno de los motivos por los que uno quisiera abrir el cepo, sea mayor que el egreso. Esta economía, que está muy acostumbrada a enviar dólares fuera del sistema, con escasez de divisas puede ser un problema. El superávit comercial se debe a la recesión; así como a la inflación se la mantiene baja con recesión y con apreciación, la acumulación de dólares en parte también se debe al pago en cuotas de las importaciones y a que cayeron 30% respecto al año pasado. Hay menos demanda de importaciones. Y en el momento en que eso pegue la vuelta y se empiece a crecer, lo normal, aun con Vaca Muerta e importando menos combustible, sería que las importaciones de consumo, piezas de accesorios e insumos se disparen. Eso es un factor en contra de la acumulación de dólares, con todo lo que eso implica.
–¿Por qué cree que la Argentina está estancada con el mismo PBI de 2011?
–Me parece que falta un proyecto de hacia dónde quiere ir la Argentina. Hubo muchos vaivenes políticos, de hacer lo opuesto a lo que hacía el gobierno anterior, pensando que esa era la respuesta a los problemas. Y hay una matriz productiva que no se diversificó, algo que debe incentivarse con políticas explícitas, apostando a algunos sectores. Me parece que ahora hay algunos consensos respecto de cuáles son los sectores que pueden liderar el crecimiento, como los de hidrocarburos, hidrógeno, economía del conocimiento, minería. Obviamente, todos esos sectores que tienen algún tipo de base en los recursos naturales; hay que analizar la gobernanza y la economía política y cómo generan encadenamientos en la economía, para que crezcan y no sean economías de enclave. También es difícil en estos tiempos planificar, es más difícil que hace 20 años. El mundo también a veces cambia más rápido que lo que cambia la Argentina y eso complica los planes.
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