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Javier Milei tiene dos cosas claras: idolatra al economista austríaco Friedrich Hayek y jamás cerraría un trato político con Horacio Rodríguez Larreta. Milei es una de las figuras de la nueva armada liberal que desembarcó en las listas de precandidatos para las elecciones primarias con el objetivo de ocupar lugares en el Congreso. A él se suman Ricardo López Murphy, José Luis Espert y Roque Fernández, entre muchos otros.
Los liberales inquietan a Juntos por el Cambio y enfurecen al Frente de Todos, cuyos dirigentes observan cómo los jóvenes que votaban a Néstor Kirchner en 2005 hoy llenan las plazas reclamando libertad.
Quien esté desprevenido puede ver allí un entramado homogéneo. No lo es. En su interior chocan pensamientos en común, la competencia por los cargos y un revuelo que a muchos hace acordar a las peleas de María Julia Alsogaray con Adelina Dalesio de Viola. Pero también la chance hipotética de una gran alianza para 2023, el aura tácita de esta masa envalentonada.
El martes 17 de agosto por la noche Milei se cruzó con María Eugenia Vidal en los estudios de LN+. La saludó por cortesía, pero está en las antípodas. Mejor se lleva con Patricia Bullrich, quien estuvo a punto de competir con la exgobernadora pero ahora hace campaña con ella.
La relación entre el libertario y Bullrich llegó al asfalto luego de volcar varias veces por las piedras. El primer desencuentro ocurrió en la mesa de Juana Viale en octubre del año pasado. Más tarde hubo un abrazo en público y una cena organizada por el sindicalista liberal-peronista Marcelo Peretta. Debía permanecer en secreto, pero se conoció por el diario Perfil.
Milei debió darle explicaciones a su socio político José Luis Espert, se alejó de Peretta y comenzó a germinar algo parecido a la amistad con la presidenta del PRO. En otra reunión entre Bullrich y el economísta flotó en el aire una conclusión que casi nadie conoce: el votante libertario se sentiría decepcionado si él pasara a Juntos por el Cambio en estos comicios porque está muy identificado con su figura. La puerta que está cerrada ahora podría entreabrirse más adelante.
Espert devolvió las gentilezas más tarde, quizás sin saberlo. Propuso una gran elección primaria opositora en la provincia de Buenos Aires. La idea no prosperó, pero lo obligó a reunirse con Bullrich -“amiga” de Milei- y Larreta -su archienemigo- en la sede del gobierno porteño.
Espert y Milei tienen muchas similitudes y algunos matices. El primero es hijo intelectual de la Escuela de Chicago. Lo define como la necesidad de aplicar ideas que funcionen, como las liberales. El segundo se lleva bien con la escuela austríaca, para la que el liberalismo es una necesidad moral.
Espert asegura que siempre pensó en el diálogo. Tras el triunfo de Alberto Fernández en 2019, hizo una recorrida para sumar a López Murphy y muchos otros. También propuso un frente que integrara, incluso, a Florencio Randazzo y Margarita Stolbizer.
Patricia Bullrich es una costa amiga entre los liberales. La pelea originaria con Milei la decepcionó porque, advertida entre otros por Paula Bertol, intentaba fortalecer ese ala en Juntos por el Cambio. El objetivo mezquino era captar el voto joven. El más generoso proponía sumar esas ideas para renovar la discusión sobre la economía.
Bullrich tuvo varios encuentros con Roberto Cachanosky, quien también se juntó con María Eugenia Vidal, con Horacio Rodríguez Larreta y con Mauricio Macri. Siempre lleva una propuesta de siete puntos. El primero es recuperar la seriedad del peso como moneda.
Cachanosky no se sumó a las listas -estuvo cerca de acompañar a López Murphy-, pero se lo consulta desde varios lugares. Hizo zooms con militantes de Juntos por el Cambio para difundir las ideas liberales y participó de un asado con una parte de la pata peronista. De hecho, fue el invitado especial de una reunión en San Miguel organizada por Joaquín De la Torre, exintendente y exfuncionario de Vidal que ahora hace campaña al lado de Facundo Manes (UCR).
La semana pasada Cachanosky tuvo una discusión televisiva en TN con José Ignacio de Mendiguren, presidente del BICE. Mostró cómo la deuda de Alberto Fernández era peor que la de Macri. El expresidente celebró la defensa.
Espert, Cachanosky y Milei se dijeron de todo en el pasado. La discusión comenzó con la economía y siguió con la política, pero terminó en cuestiones personales. Milei, por ejemplo, sostiene que Cachanosky le critica a sus novias. Una de las últimas fue la cantante Daniela. Pese a eso, le reconoce haber dado una gran batalla cultural en los medios de comunicación que sirvió para instalar la discusión sobre el liberalismo.
Patricia Bullrich tiene entre sus conocidos a Ricardo López Murphy, de quien fue socia en las elecciones de 2003. El republicano la destaca entre los que no chatean con las expresiones más radicalizadas de la oposición. La crítica apunta a Vidal, a quien le atribuyen intercambiar mensajes con Máximo Kirchner. La búsqueda de diálogo que practican las palomas es indigerible para los halcones.
López Murphy necesita un 15% de los votos de la fuerza para competir por un lugar en el Congreso. Pero si obtiene solo ese porcentaje se sentiría desilusionado. Hoy tiene un espacio mayor en el debate interno, cree, por lo que un resultado así lo marginaría dentro de la fuerza.
Un sondeo de la consultora Giaccobe & Asociados sostiene que casi el 8% de los consultados dice que votará a liberales. Y el último trabajo de Mariel Fornoni muestra una intención de voto de 9,2% para Milei, que aumenta a 19,6% entre los menores de 35 años. Su desafío es bajar la imagen negativa. Pese a la revolución libertaria en medios de comunicación y en las plazas, la lista de López Murphy tiene mejor intención de voto.
El republicano quiere dar el batacazo. Para eso llamó a Roberto García Moritán, que se define como un liberal al tanto de que en la Argentina hay 50% de pobreza. La relación entre ambos lleva años, pero la candidatura se resolvió en un rush sorpresivo.
García Moritán es economista, master en finanzas y está casado con Carolina Ardohain, más conocida como “Pampita”. La modelo y conductora está haciendo un realitiy sobre su vida que se verá por la plataforma Paramount+. Su marido iba camino a grabar cuando recibió un llamado apremiante de López Murphy: “Quiero que seas mi primer candidato a legislador porteño, pero lo tenés que decidir ya”, le dijo.
Esa misma noche, se sacó la foto de campaña con el smoking del reality. No tuvo tiempo de consultarle a su mujer, que de todas maneras estaba al tanto de sus inquietudes políticas.
López Murphy prologó libros de Espert y Milei. También publicó ensayos en los libros del primero. Sin embargo, con Milei parece estar la mayor lejanía.
El libertario ve en el ADN radical de López Murphy reminiscencias de la socialdemocracia que detesta. El segundo nombre de López Murphy es Hipólito, su padrino es Ricardo Balbín, su padre fue un reconocido correligionario y la bulldog de Yamil Santoro -el número dos de su partido- se llama Hipólita y tiene especial cariño por López Murphy, cuyo apodo también es canino. Ni esos detalles deja pasar Milei, que tiene cinco perros con nombres de economistas, entre los que está Milton, por Friedman. Las diferencias de los liberales comienzan en las ideas y terminan en la veterinaria.
López Murphy, sin embargo, se asume plenamente liberal de Alberdi, de Sarmiento, de Alem, de Alvear y de la Escuela de Chicago. “Si no —dice—, me hubiese quedado en la UCR o mis padres habrían elegido al Partido Socialista”.
Republicanos, el partido de López Murphy, nació sin él en un asado en la casa de Gustavo Lazzari, hijo de Lita y tercero en la lista. Lazzari fue libertario en la adolescencia, pero ahora se define como clásico. Su competencia bajo el paraguas de Juntos por el Cambio lo pone ante una disyuntiva difícil: sabe que si todo va bien deberá discutir con Rodríguez Larreta y con Vidal, a quienes considera aumentadores seriales de impuestos.
Entre los grandes componedores del liberalismo aparece Roque Fernández, exfuncionario de Carlos Menem. Desde Córdoba, busca relanzarse a la política y armar una gran concertación. Estuvo trabajando meses para eso, pero hasta ahora fracasó.
Fernández vio alguna vez a Milei, tuvo muchas charlas con Espert y es amigo de López Murphy. Cree que el liberalismo está fuerte en los conceptos, pero flaquea cuando hay que resolver candidaturas. Su expectativa es que las próximas elecciones ordenen lo que las personas no pueden. Dicho de otra manera: la cantidad de votos de cada uno definirá las figuras de 2023.
Anarquistas de derecha
El diccionario elemental para entender al liberalismo requiere de tres conceptos. Están los clásicos, los anarquistas —proponen un autogobierno de mercado— y los minarquistas, que le dan un lugar muy pequeño al Estado.
López Murphy, Cachanosky y Fernández se reconocen como clásicos y lejos del minarquismo, por ejemplo, mientras que Milei se considera anarcocapitalista filosóficamente, aunque minarquista en la práctica debido a que aún considera que el Estado debe cumplir algunas funciones.
Si bien buscan mantenerse “incontaminados”, el ruedo los obliga a tender una red cada vez más grande de relaciones. El exministro de Carlos Menem fue funcionario del peronismo por diez años —estuvo en el Banco Central y Economía—, de manera que tiene contactos con esa parte del globo político. No recuerda estar peleado con nadie.
López Murphy hizo en otras épocas campañas contra los que ahora compite y Espert incrementó sus contactos cuando exploró la posibilidad de hacer una gran primaria opositora en la provincia de Buenos Aires.
Espert sostiene que podría integrar alianzas más amplias si hay un programa claro de reformas. De lo contrario, elige mantenerse con sus ideas. Esa divisoria responde a su lectura de la historia. Cuando en 1999 y en 2015 se hicieron alianzas para desplazar al peronismo, luego volvió. Le interesa más ser gravitante que ser presidente. Incluso lo charló con Patricia Bullrich.
Milei, que aparece como el más radicalizado, disfruta de mantener conversaciones de buena fe. A nadie respeta más en el peronismo que a Rafael Bielsa y le gusta cuando lo entrevista Ernesto Tenembaum, a quien ubica lejos de su pensamiento.
El excanciller de Néstor Kirchner y ahora embajador de Alberto Fernández en Chile es un “zurdo”, pero de alto vuelto intelectual y capaz, según el economista, de mantener una charla honesta. La última los llevó dos metros por encima del fango cotidiano: discutieron sobre los fundamentos morales del liberalismo y del socialismo.
El anfitrión de esa relación es el empresario de aeropuertos Eduardo Eurnekian. Bielsa fue jefe de Milei en Corporación América —la empresa holding del empresario—, donde también se cruzó varias veces con Vilma Ibarra, la secretaria legal y técnica de este gobierno.
Casi todos los liberales parecen trazar una línea divisoria clara en la que del otro lado quedan las denominadas palomas. Es un grupo indefinido en el que integran a las expresiones más amistosas de Juntos por el Cambio con el peronismo, a los radicales socialdemócratas y a los “zurdos”. Esa idea se hizo color: con trazos fucsia, violeta, celeste, naranja y amarillo, un halcón ambicioso es el sello de la campaña libertaria en la ciudad de Buenos Aires.
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