Gym en plazas y take away plus en shopping y restaurantes. Cómo sería la segunda etapa de apertura en la Ciudad
Si bien todavía falta definir algunas cuestiones y sobre todo seguir la evolución de los contagios por Covid-19, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires está trabajando en un esquema de etapas para ir liberando actividades a partir del 17 de julio.
En principio, habría una primera etapa de entre dos y tres semanas en la que se volvería a la situación previa al endurecimiento de la cuarentena con la apertura de comercios no esenciales, primero en los barrios y luego en las principales arterias de la Ciudad. Y también volverían las peluquerías, un tipo de establecimiento que estuvo prohibido durante todo este tiempo, con su propio protocolo.
"Aunque las peluquerías regresarían sobre el fin de la primera etapa, entre la segunda semana y la tercera, la idea es anunciarlo cuando se anuncie todo para que haya una expectativa real", dijeron fuentes del gobierno porteño a LA NACION.
Además, regresarían en la primera etapa industrias porteñas como las fábricas textiles y de juguetes porque creen que están perdiendo clientes ante la realidad de que las industrias de la provincia de Buenos Aires no cerraron nunca y también para evitar situaciones de desabastecimiento, como vienen alertando distintas cámaras de cara al Día del Niño.
Lo que no volvería por el momento es la construcción, si bien había versiones de que se permitiría volver a operar a las obras que estén cercanas a su finalización (hoy solo están permitidos los trabajos de excavación y demolición). "La realidad es que el 80% de los obreros viaja desde la provincia y eso es un problema. Las empresas nos han propuesto poner transporte propio o que duerman en las obras, pero no creemos que eso entre en la primera etapa", confiaron.
En cuanto a los gimnasios, shoppings y restaurantes, locales sobre los que pesaron fuertes restricciones (los dos primeros no han podido reabrir y los terceros sólo lo hicieron para operar con delivery o take away) explicaron que no van a entrar en una primera etapa, pero sí en una segunda con ciertas especificaciones.
"Los shoppings van a tener que funcionar con algún sistema de take away para que la gente no pasee sino que solo vaya a retirar lo que compró. Los gimnasios podrán dar clases en plazas, lo que está pensado como un paliativo, y los restaurantes podrán poner mesas en espacios verdes para generar lo que llamamos un take away plus. Es decir, que los clientes puedan comprar algo, retirarlo y consumirlo en una mesa en el espacio público. Esto está pensado más que nada para tomar un café y no para almorzar o cenar", puntualizaron.
A mediados de mayo, después de que el gobierno porteño anunciara que iba a ensanchar veredas para que se pueda cumplir el distanciamiento social, la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (Ahrcc) le acercó una propuesta al subsecretario de Bienestar Ciudadano de la Ciudad, Héctor Gatto, para ubicar más mesas y sillas en espacios públicos.
"La idea es que el día que nos dejen abrir podamos tomar parte de las veredas, y también solicitamos que evaluaran la posibilidad de instalar más decks frente a restaurantes y que los que están cerca de parques y plazas puedan poner mesas y sillas ahí", explicó en su momento Ariel Amoroso, presidente de la Ahrcc.
La mayor preocupación del sector es que los locales sigan abiertos, ya que estiman que hay de un 30 a un 50% en riesgo de cerrar sus puertas definitivamente.
El futuro de las obras
En cuanto a la construcción en la Ciudad, por el momento solo están habilitadas unas 760 obras privadas de un universo de 3792. El segundo paso previsto apunta a permitir el funcionamiento de unas 800 a 900 obras que están próximas a finalizarse.
Tal como informó en mayo LA NACION, funcionarios porteños habían empezado a tomar contacto con los directores de obra de emprendimientos que se encuentran en AVO (agentes verificadores de obra) 3, para ver cuánto les faltaba y cuántos empleados necesitaban para llevar a cabo los trabajos pendientes.
Un 80% había llegado a contestar, pero luego no se siguieron eximiendo actividades, con lo cual esta iniciativa quedó paralizada.
El espíritu de este segundo paso en la flexibilización para la construcción privada en la Ciudad es que también implica poca mano de obra como las demoliciones y excavaciones y que hay gente alquilando que necesita que le terminen su departamento para poder mudarse.
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