Gritos, angustia y una descompensación: el error de Franco Macri que acecha a la familia del expresidente
Franco Macri llegó al hotel Sheraton con la expectativa de cerrar una negociación con Guillermo Moreno y se fue con la idea de que los vestigios noventistas de su imperio podrían caer en ruinas. Esa convicción le costó un susto: angustiado por el resultado de la reunión que había tenido con el que era en aquel momento secretario de Comercio, tuvo una descompensación y debió ser asistido por quienes lo habían acompañado.
Todo ocurrió en un salón reservado del hotel de Retiro en 2003. Macri había ido con una propuesta para terminar con la disputa en torno del Correo Argentino, pero del otro lado le hicieron una contraoferta que lo sorprendió. “Vos no me reclamás nada y yo no te reclamo nada a vos”, le propuso Moreno, en resumen, según reprodujo el fundador de Socma en conversaciones posteriores.
Las diferencias eran imposibles de saldar. El empresario creía que le debía al Estado unos $300 millones, mientras que su reclamo era de US$400 millones.
Moreno fue también quien ese mismo año se abrió paso a los gritos en las oficinas del Correo Argentino, echó a los jefes y puso en evidencia que su oferta había sido buena para el empresario si se la comparaba con el resultado. Esos hechos cobran nueva significación al calor de lo que pasó esta semana.
En la mirada de los Macri, Kirchner se llevó el buzón, pero no las deudas. Años más tarde, en la expropiación de YPF, Cristina Kirchner y Axel Kicillof fueron más generosos con el sector privado.
Franco tenía una clarividencia probada para los negocios. Había traído a la Argentina el teléfono celular y nuevos métodos de construcción, estuvo entre los primeros en advertir el potencial inmobiliario del bajo porteño y creó un imperio pese a haber empezado como albañil en Ciudad Evita.
Sus colaboradores de toda la vida sostienen, sin embargo, que jugó la carta equivocada entre 1996 y 1997. Lo atribuyen al encandilamiento que le provocó la cercanía al poder menemista y el hecho de quedar atrapado en una telaraña de disputas entre el presidente y su ministro de Economía, Domingo Cavallo, en el epílogo de su relación.
El camino privatizador del Estado había llegado a las puertas del servicio postal. Cavallo, a quien le repugnaba Alfredo Yabrán y estaba por dejar el Gobierno, quería que Macri tomara el control de la empresa pública para competir con OCA, la compañía identificada con quien luego fue señalado como el autor intelectual del asesinato de José Luis Cabezas.
Franco trataba con presidentes y ministros desde hacía años, pero nunca había tenido tanta cercanía como en esa época a la Casa Rosada. Aceptó la invitación a la compulsa pese a que parte de su círculo le sugirió lo contrario. Entre ellos se señala a su hijo, Mauricio Macri.
Es probable que el apetito por los negocios se haya combinado con fibras nostálgicas. Su familia manejaba el correo en San Giorgio Morgeto (Italia) y él era el encargado de recibir las cartas que llegaban a L’Uomo Qualunque, el partido que había fundado su padre.
Socma fue a la compulsa con el asesoramiento del British Post Office. Esa compañía, sumada al lobby que envolvió a las privatizaciones, le abre la puerta a quienes sugieren la participación de intereses diplomáticos en la competencia.
Franco Macri sentía una fascinación personal por Menem. Mauricio cree que esa cercanía fue mala para los negocios. Las cuentas le dan la razón al expresidente: su padre entró en la década de los noventa al tope de los empresarios más ricos del país, pero salió el menemismo fuera del top ten.
La empatía de su padre con Menem le trajo otros disgustos. Protagonista de mil discusiones bien encausadas con Elisa Carrió, fracasaba en convencer a la socia fundadora de Cambiemos de que Franco había perdido más que ganado con su cercanía al poder.
El propio Franco Macri se había convencido del error mucho antes de morir y reconocía abiertamente que Menem había beneficiado a OCA en detrimento de la empresa privatizada.
Las consecuencias del mal paso postal para la familia Macri se amplificaron. Tras el pedido de quiebra del Correo Argentino que se conoció esta semana, Carlos Zannini anticipó que pedirá la extensión de la bancarrota a Socma. El procurador del Tesoro va directo contra el apellido. No sólo porque Socma significa Sociedades Macri, sino debido a que al final de ese camino está la extinción de las “arañas”, como llamaba Franco a las compañías que orbitan alrededor de su grupo empresario y son el esqueleto de la achicada fortuna familiar.
Franco Macri reencauzó su relación con Moreno tras el episodio. Le regaló un cuadro con la figura de Augusto Sandino y el funcionario lo llenó elogios tiempo después. También intercambiaron críticas en el devenir de años complejos en los que el padre del expresidente llegó a defender a quienes ahora creen que su holding debe quebrar.
Los hechos de esta semana profundizaron las tribulaciones que atraviesan Socma desde hace dos décadas. Sus temores crecen mientras repiten que la crisis del Correo nació de un incumplimiento del Estado.