Grecia y los acreedores, con dudas, esperan que la tercera sea la vencida
ATENAS—Los detalles del nuevo plan de rescate de Grecia están pendientes, pero numerosos economistas ya dudan que vaya a funcionar mejor que los dos anteriores.
El programa, que incluiría el otorgamiento de hasta 86.000 millones de euros (US$96.000 millones) en financiamiento adicional para Grecia, podría tardar varias semanas en completarse, dijeron funcionarios europeos. Muchas cosas pueden salir mal antes y la salida de Grecia de la zona euro —que en la última semana estuvo más cerca que nunca— sigue siendo un riesgo latente.
Los lineamientos de un acuerdo, sin embargo, ya son claros.
El plan reitera las características centrales de los rescates de 2010 y 2012. A cambio del paquete, los acreedores de Grecia, otros gobiernos de la zona euro y el Fondo Monetario Internacional, exigen un severo ajuste fiscal y reformas de libre mercado. Se supone que la deuda total de Grecia caiga con el tiempo gracias a una combinación de austeridad fiscal, la re-anudación del crecimiento económico e ingresos obtenidos por grandes privatizaciones.
El énfasis sigue puesto en la austeridad fiscal porque los acreedores creen que las estrictas metas presupuestarias son la clave para que Grecia pague lo que les adeuda y pueda volver a financiarse en los mercados de bonos.
Tanto la Unión Europea como el gobierno griego de ese entonces manifestaron el año pasado que el rescate estaba finalmente dando frutos. Grecia acudió a los mercados de capitales y la economía empezó a crecer, aunque a partir de una base muy deprimida.
La buena noticia fue efímera. Los inversionistas huyeron de la deuda griega mientras el gobierno tenía problemas para implementar las arduas condiciones impuestas por los acreedores. Aumentó la incertidumbre política y la economía volvió a entrar en recesión a comienzos de año.
Aunque las duras medidas de austeridad impuestas entre 2010 y 2014 redujeron considerablemente el déficit fiscal, el derrumbe de la economía trajo como consecuencia que se elevara la relación deuda/ Producto Interno Bruto, un indicador de solvencia. El colapso del PIB y del empleo durante estos años ha erosionado el apoyo público para el tipo de reformas de mercado que la mayoría de los economistas consideran necesarias para que Grecia prospere dentro del euro.
Los detractores, un grupo que incluye a muchos economistas y algunas autoridades, han lanzado una serie de críticas a los anteriores programas de rescate. Entre las acusaciones figuran que la escala y el ritmo de la austeridad fiscal representaron una sobredosis de ajuste imposible de digerir para la esclerótica economía y el inestable sistema político griego. Las previ-siones de crecimiento, recaudación tributaria e ingresos provenientes de las privatizaciones pecaron de un exceso de optimismo. Las reformas económicas terminaron siendo relegadas a un segundo plano por los recortes fiscales. Por si esto fuera poco, reformas como la desregulación del mercado laboral no pudieron resolver problemas idiosincrásicos de Grecia, como la debilidad de la administración pública y la lentitud del sistema judicial.
Los defensores de los programas, incluyendo muchos líderes europeos y funcionarios del FMI, responden que el principal problema es que los gobiernos griegos no asumieron la responsabilidad de llevar adelante el programa.
Algunos economistas dicen que el nuevo plan tropezará con las mismas piedras. "Es sólo una continuación de paquetes de políticas fallidas y, en todo caso, es peor", dice Charles Wyplosz, profesor de Economía del Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra. "No funcionó y no va a funcionar".
Uno de los mayores problemas, según los analistas, es que Europa ya no trata de persuadir a Grecia de que sus recetas son buenas para el país, algo que pocos griegos creen. En lugar de reclamar a los políticos locales que asuman la responsabilidad de llevar a cabo las reformas, Europa ha optado por la coerción.
En los últimos días, líderes y ministros de Finanzas de la zona euro le han dejado en claro a Atenas que sólo un cumplimiento total impedirá su expulsión del euro.
Los líderes europeos, furiosos con el gobierno del primer ministro Alexis Tsipras, han hecho demandas punitivas sin pre-cedentes, desde reclamar que los inspectores del rescate puedan vetar leyes griegas hasta amenazar, como propuso Alemania, con que Grecia fuera suspendida temporalmente del bloque.
"Esto ya es personal. En el centro de este acuerdo están el castigo y la humillación", afirma Megan Greene, economista jefe de Manulife Asset Management. El lenguaje empleado con Grecia "es el que se usaría con un niño travieso", observa.
Que los acreedores hayan recurrido a la coacción para imponer las condiciones del rescate podría ahondar el sentimiento de victimización de los griegos, que podrían cumplir sólo a medias con el acuerdo a medida que pase el tiempo.
"El enfoque básico es que tenemos que obligar a los griegos a hacer lo que más les conviene. El nivel de éxito será el mismo (que antes), es decir muy escaso", manifiesta Daniel Gros, director del Centro de Estudios de Política Europea. Gros sostuvo que el plan, a pesar de sus deficiencias, podría funcionar si pone fin a la angustia sobre el futuro de Grecia como miembro de la zona euro. "Si la incertidumbre se puede reducir, entonces creo que el crecimiento podría reanudarse, aun cuando no se implemente casi nada más que la parte fiscal del programa", asevera.
Una preocupación predominante es la suerte de los bancos. El sistema financiero está congelado y necesitará cirugía mayor para recuperarse después de un período marcado por un deterioro de su cartera de créditos y una fuga masiva de depósitos. El período de convalecencia es otra fuerza negativa en una economía en recesión.
Los bancos griegos han permanecido cerrados desde el 28 de junio y el Ministerio de Finanzas informó que no abrirán sus puertas hasta al menos el jueves.
Los bancos necesitan una recapitalización más rápida y audaz que la que Europa les ofrece actualmente, dice Gros. "Los acreedores tendrán que cumplir lo prometido en este punto. Si no lo hacen, estarán saboteando su propio programa", advierte.
Al igual que los planes de rescate anteriores, el objetivo es poner la deuda de Grecia como proporción del PIB en una trayectoria descendente. Los cálculos, sin embargo, parecen forzados. La única razón que impide que la deuda griega se dispare es que los prestamistas estiman que Grecia recaudará 50.000 millones de euros gracias a las privatizaciones y que ese dinero será destinado en su mayor parte a pagar deuda.
Los planes de rescate anteriores también tuvieron como supuesto grandes ingresos provenientes de privatizaciones, de los que sólo una fracción se materializó. El problema fue y sigue siendo que Grecia no tiene activos que pueda vender a precios tan altos en un futuro próximo, señalan los economistas.
"Va a ser una liquidación. Hay una gran probabilidad de que no puedan llegar a reunir 50.000 millones de euros", indica Greene.
Charles Forelle contribuyó a este artículo.