Grecia mantiene en vilo a la zona euro
De no mediar un acuerdo con los acreedores, su suerte estaría enmanos de Angela Merkel, cuyo apoyo a las negociaciones es decisivo
BERLÍN—Mientras Grecia se dirige hacia una colisión con sus acreedores a fines de junio, la canciller alemana, Angela Merkel, enfrenta una de las decisiones más difíciles de su carrera: permitir una cesación de pagos del país heleno o flexibilizar las reglas del paquete de rescate y arriesgar una insurrección política en Alemania.
El rechazo de Grecia a las condiciones impuestas por sus acreedores para proveer asistencia, que el primer ministro Alexis Tsipras reiteró el lunes de manera contundente, presagia un probable enfrentamiento en la cumbre europea prevista para el 25 de junio —si es que no se da antes—, cuando Merkel o Tsipras deben dar un brusco giro para mantener con vida el plan de rescate.
No será fácil. Tsipras indicó el lunes que Grecia podía esperar hasta que "las instituciones se adhieran al realismo" y añadió que "sólo cabe sospechar motivos políticos detrás del hecho de que las instituciones insistan en nuevos recortes a las pensiones". Un alto funcionario del gobierno aclaró más tarde que los griegos estaban dispuestos a regresar a la mesa de negociaciones cuando los invitaran.
Las preocupaciones sobre un contagio de la crisis griega a otros países regresaron el lunes a los mercados. Los inversionistas están reduciendo sus posiciones en bonos de los países de la periferia de la zona euro y las deudas de España, Italia y Portugal se debilitaron drásticamente, extendiendo la caída de la semana pasada. Los rendimientos del bono soberano de España a 10 años subieron 0,13 punto porcentual para ubicarse en 2,37%, mientras que los bonos de los gobiernos de Ita-lia y Portugal treparon a 2,32% y 3,21%, respectivamente. La rentabilidad de la deuda aumenta cuando los precios caen.
La deuda de los países periféricos "es una operación de alto riesgo en este momento, tomando en cuenta el potencial para una ola de ventas prácticamente ilimitada", en caso de que Grecia entre en cese de pagos, dijo Vincent Juvyns, estratega de mercado global de J.P. Morgan Asset Management, que supervisa activos del orden de los US$1,7 billones. La firma ha reducido sus tenencias de esos bonos.
El país más afectado ha sido España, donde los inversionistas desconfían del ascenso de dos partidos políticos relativamente nuevos que han ganado terreno a costa de los partidos tradicionales. A algunos les preocupa que el alza de Podemos, un partido de izquierda, amenace con revertir las políticas de libre mercado que han transformado a España en la economía de mayor crecimiento en la zona euro. "El riesgo político en España es el riesgo número uno", señaló Olivier de Larouziére, di-rector de bonos de Natixis Asset Management, que gestiona unos US$330.000 millones en activos.
Merkel ha estado tratando de convencer durante meses a Tsipras de que la única manera de que Grecia obtenga ayuda finan-ciera de Europa es implementar severas medidas de austeridad y reformas económicas aprobadas por los inspectores de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. El gobierno alemán, no obstante, parece cada vez más resignado a que Tsipras se niegue a aceptar tales condiciones hasta que sea demasiado tarde.
Salvo que Grecia cambie de postura a última hora, eso significa que Merkel pronto se verá obligada a tomar la decisión con la que Tsipras la ha confrontado durante todo el año: relajar los términos exigidos a cambio de la asistencia o poner en peligro la estabilidad europea.
"Angela Merkel está atrapada entre Escila y Caribdis", dijo Jürgen Falter, politólogo de la Universidad de Mainz, en Alemania, en alusión a dos monstruos marinos de la mitología griega. "Cualquiera que sea su decisión, puede ser la equivocada".
Merkel no ha comentado en público sobre la situación de Grecia desde el viernes, cuando hizo un llamado a que siguieran las negociaciones al indicar que "cuando hay voluntad, se pueden encontrar un camino".
Fuentes del gobierno alemán dicen que la canciller es renuente a correr el riesgo de una bancarrota y salida de la zona de euro de Grecia y los líderes griegos lo saben. Merkel, quien es famosa por su cautela, estima que las consecuencias de ello son impredecibles desde el punto de vista económico, perjudiciales en sentido geopolítico y capaces de mancillar su legado, señalan fuentes cercanas. No obstante, financiar a un gobierno que rechaza la medicina económica que recetan sus acreedores socavaría la credibilidad de Merkel tanto en su país como en el resto de Europa, dicen funcionarios de Berlín.
La manzana de la discordia son las condiciones fiscales para que Grecia reciba un nuevo paquete de ayuda de los gobiernos de la zona euro y el FMI. Los acreedores exigen que Grecia recorte las pensiones y otros gastos públicos como el precio a pagar por extender el rescate más allá del 30 de junio. Syriza, el partido gobernante de Tsipras, y un país cansado de las medidas de austeridad quieren terminar con tales políticas, que en su opinión sólo han servido para ahondar la depresión económica.
Las contrapropuestas del gobierno griego incluyen reducciones del gasto, alzas de impuestos y reformas económicas. No obs-tante, los acreedores, y Alemania en particular, sostienen que no son suficientes para dejar a Grecia en una posición sólida de largo plazo.
De no mediar un acuerdo a fines de mes, Grecia probablemente se declarará en cesación de pagos sobre su deuda con el FMI, sus bancos corren el riesgo de perder el financiamiento del Banco Central Europeo y el gobierno podría verse obligado a imponer controles de capital y controles al retiro de depósitos. La escasez de euros podría obligar al gobierno a imprimir pagarés para pagar pensiones y salarios y mantener los bancos a flote.
Los políticos alemanes de todos los sectores despotrican contra lo que interpretan como una campaña irresponsable de los griegos para chantajear a Merkel. El vicecanciller Sigmar Gabriel, presidente del Partido Socialdemócrata, de centro-izquierda, que es parte de la coalición de gobierno con los conservadores de Merkel, advirtió el lunes que Grecia está poniendo a prueba la paciencia de Europa.
"Los teóricos de juegos del gobierno griego están apostando el futuro de su país", escribió en una columna en el periódico de circulación masiva Bild. "Están rechazando las ofertas de miles de millones de euros en asistencia de Europa con la esperanza de que, al fin de cuentas, no exijamos que el gobierno griego haga algo a cambio porque todos temen demasiado una salida griega de la zona euro".
Si el gobierno encabezado por Syriza obliga a Berlín a ceder, eso invitaría a otros políticos populistas, esta vez de derecha, a seguir el ejemplo y chantajear a Europa, escribió Gabriel.
El rompimiento de las negociones entre Grecia y la Comisión Europea, considerada por muchos como el acreedor mejor dispuesto a llegar a un acuerdo, deja a Tsipras dependiendo de lo que hagan los líderes de la UE, en especial Merkel, en la cumbre del 25 de junio. El político griego, sin embargo, podría estar sobreestimando la voluntad de Merkel para ceder.
Volker Kauder, líder parlamentario de la Unión Demócrata Cristiana, el partido de Merkel, ha manifestado en varias ocasiones que los legisladores alemanes sólo avalarían un nuevo paquete si Atenas acepta las reformas aprobadas por el FMI. "El gobierno de Grecia tiene que volver a la realidad", dijo Kauder el lunes a la televisión estatal germana.
Andrea Thomas y Marcus Walker
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